Entrevista > Eva Vizcarra / Directora y guionista de cine (Zaragoza, 6-agosto-1956)
Mientras estudiaba Derecho, carrera que dejó inconclusa, a Eva Vizcarra no se le pasaba por la imaginación que acabaría siendo una de las directoras de cine más renombradas, galardonada con premios tan codiciados como el Delfín de Oro de Cannes, la Biznaga de Plata de Málaga o el Premio Berlanga de València.
Quizás por ello, y por su estrecha vinculación con nuestra ciudad, a pocos extrañó que en 2023 fuera nombrada Hija Adoptiva de València. “Para nada me lo esperaba”, confiesa, “me puse a llorar de la emoción, pues esta urbe significa tanto para mí”.
Entre 1999 y 2000 fundó Endora Produccions, con la que pudo realizar sus propios proyectos, sobresaliendo ‘El arquitecto de Nueva York’ (2016) y ‘Mujeres sin censura’ (2021). Ahora, con la firma ya inactiva, sigue trabajando, “más que nunca”, como nos relatará.
¿Cómo era el cine que veías de pequeña?
Recuerdo que mi primo mayor, que estudiaba cine, me llevaba a ver películas diferentes, financiado por mi madre, sabedora que yo era una niña bastante hiperactiva (ríe). Conocí con apenas once años films de Pier Paolo Pasolini, Luchino Visconti o John Huston.
Muchas no las entendía, aunque igualmente me sorprendían y no paraba ir a las salas. Hablo de ‘Los olvidados’ (1950), de Luis Buñuel, ‘El sirviente’ (1963), de Dirk Bogarde, o ‘El mensajero’ (1971), de Joseph Losey.
«Siempre se han hecho buenos y malos films, pero el cine de antaño me interesaba más»
Al principio ¿querías ser actriz?
El cine me encantaba, muchísimo, pero jamás pensé en dedicarme. Fue todo muy progresivo y la película que más me impresionó, definiendo mi manera de trabajar, fue el documental ‘El Desencanto’ (1976), de Jaime Chávarri.
Estaba estudiando Derecho y fui a verla a los Cines Jerusalén de València, donde se ubicaba anteriormente la filmoteca. Salí absolutamente conmocionada, desmontándose todos mis pilares respecto a la familia.
Te interesó entonces la realidad.
Mucho más que la ficción. Pensé que determinadas historias (reales) necesitaban ser recuperadas, para ser contadas. Prefería el mundo más inmediato y mi primer paso fue la producción, con Endora.
Me llamó la atención el tema Dogma, encabezado por el director danés Lars von Trier; quise tomar una cámara y ‘tirarme’ a la calle. En València, además, contábamos con Canal 9, cadena en la que me sentía una cómoda a la hora de narrar, sin la presión de las audiencias.
¿El cine de antes es mejor que el actual?
Sinceramente el de antaño me interesa más, no sé si era mejor que el de ahora, porque siempre se han hecho buenas y malas películas.
Por ejemplo, me fascinó la primera etapa de Alejandro Amenábar, con propuestas como ‘Tesis’ (1996), muy talentosa, a pesar de contar con unos medios muy limitados.
«Muchas veces, al acabar una peli, la entrego y me pregunto ¿esto lo va a ver alguien?»
¿Qué tipo de directora eres?
Una que se deja aconsejar muchísimo por su equipo. Soy inflexible a la de trabajar con determinados puestos, es decir, necesito mi director de fotografía -habitualmente Víctor Entrecanales- o mi montador.
Preciso tener ese apoyo y que me conozcan mucho, mi método de trabajo. Es cierto que me dejo llevar por las puertas que me abren las personas que entrevisto; me dejó fluir, aunque también tengo una parte insegura.
¿A qué te refieres?
En ocasiones he tenido una idea, considerando que es la que toca, pero de repente alguien me sugiere que lo hagamos de otra forma. Me dejo guiar y pienso quizás que no debería.
Pasó en ‘Josep Renau, el arte en peligro’ (2018), que sigo opinando que es una película-documental demasiado larga. Hubiera acortado ciertas entrevistas.
¿Dirigir tampoco debe ser sencillo?
Por supuesto, es complicadísimo, pero después es sumamente gratificante, me da vida. Necesito contar historias y me empapo para ello.
«Me gusta rodearme de mi equipo, pues me conocen mucho más, saben cómo trabajo…»
Has logrado muchos premios, ¿qué representan?
Me dan la seguridad de que lo que hago no está tan mal (ríe), porque a veces, acabo la peli, la entrego y me pregunto ¿esto lo va a ver alguien? Es uno de mis miedos, porque se hacen para que el público las vea.
¿Cuáles son tus documentales preferidos?
‘El arquitecto de Nueva York’, también por lo que supuso rodarla junto a mi hijo, Miguel Ors. Llevaba varias temporadas colaborando en proyectos de arquitectura para ‘La finestra indiscreta’, de Canal 9, y de repente supe de la figura de Rafael Guastavino, arquitecto valenciano que diseñó la primera estación de metro de Nueva York.
Igualmente ‘Mujeres sin censura’, sobre las mujeres que protagonizaron el cine del destape, durante la Transición, dejándose de hablar de ellas cuando finalizó esa etapa.
¿Tienes dos proyectos nuevos?
Exacto, ‘Felicidad Blanc, sobreviviendo al Desencanto’. Está bastante avanzado, es para TVE y rememora todo lo que influyó en mí la película de Chávarri que antes mencionaba.
El segundo, para À Punt, es un biopic no al uso de Carlos Berlanga, autor de ‘¿A quién le importa?’, himno del colectivo LGTBI.