Entrevista > Marisa Gayo / Diputada autonómica (Madrid, 9-enero-1984)
De meter goles en el pabellón Pitiu Rochel a visitar el Sáhara Occidental. La vida de Marisa Gayo ha vivido todo tipo de giros de guion, con grandes momentos gloriosos como cuando casi se lleva una Recopa de Europa, pero también etapas oscuras llegando a conocer la cara más amarga de la política. Somos fruto de todo lo que vivimos, y esta montaña rusa que es su biografía es la que ha moldeado a la mujer que hoy nos atiende para hacer esta entrevista.
Hija de joyeros madrileños, llegó a Alicante con apenas tres años. Algunos la conocen por su gran trayectoria en el balonmano, otros por su vinculación a diversas asociaciones de protección animal y, por supuesto, muchos también por su desempeño político como concejala y diputada autonómica por el PP. Nosotros hemos querido conocerla un poco más, en todas sus muchas facetas.
¿Cómo empezaste a practicar balonmano?
Iba al colegio Jesús María. En aquella época se llevaba mucho durante los primeros cursos hacer multideporte, y luego especializarte en el que querías. Es un sistema que debería recuperarse. El caso es que empecé haciendo gimnasia rítmica… hasta que las entrenadoras me dijeron “Marisa, creemos que tú eres un poco bestia para esto” (risas). Entonces pasé a baloncesto, que me gustó mucho más y no se me daba mal.
Sin embargo, un día se pasó por allí Chago Brian y me propuso probar con el balonmano. Este hombre ha sido todo un referente para el balonmano femenino y me ha entrenado en muchos equipos incluso hasta el final de mi carrera en Benidorm. Cuando probé este deporte ya nunca volví al baloncesto. Digamos que se adaptaba mucho mejor a mi carácter… porque a mí me gusta el contacto (risas). Me encantó.
¿Qué recuerdo tienes de tu primera etapa en el Mar Alicante?
Con dieciséis años me pusieron un sueldecito y me hicieron jugar en tres equipos a la vez. Competía al mismo tiempo con el juvenil, el filial e incluso algunos partidos con el primer equipo. Querían que me curtiera en mil batallas. Así que tenía doble entrenamiento todos los días, y muchos fines de semana jugaba dos partidos.
Recuerdo llegar el sábado a Alicante a las 4 de la mañana tras jugar en Granada, y a las 8 tener que subirme en otro autobús para jugar en València. Fue un momento clave en el que solo podía amar u odiar el balonmano… y al final resultó que fue lo primero.
«Llegué a jugar hasta en tres niveles diferentes del Mar Alicante al mismo tiempo»
Tras pasar por otros equipos, en 2010 regresas al Mar Alicante y llegáis a ser subcampeonas de Europa. ¿Qué tenía aquel equipo que funcionaba tan bien?
Pues primero de todo, teníamos patrocinadores detrás que nos apoyaban muchísimo, y eso nos permitía ser uno de los clubes con mayor presupuesto. Además, había unas instituciones políticas que creían mucho en el deporte femenino cuando todavía no despertaba tanto interés como ahora.
Y también una ciudad que se volcó con nosotros. Recuerdo que me sentía medio famosa en Alicante. Íbamos a cualquier sitio y nos señalaban como las chicas del Mar Alicante. Quizás también porque coincidimos con una época deportiva mala del Hércules y del Lucentum.
Al final nosotras éramos el equipo que daba alegrías a la ciudad. Cuando me acuerdo del Pitiu Rochel con 3.500 personas y muchas peleándose por entrar… todavía se me ponen los pelos de punta. Enganchamos a muchísima gente y fue muy bonito.
Además, en aquellos años la Liga Española de balonmano femenino era considerada de las mejores de Europa. ¿Por qué crees que ha ido perdiendo nivel desde entonces?
Básicamente por financiación. Fíjate que la mayoría de las jugadoras de la Selección Española han tenido que emigrar a otros países como Francia o Rumanía para desarrollar su carrera con un sueldo que les permita al menos vivir de forma normal. Al final esto no deja de ser un trabajo como cualquier otro.
Por el mismo motivo antes venían grandes estrellas extranjeras a la Liga Española, y ahora como mucho están aquí en sus últimos años para retirarse. Curiosamente ahora el deporte femenino tiene más visibilidad en medios, pero nos falta la pata que sí teníamos antes en cuanto al patrocinio. En mi época había muchísimas constructoras interesadas en ello, pero cuando pinchó la burbuja desaparecieron bastantes equipos como el propio Mar Alicante.
«Esta ciudad se volcó con el Mar Alicante hasta el punto de que me sentía medio famosa»
¿De dónde te viene tu devoción por los animales?
Desde pequeña no soporto verlos sufrir. Como no se pueden defender, me duele mucho que alguien pueda abusar de ellos. Me pasa lo mismo con las personas mayores, es una sensibilidad que tengo de intentar protegerlos.
Mi primer animal de niña fue un cangrejo, y luego un pollo (risas). Mis padres estaban hartos de mi porque me traía de todo a casa y a veces incluso me castigaban. Por eso ya de adulta me he involucrado como voluntaria en muchísimas asociaciones de Alicante ciudad y provincia.
En un momento dado, ¿por qué te dio por meterte en política?
Por mi padre. Yo estaba jugando en Leganés, y de repente un día me dice que me había afiliado al PP (risas). Él era una persona muy involucrada en lo que ocurría en la ciudad a través de su asociación de comerciantes de la Playa de San Juan, y la verdad es que a mí también me gustaba la política.
En mi familia siempre hemos tenido mucha vocación por mejorar las cosas, y yo especialmente quería ayudar a los deportistas alicantinos en base a mi propia experiencia.
«Alicante necesita una instalación deportiva que esté preparada para el rugby»
Precisamente en 2018 entraste como concejala de Deportes, Comercio y Sanidad. De tu breve mandato de apenas año y medio, ¿hay algún logro que recuerdes con especial cariño?
En un momento muy complicado, traté de poner el foco otra vez en el deporte alicantino y sobre todo en albergar grandes eventos porque era algo que se nos había olvidado un poco en Alicante. Fue muy costoso y creo que tenía a todo mi equipo de funcionarios hasta las narices de mí (risas), pero conseguimos cosas muy chulas como la fase final de la Copa del Rey de balonmano o La Vuelta. En tan poco tiempo, tampoco pudimos hacer mucho más.
Me quedé con la espina de no haber podido sacar adelante un nuevo polideportivo con un espacio específico para el rugby. Tenemos dos equipos locales muy fuertes como el Alicante Rugby y el Akra Bárbara, que ya suman unos cuatrocientos jugadores.
Es una pena que tengan que jugar en campos de césped artificial, quitando horas a equipos de fútbol. Así incluso podríamos atraer a equipos extranjeros, que acuden a localidades cercanas para hacer sus pretemporadas. Ojalá alguien repescara este proyecto del olvido porque este deporte está creciendo mucho.
Sin embargo, siempre dices que ésta fue la etapa más dura de tu vida.
Sí, hasta el punto de que caí en una depresión. No me importa contarlo porque todos tenemos momentos negros, y es bueno visibilizarlos. Me ponía muchísima presión a mí misma y me lo tomaba todo muy a pecho. Esto me generaba ansiedad y hacía que se me bloqueara el cuello y cayera el pelo.
Llegó un día que mi propio chófer y mi secretario me citaron para una supuesta reunión, y cuando aparecí por allí me encontré que era un engaño para llevarme al médico del Ayuntamiento. Así tomé ansiolíticos por primera vez. De hecho, te confesaré que todavía hoy me cuesta volver al Rico Pérez, el Pitiu Rochel o el Pedro Ferrándiz porque me retrotrae a toda la tensión de aquella época.
«En los momentos duros necesitamos una mano amiga que nos evite ahogarnos»
Entonces regresaste al balonmano fichando por el Benidorm.
Había salido muy tocada en la política, y encima me encontré en casa con mi hijo de cinco años y sin nada. Entonces pensé que volver a hacer deporte era la mejor solución. Además, mi primer entrenador Chago Brian estaba en el Benidorm, así que le propuse ir a allí simplemente a entrenar. Sin embargo, él quiso hacerme una ficha de competición. Por lo que volví a las canchas… tres años después.
Aguanté un tiempo jugando, hasta que lo tuve que dejar porque arrastraba hernias de mi anterior etapa deportiva y el cuerpo me dolía una burrada. Entonces me quedé como coordinadora de la base femenina y encargada de las relaciones institucionales del club buscando patrocinadores. Agradeceré siempre al presidente Javier Abíznano, sobre todo porque me sacara de casa. En los momentos duros es cuando más necesitamos una mano que nos evite ahogarnos.
Hasta que en 2022 Pepe Císcar deja su escaño en Les Corts, corre la lista electoral… y la política vuelve a llamar a tu puerta.
Esto fue totalmente inesperado. Seguía en el Benidorm, y al mismo tiempo acababa de empezar a trabajar en la organización del Costa Blanca Bike Race de Calpe. Estaba buscando incluso más proyectos similares para trabajar en marketing deportivo; hasta que de repente me dicen que voy a ser diputada autonómica.
En un principio no quería volver, pero sinceramente las Cortes Valencianas me han hecho reconciliarme con la política. He aprendido a llevarlo de otra manera y me encanta ser parlamentaria. Esto es muy diferente a lo local, y aquí no siento tanta impotencia de no poder ayudar a todo el mundo.
«A través de la cooperación internacional podemos conseguir disminuir la inmigración»
En tu actividad parlamentaria, ¿por qué te has involucrado sobre todo en comisiones de cooperación internacional?
Básicamente fue porque José Antonio Rovira (actual conseller de Educación) me encargó ser portavoz del grupo parlamentario en derechos humanos y cooperación. Me había metido en la política por el deporte, pero he descubierto que la cooperación al desarrollo es también una herramienta fascinante. Es lo ideal para ayudar a países que lo necesitan, igual que España también necesitó ayuda tras la Guerra Civil.
El día de mañana me gustaría seguir dedicándome a la política exterior, y ahora estoy estudiando un grado universitario de Relaciones Internacionales.
Siendo la política exterior una competencia del Estado, ¿qué se puede hacer desde la Generalitat?
En realidad, en el estatuto autonómico sí se recogen algunas competencias. De hecho, tenemos una Dirección General de Inclusión y Cooperación Desarrollo que está trabajando muy bien, dirigida por Pedro Carceller. Con el Botànic se aumentó el presupuesto dedicado, y nosotros también creemos en ello así que se ha mantenido. Somos la segunda comunidad que más destinamos al desarrollo de toda España, todo un referente.
Por ejemplo, ahora estamos trabajando mucho con Mauritania ayudando a su gobierno para que sean autosuficientes y no dependan de los demás. También me he metido en organizaciones con proyectos muy interesantes en Benín o Uganda.
«Desde que el Gobierno abandonó al Sáhara, los refugiados lo están pasando realmente mal»
¿En Alicante hay organizaciones dedicadas a estos fines?
Claro. Por ejemplo, Rafiki África está formada por unos antiguos empresarios jubilados muy admirables que han ido a un poblado de Uganda donde han donado gallinas a una familia, cabras a otra, semillas a otra, etc. Y comparten conocimientos con ellos para que puedan multiplicar su producción, enviando incluso a profesionales agrónomos. También han construido colegios, un centro de salud y un centro social.
En definitiva, quieren que ese poblado sea autosuficiente, y así no se vean obligados a emigrar dejándolo todo atrás, poniéndose en peligro y buscando una nueva vida… que normalmente ni siquiera acaba siendo mejor.
Y en breve vas a visitar el Sáhara Occidental. ¿Qué vas a hacer allí?
Hemos puesto en marcha un intergrupo parlamentario de paz y solidaridad con el Sáhara Occidental, y soy su presidenta. Nos reunimos con todas las organizaciones saharauis y los delegados del Frente Polisario para tratar de ayudarles. Por ejemplo, en 2024 sufrieron inundaciones varios campamentos en Dajla y Tinduf, y enseguida activamos crédito para enviarles.
Desde que se ha abandonado al Sáhara por otras causas, el Gobierno también les ha recortado ayuda humanitaria y los 175.000 refugiados que hay allí lo están pasando realmente mal.






















