Si nos centramos en lo que queremos decir cuando comentamos «que el árbol no te impida ver el bosque», sabemos que hacemos referencia a que no permitas que los detalles concretos de una situación te distraigan de la visión o problema principal.
Noticias solapadas
Y es que las noticias diarias se solapan unas con otras y acabamos dándolas a todas ellas el mismo valor, saltamos sin más de un tema a otro en las tertulias mediáticas y callejeras.
La política es un debate continuo y así debe ser, es una función importante aportar diferentes posturas y soluciones, analizar, contrastar… El problema viene cuando eso se traslada al tablero ‘hooligan’ que estamos viviendo y que ya tiene grandes consecuencias en el hartazgo ciudadano: los que ni escuchan y nunca ven nada malo en los suyos, y los que ya pasan totalmente de la política.
El tema de los currículums
En lo que ocurre en el día a día se tendría que diferenciar unos delitos de otros, porque si no entramos en un sinsentido. Lo último de moda ha saltado con los currículums. Parece que algunos han mentido en sus CV, que desde luego no es algo ético, y otros han falseado títulos, que eso ya es un delito.
Pero teniendo esto como un elemento noticiable y grave, como lo fue el aforamiento exprés del secretario general del PSOE extremeño, Miguel Ángel Gallardo para esquivar ciertos juzgados, no se pueden comparar con los verdaderos casos de corrupción, ni deben solaparse con estos.
Programas ‘edulcorados’
De hecho, muy por encima, pero a años luz de esos CV ‘inflados’, deberían estar los programas electorales ‘edulcorados’. Fuimos muy críticos desde estas líneas cuando Mariano Rajoy tras ganar las elecciones cambio su filosofía sobre el IVA, subiendo lo que iba a bajar y afectando a todos los españoles.
Muy diferente a lo que se hizo en el caso de la OTAN, de la que ahora algunos quieren que salgamos sin consulta ciudadana, que Felipe Gonzalez llevaba en su programa electoral como un NO y cuando llegó al poder vio que esa negativa no era buena para España. Antes de cambiar unilateralmente hizo un referéndum para que opináramos todos los españoles.
Mentiras directas
En estos años hemos asistido a promesas electorales y declaraciones tajantes respecto a la imposibilidad de convivir en el Gobierno con Podemos (luego Pablo Iglesias fue nombrado vicepresidente), los indultos en Cataluña (no tardo en hacerse por necesidad de pactos electorales) o la amnistía -pedir perdón a aquellos que han cometió el delito, que desde ese momento ya no es delito sino agravio por parte del resto- que era inconstitucional, hasta que interesó que dejara de serlo.
Y es que esas, y otras muchísimas promesas, como temas de vivienda, por ejemplo, son las que van en ese contrato verbal y escrito que son los programas electorales y los mítines. Con esos objetivos que nos venden es por lo que verdaderamente se debería votar a nuestros representantes, siempre que luego pudiera existir la exigencia de su compromiso o la dimisión, como pasaría en cualquier empresa privada que funcione.
Deberíamos buscar una calidad del político dedicada al verdadero servicio de sus funciones y menos al servicio personal. El Estado es la mayor empresa del país y en la que todos somos ‘accionistas’ mediante nuestros impuestos, tanto los directos como los indirectos, con lo que la exigencia debería ser máxima.
Presupuestos como base fundamental
Teniendo en cuenta eso empecemos por el principio: un gestor debe cumplir lo que plantea y para ello debe someterse a la aprobación de unas cuentas. En el caso público lo marca incluso la Constitución, que no desarrolla leyes, pero en este punto sí expone claramente la obligatoriedad de quienes gobiernan de plantear anualmente unos Presupuestos Generales del Estado, porque sin ellos es imposible avanzar.
Eso debería ser mucho más preocupante para todos que otras cosas, porque es lo que hace que los temas avancen, se paralicen o nazcan directamente en vía muerta.
Más que la corrupción
Incluso debería preocuparnos más que los corruptos o aquellos imputados por cometer delitos, siempre y cuando estos no sean defendidos por ‘los suyos’ y en cuanto sean detectados se les expulse -o se les haga dimitir- y juzgue. Si no es así sí tenemos un problema y un efecto contagio.
Es evidente que casos actuales como el de Cerdán, Montoro o la llamada ‘fontanera’ Leire Díez son una auténtica vergüenza, y ponen de manifiesto una falta de control interno brutal en todos los casos. Pero eso ahora ya no nos va ni a beneficiar, ni a perjudicar más a los ciudadanos. Debemos exigir que no quede impune nadie que pueda estar ‘infectado’ y que paguen ejemplarmente por lo que han hecho para que no se repita.
Falsedades
Por resumir -es una cuestión de espacio- luego están las falsedades: Por ejemplo Vox está en contra de la eutanasia, de la muerte digna o del aborto, por una postura que ellos llaman del derecho a la vida. Pero luego se posicionan al lado de Israel que está asesinando de una forma brutal y repugnante, con balas y con hambruna, a niños y decenas de miles de ciudadanos en general que parece ser que para ellos son personas que no tienen derecho a esa vida.
He oído salvajadas como que Hamas entregue a los secuestrados, se rinda y ya está. Que es como decir que cuando ETA secuestraba a alguien hubiésemos defendido que por la parte del estado español se matara a cualquier ciudadano del País Vasco, sin más.
A esto habría que añadir el absurdo que es la ONU, un gasto gigantesco que tenemos los países con los impuestos de todos, y que ha quedado demostrado que no resuelven nada. ¿De qué sirve un consejo de naciones unidas con la intervención de todos los países en la forma en la que está estipulado?