Entrevista > Alfonso Rotunno / Fotógrafo (Treviso, Italia, 7-marzo-1978)
En un mundo saturado de imágenes digitales almacenadas en móviles y nubes, todavía hay fotógrafos que encuentran en el papel y en el disparo de una cámara tradicional la magia de atrapar instantes irrepetibles.
Es el caso de este artesano de la madera, nacido en Treviso y vecino de Altea, que este año se alzó con la victoria en el concurso fotográfico de las fiestas de l’Abret de Sant Joan. Su foto, en blanco y negro, no solo captó un momento crucial de la celebración, sino que transmitió la fuerza, la unión y el esfuerzo colectivo necesarios para levantar el árbol, símbolo ancestral de la fiesta.
Vivimos en una época en la que todos llevamos las memorias de nuestros teléfonos llenas de fotos y vídeos, pero una fotografía en papel, en un álbum, sigue teniendo algo muy especial.
Para mí, la imagen en papel y sacada con una cámara fotográfica es diferente a lo que se puede hacer con un móvil. Tiene algo especial y detrás de ella siempre hay unos momentos que no consigues captar de otra forma.
¿Por qué presentarte este año al concurso de las fiestas de l’Abret de Sant Joan?
Suelo participar en concursos locales y eventos como rallys fotográficos. En nuestra comarca hay muchos y en este caso en concreto ya había participado una vez hace un par de años, pero esta vez no sabía si iba a participar y un amigo me dijo que quería ir a verlo y me pidió que le acompañara. Subimos a ver la fiesta y aprovechando eso, a ver el evento, hice unas fotos y salí vencedor. ¡No me puedo quejar!
«No hay tiempo de preparar nada, en estos concursos todo sucede muy rápido»
Desde fuera, me parece un concurso muy complicado porque no hay posibilidad de pensar o preparar la foto. No puedes pedir a la gente que se pare y que pose. Es un evento que se produce a toda velocidad y con mucha gente participando a la vez. Tienes que ser siempre capaz de ver todo lo que está ocurriendo y, al mismo tiempo, elegir el instante y el encuadre perfecto.
Claro, en estos eventos no tienes tiempo para preparar nada o para planificar. Tienes que ir detrás de la gente corriendo con tanto movimiento. Además, es casi una batalla de agua también, porque a medida que los portadores llevan el chopo entre esfuerzo y sudor, la gente va tirándole cubos de agua desde arriba y tú tienes que esquivarlos. A mí casi me golpea un globo de agua en la cámara.
Tienes que estar muy pendiente, al mismo tiempo, de ver lo que quieres fotografiar. Encontrar algún detalle o instante decisivo, con el que transmitir algo. Ahí está el juego de intentar comunicar lo que quieres a través de la cámara.
¿Tenías claro antes de hacer la imagen si la querías ya en blanco y negro o en color?
Sí, la disparé en blanco y negro. Lo tenía claro. Cuando hago fotos en blanco y negro, suelo pensar en blanco y negro. Intento imaginarme los tonos, la luz, las diferentes gradaciones que se ven. En color tiene otro aspecto más fuerte, pero en blanco y negro también se puede jugar.
Viendo tu foto, lo que transmite, he de decirte que, salvando la temática, me ha llevado a pensar en una festividad que se celebra en tu país: el Palio de Siena.
¡Justamente estuve hace dos años allí!
«Fotografié en blanco y negro porque pensé la imagen desde ese lenguaje»
Digo que me lo recordó porque creo que tu foto transmite muy bien, de alguna manera, la lucha del hombre contra la naturaleza.
Exactamente. Es lo que intentaba transmitir. De hecho, cuando hago una foto no quiero saber lo que los demás piensan. En este caso, intentaba transmitir el esfuerzo de las personas, porque este año el momento de levantar el árbol fue más complicado de lo habitual y les costó mucho.
Vi que tenían mucha dificultad para levantarlo y lo que quería transmitir era eso: el esfuerzo a través del sudor. Se ven las manos, la mirada de un chico que, a su vez, tiene una mano en su espalda que muestra la ayuda, la colaboración. Y también, al mismo tiempo, muchas manos en el aire, otras que agarran el árbol…
¿Cuál fue tu primera cámara?
Pues no me acuerdo porque era muy pequeño, pero creo que era una Kodak.
¿Te acuerdas, por lo menos, cómo llegó a tus manos?
Me la dio mi padre. Le gustaba la fotografía y tenía también su propio laboratorio. Tenía en el garaje montados todos los líquidos para revelar las fotos. A mí me gustaba ver eso. En Treviso, donde yo nací, él organizó un concurso de fotografía sobre la contaminación… estamos hablando de los años ochenta.
«Quise transmitir el esfuerzo, el sudor y la colaboración de todos al levantar el árbol»
No eres fotógrafo profesional. De hecho, te dedicas a la artesanía de la madera. Dos formas de expresión artística, pero casi antagónicas.
A mí me gusta crear. Que se trate de fotografía, de madera o de libros, porque también he escrito algunos libros en Italia, es como crear historias. Hace unos meses hice unas figuras de madera que son personajes inventados de la nada, pero que tienen su propia historia y con ellos hice un minicuento.
Hace unos meses pasaba por estas páginas otro gran fotógrafo alteano: Diego Coello. A él le decía que los fotógrafos de la Villa Blanca vais ‘dopados’ porque es un pueblo tan bonito, tan fotográfico, que las imágenes casi os vienen solas.
Claro, tenemos esa ventaja, es verdad. Cada rincón tiene su encanto y la luz también es muy bonita.
¿Cuál es la foto soñada, la que todavía no has podido hacer?
Me gustaría conseguir una foto que nadie pueda copiar, pero todavía estoy en ello. No sé todavía qué hacer. Una técnica, una idea que sea tan difícil de realizar, que cueste saber qué es. Es muy difícil hacer algo tan original, porque hay tanta información… Pero bueno, es un sueño.