El reto, en aquellos tiempos en que ni existían redes sociales ni Internet, precisaba que uno de ambos, el padre o el hijo, se enjugascara con otras cosas y no fuera el primero en decirlo. Pero el caso es que cuando el progenitor guiaba el automóvil, justo aquí en Sant Joan, por la avenida de la Diagonal, uno de los dos tenía que decir primero: “¡Mira, álamos, una alameda!”.
Técnicamente, en el pretérito camino de Sant Joan, lo que registran las guías son jarandas y palmeras (muy tímidas por aquí), pero lo que nos cobija da toda la sensación de ser ejemplares de plátanos orientales o de sombra (el híbrido que verdea por estos lares). Pero, vale, nos sirve: una alameda, además de un conjunto de álamos, puede ser un paseo de árboles altos y frondosos.
Huertas sin fin
Porque el meollo del asunto está aquí, en lo del sombraje. Parques, jardines y arboledas. El área urbana del municipio, al cabo, asienta sobre lo que fue, y en el fondo continúa siendo, el Camp d’Alacant, el núcleo más cercano a la capital de lo que se denominó la Huerta de Alicante (que en alguna época incluso abarcó hasta el Vinalopó Bajo o Baix Vinalopó).
Un extenso llano aluvial por aquí, en suave pendiente hacia el mar, de unos cuarenta metros como altitud media. Tierra de acequias, bancales, brazales, partidores. También de azadas, empeltes (injertos, dicho a la occitana) y podas. Las sombras eran particulares, salpimentadas entre siembras mil. Nutritivos algarrobos, espesos olivos, pinchosos limoneros y naranjos (estos últimos punzando si son bordes, nunca mejor dicho).
Asienta el área urbana del municipio sobre lo que fue el Camp d’Alacant
Incrementos poblacionales
Que la antigua alquería Ben Alí, a decir del arabista Mikel de Epalza (1938-2008), se convirtiera en una pequeña urbe, que hoy acoge a la mayor parte de los 25.918 habitantes recogidos por el censo de 2024, mediaba poco tiempo. Desde los años sesenta del pasado siglo (también los setenta, pese a la crisis del petróleo de 1973), el municipio iba a experimentar importantes aumentos de habitantes década a década.
Algo que iba a ocurrir tanto con respecto a la población fija convenientemente registrada como a la estacional, consignada en sus zonas de residencia habituales. Piénsese en el hecho de que su costa está conformada por las playas sucesivas de San Juan y Muchavista, por más que estas pertenezcan, respectivamente, a la ciudad de Alicante y a El Campello. Esto, por supuesto, iba a contribuir a una continua reurbanización ciudadana.
Experimenta el municipio importantes aumentos de habitantes cada década
Modelos municipales
Bien es cierto que esa reurbanización, como en la Rambla (festonada hoy con árboles del paraíso, falsos pimenteros, moreras blancas), llegaría bien pronto en algunas zonas, ya que su primer tramo se inauguraba el 26 de abril de 1925, hace poco más de un siglo. Interesante asunto que nos permite plantarle ya sombraje a una zona fundamental, el meollo urbanita (puro ‘downtown’) santjoaner.
Anotemos, sobre todo en esta última década, que mientras globalmente el municipio ha adoptado algo así como el modelo estadounidense, el de grandes superficies y comida de encargo, muy operativo con un aumento de población de temporada, en especial durante el verano, en cuanto a diseño urbano prima el concepto de poder pasear, recorrerse manzana tras manzana simplemente andando, sin que esto resulte peligrosamente sospechoso.
Prima, en cuanto a diseño urbano, el concepto de poder pasear
Zona con arboleda
De esta forma, triunfan conceptos como el Parque Municipal, al sur de la ciudad, inaugurado en 1995 y dotado con templete, fuente, estanque y géiser, más olivos, palmeras y pinos. Ubicado entre las calles Doctor Marañón y Severo Ochoa, paralelas a la cercana N-332, y Pedro Herrero y del Carmen, alineadas con Rambla-Jaume I, se encuentra cercano a varios jardines urbanos.
Plazas como la de Antonio Rico o del Pou o Pozo, el complejo ajardinado (pese a ser particular, y cerrado) del Grupo PSN (Previsión Sanitaria Nacional), urbanizaciones con parques interiores pero visibles desde fuera, calles arboladas como la chaletera de Enric Valor o la secante avenida de Alicante. La zona supone toda una declaración de principios al respecto, para un Ayuntamiento que pretende “un Sant Joan para las personas”.
Fincas con parterre
No nos olvidemos, sin embargo, de otras propuestas, como, al norte, la plaza de Josep Carreras, con amplio acceso principal custodiado con palmeras, por la calle del Mar, frente a la Casa de Cultura e ideal para organizar actividades al aire libre. Por la trasera, bien arbolado parque infantil. Cuenta además Sant Joan con dos fincas y sus florestas y huertos transmutados en decimonónico parque.
Movemos nuestras almas al sur, de nuevo, para toparnos con los Jardines de La Concepción y Manzaneta, unión de las homónimas parcelas, cruzadas por la calle Hernán Cortés. En realidad, disfrutamos de sus parterres (las mansiones, tradicionales casonas del lugar, una color piedra, otra bermellón, quedaron al margen). Hay más parques, pero aquí pondríamos un límite urbano muy bien representativo. Sin álamos.