Entrevista > Dani Mares / Humorista (València, 16-agosto-1970)
Las singularidades en la vida de Dani Mares llegaron incluso antes de nacer, pues como le encanta matizar fue concebido en Murcia -donde su padre estaba destinado-, nació en València y le bautizaron en La Pesquera, pequeña localidad de Cuenca, “de la cual es originaria mi madre”.
Sumamente creativo desde la infancia, adoptó el papel de gracioso, confiesa, “porque cuando salíamos de fiesta el resto de roles ya estaban ocupados”. Se pasaba las noches contando chistes, asumiendo también que poco ligaría.
Pero no le importaba, “al menos disfrutaba”, pensaba. Mantiene ese razonamiento desde entonces, siempre con un humor blanco, apto para todos los públicos, que le ha llevado por todo el país. “Sacar punta a lo cotidiano es lo mío”, expresa.
¿Quiénes eran tus referentes en la comedia?
En los noventa a todos nos gustaban Eugenio, Gila o Marianico El Corto, pero los que realmente me fascinaban eran Pedro Ruiz -que tenía un programa de imitaciones, ‘Esta noche… Pedro’-, y Emilio Aragón, soberbio en su ‘Ni en vivo ni en directo’, siguiendo una línea blanca.
Ambos de un humor muy blanco.
Como es el mío, con el que me siento a gusto. En mis espectáculos no me agrada que suene una palabra más alta que otra. Llego a un público mucho más amplio.
¿Incluso al que espera algo más de picante?
Se le puede poner picante, pero no ser agresivo. Puedo decir “tener una noche loca”, jugando con un montón de sinónimos sin emplear verbos soeces. Esas palabras harán gracia, pero no son mi estilo.
«Me fascinaba el programa de sketches de Pedro Ruiz y el ‘Ni en vivo ni en directo’ de Emilio Aragón»
¿Opinas que nos podemos reír de todo?
Si es con clase, sí. El humor procede del dolor, es una cosa que está estudiada. Por ejemplo, si una persona obesa se ríe de sí mismo lo hace de algo que la sociedad no acepta en ocasiones. O cuando nos reímos de la caída de un payaso, nos estamos carcajeando de su dolor.
¿Debes ser sobre todo empático?
Por supuesto. El problema es que en la actualidad el público ha cambiado, tiene la piel muy fina y piensa que mucho de lo que decimos es ofensivo, cuando no es así. Hace décadas hacíamos chistes de homosexuales, travestis o gangosos, sin que nadie se molestase; eran anécdotas.
Hoy digo una frase y me pueden señalar de machista, xenófobo y mil cosas más. ¡Y en el fondo no quiero ofender a nadie! El Langui, por ejemplo, se partiría de risa.
¿Aprecias diferencias entre los públicos?
Mucha, pero como mi humor es blanco encajo en Barcelona, Extremadura, Madrid o Bilbao, en todas partes. Mis shows siempre son dinámicos, divertidos, con un ritmo que el espectador agradece, tratando aspectos muy cotidianos.
«En mis espectáculos no me agrada que suene una palabra por encima de la otra: llego a más público»
¿Cuáles son tus monólogos más carismáticos?
Después de unos iniciales plenamente amateur, realicé un curso con la Paramount y varió mi forma de escribir, el modo de desarrollar una historia o el ritmo de los personajes. Surgió entonces ‘Desmontando a Grey’, coincidiendo con la publicación del libro ‘50 sombras de Grey’.
Era un monólogo altamente divertido y premiado -en el Festival de Monólogos de Santa Pola, entre otros-, al comparar al personaje de la novela con tu pareja actual, es decir, ‘lo que pides con lo que te llega’ (ríe).
Tendrás más…
Dándole una vuelta de tuerca creé otro, que jamás llegó a tener título, sobre mis vivencias, un resumen de toda mi trayectoria.
¿Qué te pasó durante la pandemia?
Recordemos que teníamos muchísimas dificultades para actuar, con las sillas separadas, puestas las mascarillas y sin apenas podernos mover. Quise entonces elaborar algo para el público y el resultado fue ‘Vintage’, mi tercer monólogo, todavía vigente.
Rememoro la generación de los ochenta junto a extractos de la música de la época (‘Marco’, ‘La abeja Maya’…) para que la gente pueda cantar desde su sitio, sin moverse.
«Mi último show es ‘Los 50 son los nuevos 30’, porque todavía muchos pensamos que podemos con todo»
¿Es el show que después empleaste tras la dana?
Exacto, al ser muy divertido, dinámico, en el que todos acabamos cantando, bailando y riéndonos. Preparé un mailing, que moví en redes, ofreciéndome para actuar gratis en esos pueblos, con una única condición: no quería que fuese benéfico.
Solo deseaba que los vecinos de esas localidades pudieran desconectar de ese problema y disfrutaran durante un rato.
¿Comenzaste un mes después de la desgracia?
Preferí esperar un poco más, hasta febrero de 2025. Está siendo una experiencia muy chula, porque la gente, al acabar, solo quiere darte las gracias. Les ayudaba, aunque fuera una hora, a olvidarse de la tragedia.
¿Cuál es tu última propuesta?
‘Los 50 son los nuevos 30’, porque somos muchos los que, teniendo ya cierta edad, pensamos que podemos con todo, hasta que nos damos cuenta de que no (ríe). La frase que cierra el monólogo es “con lo que yo he sido…”.




















