Cuando uno piensa en Utiel, no es difícil que lo primero que le venga a la cabeza sea el vino. Pero lo cierto es que aquí, entre viñas, lagares y barricas, se está cocinando algo más profundo. En los últimos años, Utiel no solo ha reforzado su papel en la producción vinícola: se ha convertido en un referente en enoturismo con identidad propia. Y eso no ocurre por casualidad.
Gracias al trabajo colectivo de bodegas, restaurantes, administraciones y vecinos, la Ruta del Vino Utiel-Requena ha consolidado un modelo que mezcla turismo, cultura y sostenibilidad. Una propuesta que va mucho más allá de visitar una bodega o hacer una cata.
Jornadas, encuentros y un enfoque de kilómetro cero
Uno de los grandes impulsores ha sido la organización de encuentros como las Jornadas de Enogastronomía o el Foro de Enoturismo que tuvo lugar días atrás. Espacios que, más allá de los discursos institucionales, permiten hablar con claridad sobre hacia dónde va el turismo rural.
El enfoque está claro: producto local, raíces culturales y experiencias auténticas, sin postureo. Con cocina de verdad, con paisajes que no necesitan filtros y con historias que nacen del campo. Utiel ha apostado por eso, por lo suyo. Y lo ha hecho sin quedarse atrás, combinando tradición e innovación.
Este modelo de enoturismo genera empleo, actividad y movimiento
Un relato que no se inventa, se vive
Una de las claves del éxito ha sido entender que el turismo del vino necesita algo más que botellas, hace falta un relato. Y aquí, el relato no se ha fabricado, se ha recogido del terreno: desde la arquitectura tradicional hasta las raíces iberas, pasando por el saber de quienes han vivido siempre en la zona.
A través de talleres, mesas de debate y muchas horas de trabajo, se ha ido tejiendo una propuesta coherente. Se nota en los platos que llegan a la mesa, en la forma en que se explican los vinos, y en la naturalidad con la que el visitante es recibido. Aquí no hay cartón piedra, ni sonrisas de catálogo. Hay gente real, que te cuenta lo que hace con orgullo.
Tierra Bobal, más que una etiqueta
La marca Tierra Bobal ha sido otro gran acierto. Le ha dado unidad a todo lo que ya existía, pero disperso. Bajo ese paraguas, se ha fortalecido la conexión entre paisaje, historia y vino.
No se trata solo de beber. También se trata de caminar entre viñedos, de visitar lagares excavados en piedra, o de descubrir barrios de bodegas que parecen detenidos en el tiempo. Y eso, para quien viene de fuera, tiene un impacto. Porque emociona, y porque deja huella.
Utiel se ha convertido en un referente en enoturismo con identidad propia
Tradición y sostenibilidad
Uno de los valores añadidos de este modelo es la apuesta por la sostenibilidad. No como discurso vacío, sino como práctica real. El producto de kilómetro cero, la cocina de temporada, los proveedores locales… todo eso hace que el dinero se quede aquí, y que el turismo no sea un parche, sino una palanca.
Durante las jornadas se habla, con bastante honestidad, de cómo innovar sin perder la esencia. Y eso se está logrando. Las bodegas están aplicando nuevas tecnologías sin renunciar al respeto por el proceso. Y los cocineros reinterpretan recetas de siempre sin disfrazarlas de otra cosa.
Enoturismo como motor económico real
No es solo romanticismo. Este modelo de enoturismo genera empleo, actividad y movimiento. La Ruta del Vino Utiel-Requena forma parte del programa nacional ‘Experiencias Turismo España’, impulsado con fondos europeos con el objetivo de dar futuro a los territorios rurales a través del turismo sostenible.
Y en Utiel se está haciendo bien. Porque el vino aquí no es solo producto: es oportunidad. Para emprender, para atraer talento, para recuperar oficios. Y también para que los jóvenes vean un futuro en quedarse.
Uno de los valores añadidos del modelo es la apuesta por la sostenibilidad
Proyecto compartido
Todo esto no sale adelante sin colaboración. Las administraciones, las empresas y los colectivos del territorio han entendido que remar juntos es la única forma de avanzar. No se trata solo de vender bien el destino, se trata de creer en él. Y eso se nota.
Los foros y jornadas no han sido actos de escaparate, sino espacios reales de trabajo. Y eso ha fortalecido alianzas, ha generado formación y ha profesionalizado el sector. El resultado es visible: un destino que crece con solidez.
Al final se brinda, pero también se piensa
Porque sí, aquí se brinda, y mucho, pero no solo por el pasado. También por lo que viene. Utiel no quiere ser un lugar de paso, sino un sitio al que volver. Y ese tipo de turismo, el que toca algo más que el paladar, es el que perdura. Quien viene, repite. Porque aquí el vino no se sirve como producto, se sirve como parte de una historia compartida.