Hablar de empresas familiares es sencillo y en Villena tenemos la suerte de gozar de muchos ejemplos de ellas que así lo atestiguan. Si acotamos a que hayan sobrevivido a una guerra civil, dos guerras mundiales, una pandemia global e innumerables crisis económica de toda índole, el número sin duda se reduce considerablemente.
Si además hablamos de una heladería que mantiene su esencia y la fórmula secreta de algunos de los sabores que han marcado a varias generaciones en nuestra ciudad, la respuesta nos lleva hasta Helados Francés. ‘Los Chambileros’ cumplen 95 años de dedicación al noble arte de producir y vender helados artesanos -que no es porque lo diga yo- pueden competir en calidad y sabor con los mejores maestros heladeros que se precien.
Origen de la saga
Helados Francés fue fundado por Blas Francés y su esposa Emilia Gisbert, quienes se desplazaron a nuestra ciudad procedentes de Banyeres de Mariola, para que Blas ejerciera como alpargatero en nuestra ciudad. La fábrica cerró tras su llegada, por lo que la experiencia zapatera de Blas terminó. Con escasos medios e ingenio, la familia desarrolló un modelo de carro ambulante para vender helados artesanos que conocían como son el agua limón, el agua cebada o el mantecado.
En 1930 comenzaron una andadura laboral, la cual sería imposible pensar que más de nueve décadas después seguirían realizando sus nietos y bisnietos con el mismo oficio y dedicación que lo hizo Blas. Durante los años cuarenta se hizo común en la ciudad ver el carro de los helados de Blas en las principales calles y plazas de la ciudad, endulzando y refrescando a la población en una época difícil tras la Guerra Civil Española.
Llegado desde Bañeres, Blas Francés comenzó en 1930 a comercializar en Villena helados con su viejo carro
Un punto de encuentro
Este establecimiento fijo de Helados Francés vio la luz en 1946 en la Puerta de Almansa, el cual era atendido por Blas junto a sus hijos, los hermanos Blas y Raimundo, ya que el mayor de los hermanos, Fernando, trabajaba como mecánico en Talleres Gosálbez. El negocio de esta forma se diversificó alternando la venta ambulante con un puesto fijo de atención al público junto a la antigua tienda de Singer, donde actualmente se encuentra el establecimiento de Vodafone.
El paso del tiempo y los altibajos propios de una época incierta hicieron que ‘Los Chambileros’ se separaran, instalándose Blas en 1961 en la calle Corredera número 1, junto a la frutería de Franciso Pardo y ‘La Negrita’. Colindante con la conocida como Casa de la Cadena, abrieron un local que después de casi 65 años y tras varias reformas provocadas por el tiempo, sigue dando servicio en pleno corazón de Villena.
Los hermanos Joaquín, Blas y Fernando junto a sus esposas son los que regentan el negocio actualmente
Cuatro generaciones de heladeros
Los hijos de Blas y nietos del fundador, Carlos, Joaquín, Blas y Fernando, mantienen viva una saga familiar en la que se han ido incorporando miembros de la familia como sus tres esposas, siendo los seis el núcleo duro que mantiene el engranaje en marcha, el cual se nutre puntualmente de personal laboral para la temporada estival más boyante.
Reunidos en su local de Avenida Constitución, abierto en 1973 para ofrecer un servicio más céntrico en la ciudad, nos atienden los tres hermanos junto al mayor, Carlos, jubilado hace unos años, para contarnos su experiencia. Nos cuentan cómo, pese a especializarse dos de ellos en electricidad y calzado, volvieron al negocio familiar hace décadas para seguir una profesión aprendida de su padre e inculcada por su abuelo.
La cuarta generación de heladeros ha abierto nuevos establecimientos en San Juan y Almansa para proseguir con la tradición
El sabor de la tradición
Los hermanos Francés nos cuentan cómo siendo todavía niños, cogían el motocarro cuando su padre no podía, para llevarlo al paseo los viernes por la noche y endulzar el paladar de los paseantes, a la vez que se llenaban el bolsillo. Sobre los sabores más demandados en la actualidad, destacan la crema de Oreo, un sabor propio que combina el mantecado tradicional suyo como base, junto a la popular galleta.
Con orgullo nos enseñan el obrador y el gran equipamiento en maquinaria que poseen para mantener el buen hacer heladero que antaño vieron realizar manualmente en sus casas. Cierran una temporada más, satisfechos por el trabajo hecho y con la incertidumbre de un futuro profesional en el que confiesan “cada año es más difícil encontrar gente joven dispuesta a trabajar con estos horarios en verano”.
Expansión del negocio
Sobre la apertura de Helados Francés fuera de Villena, nos cuentan cómo David y Fernando, hijos de los actuales gerentes y bisnietos del fundador Blas, han abierto sendas heladerías en San Juan y Almansa. Integrantes de una cuarta generación de heladeros, que, como sus padres, reorientaron sus futuros profesionales hacia lo que habían mamado desde niños, expandiendo el buen nombre de ‘Los Chambileros’ más allá de nuestro término.
Las nuevas heladerías abiertas han cumplido su cuarta temporada de servicio en clara expansión por el importante volumen turístico del negocio costero y por el buen hacer y los premios cosechados en Almansa. Allí, Fernando, hijo de Fernando, ha recibido dos condecoraciones de Sol Repsol desde su apertura, demostrando que el buen hacer de Helados Francés sigue vivo cerca de cumplir un siglo de vida poniendo sabor, aroma y frescor al verano villenense.