Entrevista > Cristina Martínez Rabasco / Bailarina y coreógrafa (Elche, 21-diciembre-1975)
Al igual que su gran pasión, la danza, Cristina Martínez Rabasco no ha parado desde que comenzó en esta disciplina. “Lo hice a los cuatro-cinco años, por mi excesiva flexibilidad corporal”, indica.
Este movimiento le llevó primero a la gimnasia rítmica, “deseaba ser deportista de élite y competir en unos Juegos Olímpicos”, pero se cruzó la danza, primero clásica y más tarde contemporánea. “Directamente me atrapó”, resume.
A día de hoy sigue con un ritmo frenético de trabajo, dando clases en Elche y en varios centros de nuestra localidad. Mediante su compañía RexFox Danza participa también en el Festival Abril en Danza, con piezas como ‘Ubuntu’, ‘Atmen’ o ‘Samskara’.
¿No eras muy niña cuando te atrapó la danza?
Contaba con diez-once años: era extremadamente feliz, por ejemplo, cuando me corregían los brazos… Me planteé probar, comenzando en una escuela privada de Elche, antes de pasar al Conservatorio de Danza de Alicante. Tenía claro que iba a ser bailarina profesional.
¿A quién te gustaba imitar?
En aquella época, sin tanta información, te inspirabas en los propios profesores o en compañeras más avanzadas. Ellas me motivaban, destacado en mi caso la figura de Asun Noales, todo un referente para muchas.
¿Cómo siguió tu formación?
En 1995, siendo algo más experimentada, comencé con exámenes de la Royal Academy of Dance (RAD), una prestigiosa escuela de danza de Londres que tiene la peculiaridad que los profesores se desplazan para las pruebas, que hice en València.
«En mis inicios, sin tanta información, te fijabas sobre todo en los profesores o compañeras más avanzadas»
Y descubriste la contemporánea.
Exacto, en mi periplo en València. Continué formándome con varios profesionales en danza contemporánea, mientras finalizaba los cursos de la RAD.
Además, regresó a mi vida la gimnasia rítmica, con la opción de ser entrenadora titulada por la Federación Española de Gimnasia. ¡Me volví a sentir gimnasta, ahora a través del baile!
¿Qué te gustaba exactamente de esta danza?
La mezcla entre la libertad de movimientos que me brindaba la gimnasia rítmica y la técnica, belleza y suavidad de la danza clásica.
¿Sabrías elegir entre clásica y contemporánea?
La danza contemporánea me hizo comprender muchísimo mejor la clásica, cómo sentir y transmitir sensaciones. Me abrió un mundo que desconocía por completo, me permitió entender cómo podía moverme de una manera más orgánica y verdadera.
«Quise sacarme la titulación de Pedagogía de Danza Contemporánea para especializarme un poco más»
Se produjo entonces un momento importante.
Me lancé a una audición del Ballet Teatres, de la Generalitat Valenciana, sobre 2005, donde conocí por primera vez a Inma Manresa, persona clave en mi devenir. La prueba no salió bien -estaba iniciándome en la danza contemporánea-, no entré en la compañía y decidí seguir formándome.
Inma, tras su paso por València, se instaló en su Crevillent natal y entró como profesora del Conservatorio de Danza de Alicante. En ese instante yo bailaba para Chirkovskii Dance Company, donde el director invitó a Inma a dar una clase magistral a la compañía.
¿Fue el inicio de vuestra colaboración profesional?
Somos bailarinas con una energía muy parecida, conectamos muy bien. Aprovechando que ella estaba en el conservatorio, estudié una nueva titulación, la de Pedagogía de Danza Contemporánea en el Conservatorio Superior de Danza de Alicante (CSDA), para especializarme todavía más.
Apareció de repente, casi de la nada, Polina Berezina, gimnasta española de origen ruso que participó en los Juegos Olímpicos de París. Ella precisaba mejorar la parte del movimiento y le hice una serie de coreografías.
Precisamente, ¿cuándo te potenciaste como coreógrafa?
Estando en una escuela pequeña de Elche, la directora (Adela Martín) me dio carta blanca. Confiaba en mí, lo sigue haciendo, y ahí es donde mi función coreográfica se acabó de desarrollar por completo.
No sabía que era tan coreógrafa hasta que empecé el desarrollo con los alumnos. Ellos no conocían la danza contemporánea y, aunque fue algo muy nuevo, pronto adquirieron un alto nivel, con capacidad para participar en concursos.
«Casi de la nada apareció en mi vida Polina Berezina, gimnasta española que participó en los JJOO de París»
¿El de ‘Abril en Danza’ por ejemplo?
Sí, organizado por Asun Noales. Fue una oportunidad para que los alumnos hicieran cosas más profesionales, al tiempo que yo crecía como coreógrafa. A algunos después les he incluido en proyectos posteriores.
La escuela fue creciendo y Adela decidió ubicarnos en un espacio más grande, al otro lado Elche. Funciona de maravilla, el ambiente y nivel es buenísimo, con gente totalmente apasionada con la danza contemporánea.
De nuevo con Inma tienes un proyecto muy bonito.
RedFox Danza, primero en 2020 con la obra ‘Ubuntu’, seguida de ‘Origen’, en la que dimos cabida a personas con diversidad funcional. Se trata de una pieza muy madura, que necesitamos se gire, para dar visibilidad a la danza inclusiva. ¡Ellos nos dan la vida!
¿Qué estás haciendo ahora?
Además de la escuela en Elche, trabajo en otros dos centros de Torrevieja, una de reciente apertura.