Entrevista > Ángel Franco / Político (Almanza, León, 9-diciembre-1945)
Siempre digo que no es tan malo como lo pintan, no sé, por cierto, si alguien le habrá hecho un retrato alguna vez. Lo que sí le han hecho son varios trajes y caricaturas. Todo el mundo sabe su nombre, pero poca gente sabe quién es, San Agustín decía que para conocer a alguien había que conocer su corazón.
Ángel Franco, exsenador y mítico dirigente del PSOE de Alicante, nos recibe a corazón abierto para hablarnos de su conciencia política y de cómo descubrió su vocación socialista cuando estaba en proceso de discernimiento de su vocación al sacerdocio; llegó a la conclusión de que pescaría más hombres en la barca del PSOE.
Él, al igual que ‘el pescador’, tampoco ha sido profeta en su tierra de adopción. De la misma forma que hace 2000 años se preguntaron si podía salir algo bueno de Nazaret al referirse a Jesús, muchos se cuestionan si puede salir algo bueno de Ángel Franco. Los caminos del Señor son inescrutables, pero durante décadas todos los caminos del PSOE de Alicante han llevado a él.
De hombre de Dios a hombre del PSOE
En sus incontables años en política, destaca una legislatura en el Congreso de los Diputados en los años 1979 a 1982, ocupando un escaño en una de las legislaturas constituyentes. Cargo que tuvo hasta su paso al Senado del Reino de España en 1982 y hasta el año 2003.
Si vamos al ámbito municipal dio el salto al Ayuntamiento de Alicante como concejal en el año 2003 y hasta el 2007. Etapa en la que tuvo que convivir en la habitación con problemas tan elefantiásicos como el plan Rabasa.
Su elenco de cargos orgánicos en el PSOE describe a este profesor que iba para cura y qué pasó de ser un hombre de Dios a un hombre de partido.
¿Cuál es el balance que hace de tantísimas décadas en política?
Desde el mayo francés del 68. De aquí a ese tiempo he estado activo, y en aquel momento tenía presencia en ámbitos universitarios y sindicales. Siempre he tenido como referente a los países socialdemócratas, en los que la gente pudiera opinar con libertad.
En el año 1973 unos amigos me animaron a ir al Congreso de Suresnes, al que, a pesar de no poder ir, me di cuenta de la importancia que tuvo en el futuro del PSOE. Aquel evento marcó un antes y después.
Ya en ese momento era una persona conocida en Alicante, y en el año 1975 me afilié al PSOE, y éramos cuatro en toda la ciudad. Esos años era profesor de un instituto, y a todos los que éramos más progres de la cuenta nos desterraban, a mí me exiliaron a San Vicente. Nos acusaban de que estábamos corrompiendo a la juventud; el poder siempre usa sus mismos argumentos para perpetrar sus tropelías.
«En la universidad empecé a tener contacto con los comunistas»
¿Algún recuerdo político de su juventud?
Milité en la universidad en la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) y tuve que trabajar en verano para pagarme la carrera. Allí empecé a tener contacto con los comunistas, fue uno de mis primeros pasos en la conciencia política activa.
¿Cómo se fraguó el Congreso de Suresnes?
Rodolfo Llopis, figura importante en la II República, se niega a ir al Congreso, y sale elegido Felipe González. Él sigue manteniendo el poder desde Toulouse, en ese momento hay dos almas, un PSOE renovado y otro el histórico.
Estuvieron en Alicante unos dirigentes de la Internacional Socialista y estaban de acuerdo en que Llopis se había quedado atrás. En el primer Congreso del PSOE, Felipe González es ratificado como digno heredero de la antigua formación.
«Durante el último año del seminario era una persona antifranquista, con todo lo que significaba»
Sobre su militancia en la HOAC, ¿es verdad que estuvo en el seminario?
Sí, y era ya radical. En el último año del seminario era una persona antifranquista, con todo lo que significaba. Tenía veinte años, había tenido contacto con curas obreros y eso me ayudó a salir de las puertas de ese edificio y centrarme en la realidad de la calle. Eso me condujo a trabajar durante el verano en Cartagena en casa de un cura obrero.
¿Por aquel entonces seguía siendo seminarista?
Estaba todavía en el seminario, salí cuando fui a la universidad en 1968. El trabajar mano a mano me ayudaba a tener una visión de la realidad, de los problemas cotidianos de la gente. Las controversias que hay en el entorno, sintonizar con ellos, que haya una simbiosis entre los problemas de la gente y lo que ofrece un partido político.
«Mi experiencia sindical me marcó, ahí no había que especular, había que dar soluciones a la gente»
¿Qué determinó que saliera del seminario y se adentrara en el activismo político?
Llegó un momento en el que tuve que tomar una decisión, entre trabajar en la iglesia de un pueblo y conformarme con salvar dos almas, o trabajar en el común, en la sociedad y aspirar a salvar unas cuantas más. Era más eficaz trabajando desde el exterior que desde un pueblo. En aquel momento, cuando ya estaba en el último año del seminario, lo dejé.
Al salir de allí y llegar a la universidad tuve contacto con los movimientos estudiantiles y el movimiento obrero. Siempre tuve claro que mi cometido estaría en un partido democrático, por eso me llevó a tomar una de las decisiones más importantes de mi vida: ser secretario general de la UGT en la provincia de Alicante, para aplacar una gran crisis que asolaba al sindicato. Finalmente conseguimos arraigarlo en el territorio.
¿Consiguieron estabilizar UGT en Alicante?
Sí, doblegamos la depresión del sindicato y conseguimos arraigarlo en el territorio. Mi experiencia sindical me marcó, ahí no había que especular, había que dar soluciones a la gente.
El trabajador al que le han despedido no quiere cantos de sirena ni que le doren la píldora con eslóganes, desea con convicción qué el sindicato luche por sus intereses y solucione el problema: recuperar su trabajo o que se haga justicia.
«He intentado desde siempre velar porque la sociedad y las familias estén unidas»
Hay mucho cliché con los sindicatos, estereotipos que nadan en un mar de gambas y otros sabrosos crustáceos, ¿cree que son útiles?
El mundo social, económico y político está dividido en grupos. El núcleo en el que se desarrolla es la empresa, donde están el empresario y los trabajadores. Efectivamente, si no hay empresa no hay trabajadores, pero sin trabajadores no hay empresa, por eso tiene que haber un equilibrio. Es decir, usted colabora al crecimiento económico de mi empresa y yo colaboro para que usted tenga calidad de vida, no son enemigos, sino aliados.
Eso ha permitido que haya unas reglas del juego, y el sindicato es el que vela porque las normas se cumplan. Algunos sectores no creen en ese esquema, sólo miran con los ojos de la patronal empresarial, y lo que hacen es poner sobre la mesa el contrato eventual, es decir, que yo le puedo despedir cuando me dé la gana. El contrato eventual debe de ser una excepción, no la regla.
¿Especulan a veces los sindicatos sin resolver los problemas de los trabajadores?
El comportamiento ejemplar que ha habido entre los sindicatos y la patronal ha generado que no haya una gran Huelga General o que haya un diálogo y una armonía, ha evitado los conflictos sociales. Si los sindicatos no existieran, se rompería el equilibrio.
Algunos están en siglos pasados, en la época de Fernando VII, viven antes de la Guerra Civil. Hoy tenemos una gran ventaja, que la Iglesia ya no comparte las posiciones del palio franquista y tiene una visión más aterrizada.
«Si no hay empresa no hay trabajadores, pero sin trabajadores no hay empresa»
¿Por qué cree que se asocia el ser un buen católico con ser de derechas? Seguro que a alguno le extraña que un hombre tan de izquierdas como usted haya estado a punto de ser cura…
No soy ningún teórico, y en este momento no soy creyente, para eso están los curas. Sólo observé cuando leía el Evangelio que hacía el pescador, aquel hombre al que perseguían los doctores de la ley, que expulsó a los mercaderes del templo, y que desafió al poder de Roma.
¿Qué hizo este señor para que le persiguiera la élite judía? Molestó a los estándares establecidos de su era, luchó por lo que creía justo. En mi caso es lo que he intentado hacer desde siempre, velar porque la sociedad y las familias estén unidas.
Hablando de familias, ¿por qué hay tantas fricciones en la casa socialista de Alicante?
En un partido político no hay desunión, en la Comunitat Valenciana está todo integrado en una misma estructura, estamos defendiendo todos unos mismos intereses, hemos cerrado filas en torno a Diana Morant.
Evidentemente, puede que haya discrepancias, es normal, cada uno puede tener una visión en diferentes temas. Las discrepancias no son el objetivo, no pueden impedir que se cumpla un objetivo. Cuando he estado en la oposición del PSOE de Alicante siempre he sido leal, soy un gran defensor del pensamiento plural.
«No hay ningún tipo de división en el PSOE de Alicante»
¿Se refiere a cuándo usted era contrario a Pedro Sánchez y apoyaba a Susana Díaz en 2021?
En efecto. Los que me conocen saben que no me escondí en su momento, pero que al mismo tiempo, cuando ganó Pedro Sánchez, cerré filas en torno a él; siempre he sido leal, nadie me puede acusar de lo contrario.
Siempre digo que los contrincantes no están dentro, los enemigos están fuera. No merece la pena la disputa interna.
Una cuestión, dice que ya no es usted creyente. ¿En qué cree Ángel Franco?
Libertad, igualdad y solidaridad. Esos tres elementos deben llegar a todas las personas, y mientras ese objetivo no se cumpla, ahí estaré, creo que el PSOE es el mejor instrumento para lograrlo.





















