Alfonso Yépez, ‘Chipi’, nació para ser músico. Hijo de músicos, “era habitual que acudiera a los ensayos, ‘manipulando’ los instrumentos mientras esperaba”. Con el paso del tiempo, este entretenimiento se convirtió en su pasión, en el mejor trabajo posible.
Excelente percusionista y todavía mejor compositor, nos contará su singular método de trabajo y cuáles son sus obras más relevantes. Además, comanda la escuela de la Unió Musical de Alcoy, es el director titular de la Antella (València) y desde hace pocos meses también de la Sociedad Ruperto Chapí de Villena.
De la mano de Rafael Valls está ahora trabajando en la elaboración de una marcha festera, actual, de nombre ‘Walida’, que conmemore el 750 aniversario del patronazgo de San Jorge, “todo un honor e igualmente una grandísima responsabilidad”.
«He disfrutado mucho de la percusión, ahora un poco aparcada al estar más centrado en componer y dirigir»
¿Qué recuerdas de tus inicios musicales?
Vinieron marcados por la familia, pues mis progenitores -ambos- son músicos. Mi padre (Alfonso), que falleció siendo yo adolescente, tocaba el saxo tenor en la banda y mi madre (Pepa) continúa: su instrumento es el bombardino, no demasiado usual para una mujer, al menos en su época.
Ahora estoy rodeado de músicos por todos lados, porque mi mujer también lo es, así como mi hermana Ana y mi cuñado, Ignasi Domènech. Incluso mi hijo mayor acaba de introducirse en la banda: ¡no hay ningún día de mi vida que no hable de música!
¿Por qué optaste por la percusión?
Siempre me llamó la atención, sobre todo cuando veía nuestras fiestas de Moros y Cristianos. De pequeño ya practicaba, con las sartenes de casa de mi abuela, como si de platillos se trataran (ríe).
He disfrutado mucho de la percusión, ahora un poco aparcada al estar más centrado en componer y dirigir. A veces toco, siempre que me solicitan, porque la música agrada en cualquier ámbito y disfruto aprendiendo.
¿En qué momento te haces compositor?
Fue un paso igualmente natural, paulatino. Finalizada la universidad, alguna vez me pidieron que impartiera clase, faceta que me fascinaba.
En aquellos años, sin los recursos de hoy, debía hacer mis propias composiciones para final de curso. Ése fue el germen de todo, porque me gustó e hice una marcha mora que se presentó al concurso de Alcoy, de gran prestigio. ¡Fue una de las finalistas!
«Entre mis composiciones más destacadas, ‘Cosins’, ‘Ginebra’, ‘Nit màgica’ o ‘Xiela Itram’, dedicada a mis hijos»
Pero, pese a ese impulso, lo dejaste.
Exacto, desmotivado durante años, hasta que, en la boda de un amigo -allá por 2015-, le regalé una composición. A partir de ese instante me lo tomé más en serio, hice la carrera y ya no paré.
¿Cuáles han sido tus composiciones más relevantes?
Dos obras sinfónicas de solista y banda. Por un lado, ‘Cosins’, dedicada a mi cuñado y a Sergi Sempere, quien nos dejó demasiado joven. Es mi favorita, una composición espectacular que se ha podido interpretar en diversas ocasiones.
Asimismo, ‘Ginebra’, para trombón y banda, una obra altamente emotiva, dedicada al mencionado Sempere. Otras son ‘Nit màgica’, la marcha cristiana ‘Xiela Itram’ (los nombres al revés de mis hijos, Aleix y Martí) o la premiada ‘Cap d’Esquadra’.
¿Tu metodología es singular?
Le doy mucha importancia al trabajo precompositivo, todo lo que haces -el guion- antes de escribir una nota. Cada vez le dedico más tiempo a esta parte: tengo varias páginas (ralladas) y a partir de ahí voy escogiendo temas, melodías, armonía o motivos rítmicos.
Me gusta trabajar sobre pequeños motivos, sean melódicos o rítmicos, y desarrollarlo. Y aunque prefiero emplear las mañanas, no soy especialmente metódico en cuanto a las horas.
«Cuando conocí a Rafa Valls vi que tenía las ideas muy claras, me transmitió su pasión y me ilusioné al instante»
Ahora está focalizado en una marcha festera…
Cuando el señor Valls se puso en contacto conmigo para decirme que tenía la idea de crear una marcha festera para el pueblo de Alcoy, que conmemorase una efeméride tan importante como el 750 aniversario del patronazgo de San Jorge, al momento le dije que sí, encantadísimo.
Al mismo tiempo sentí algo de nervios, por la responsabilidad que suponía. Ciertamente Rafa lo tenía muy claro, un regalo desinteresado no para su filà, sino para todo el municipio, algo extraordinario.
¿Cómo está siendo la colaboración entre ambos?
Muy fluida y constante. No nos conocíamos personalmente, aunque sabía de su figura e implicación en un sinfín de facetas culturales. Enseguida vi su pasión, cómo me la transmitía, y me ilusioné por completo.
Ya le he podido mostrar alguna parte y su ilusión no para de crecer. Queremos estrenarla en marzo, poco antes de fiestas, para que después cualquier banda pueda tocarla, en todo tipo de ámbitos. Es la idea que siempre tuvo Rafa.
Las expectativas son altas, sin duda.
Por supuesto, por eso indicaba que es un honor, pero también una enorme responsabilidad.