La verdad es que era hermosa Villa Margarita, aquella finca que aseguran que el prestigioso abogado madrileño José Torrent le dedicó a su mujer. De estilo arabizante (incluía una torre a lo mudéjar), aquel edificio de los años diez o veinte (según consultes) del pasado siglo, fiel representante de aquellas villas principalmente veraniegas que proliferaron en la provincia alicantina, saludaba desde la misma entrada a San Vicente.
Pero se dejó desterronar, pese a haber pasado a ser propiedad municipal desde 1979, y definitivamente lo que quedaba fue sentenciado en 1992. Sin embargo, el lugar tenía espíritu de ave fénix: resucitaba, al menos su solar, el Hort de Torrent, para convertirse en un pulmón verde, un parque, el de Torrent, que patentiza la querencia del municipio por las zonas verdes.
Cuestiones santas
Vicente Ferrer (1350-1419), aquel dominico valenciano que tanta huella dejó por el mundo con su labia y sus capacidades taumatúrgicas (o sea, de hacer milagros), no hizo brotar mágicamente fuentes en el camino, como en Teulada-Moraira (entre ambas), mientras visitaba a su hermana Constanza, pero aquí en San Vicente del Raspeig dotó al sitio de frase famosa y, con ello, solera.
‘Aquest poble serà sequet però sanet’, este pueblo será sequillo pero sanillo. Ello no quita para que el sequeral sanvicentero haya seguido luchando por el agua, desde aquella petición del labrador de la leyenda y, más que posiblemente, la historia. Hasta en el mismo nombre: un ‘raspeig’ puede venir de ‘ras de la pixera’, ‘llanura elevada’ de riego por boqueras o ‘pixeras’, para captar avenidas y escorrentías.
Como apunta la web municipal, hay 80.000 metros cuadrados de césped
Primera visita
De esta forma, el consistorio sanvicentero orgullosea hoy, al margen de los contenidos en el campus universitario, que casi sería tema aparte, de toda una serie de zonas verdes que, según la web municipal, comprenden 80.000 metros cuadrados “de praderas de césped” y 35.000 “de zonas de arbustos. Por otra parte existen 10.000 unidades de arbolado en viario” (o sea, árboles en calles y plazas) “y unas 5.000 unidades en zonas verdes”.
Podemos preparar incluso un recorrido por todo ello, gracias al mapa interactivo incluido en la ciberpágina del Ayuntamiento. Y por supuesto, lo primero que nos llama es el parque Lo Torrent, unos 65.000 metros cuadrados que lo ubican entre los principales en el ámbito provincial. Según los datos municipales, nos regala los sentidos con 947 árboles, 103 palmeras y una “masa arbustiva” contabilizada así: 108.
Hay espacios verdes, por la calle Mayor, hasta entre los edificios
Meollo urbano
Con tales datos, casi ya quedarían al margen sus activas instalaciones deportivas, las nueve fuentes (más la ornamental), los 947 bancos y hasta el despiste cuando se accede como primerizo para dar con los aseos de la pequeña pirámide. Se trata de una zona verde de importancia, capaz de conceder un respiro pese a estar rodeada del tráfico de viales como la carretera a Villafranqueza o las calles Río Turia y Lo Torrent.
Luego, podemos ya introducirnos en el meollo urbano. Cierto que ya no existen algunos espacios verdes como el añorado Jardinet, de 1944, allá por la calle Mayor, que en su apunte meridional incluye el Centro de Recursos Los Molinos. Ramal pletórico de arbolado, lo hay en aceras, en parques infantiles, en espacios verdes públicos hasta entre edificios.
Un despliegue vegetal que prácticamente se cuela por cualquier rincón
Viales arbolados
Bueno, hablamos de un vial que por el tajo más interior desemboca en la plaza de España, que a su vez enlaza con la avenida de la Libertad, la del mercado; o con la avenida Primero de Mayo. El caso es que la arboleda abunda o salpimienta. Hay o aceras paseables o calles peatonales, de solo andar, que decían. Y una querencia por la flora razonablemente ya autóctona: algarrobos, carrascas (encinas), moreras, palmitos mediterráneos.
También acebuches (olivos silvestres), higueras, laureles, lentiscos, naranjos amargos, olivos, palmeras datileras, pinos carrascos, plátanos de sombra. Y sus toques exóticos ya asentados en suelo sanvicentero: cinamomos (árboles del paraíso), jacarandas (jarandas), palmeras mexicanas. El despliegue es incluso abrumador. No caben aquí las plazas, ni pequeños parques, como el de los Abuelos (plaza Cooperante Vicente Ferrer), preámbulo al lógicamente restringido del hospital, con su enfoque botánico.
Última estación
Allá por sus cercanías habita el otro gran parque que ofrece San Vicente del Raspeig: el Presidente Adolfo Suárez, antaño Norte Canastell (2012), de más de 80.000 metros cuadrados, con dos lagunas y hasta un gran y sinuoso tobogán para los más jóvenes. Según el Ayuntamiento (que posee jardín vertical), con 75 árboles (es menos tupido que Lo Torrent, pero goza de buen césped), una palmera y “masa arbustiva”.
Complementa un despliegue vegetal que prácticamente se cuela por cualquier rincón, refrescándolo pero también, como recuerdan diversas publicaciones consistoriales, absorbiendo o acolchando los sonidos urbanos, filtrando la contaminación, fijando el suelo ciudadano en prevención de erosiones naturales o aportando biodiversidad al entorno. Después de todo, quizá San Vicente sí hizo el milagro. ‘Sequet’, ‘sanet’ y verde.