La industria del calzado en Villena tiene sus orígenes en el siglo XVIII, cuando la ciudad comenzó a ser un importante centro productor de botas y calzado artesanal. Las primeras referencias documentales hablan de una producción local destinada principalmente al mercado nacional, pero con el tiempo, Villena fue capaz de expandir su producción y llegar a mercados internacionales.
Una internacionalización promovida, en gran parte, por la capacidad de los artesanos locales para innovar y adaptarse a las nuevas tendencias del mercado que en cada época han sido surgiendo. Un camino de resiliencia y reinvención que aún hoy continúa sobre todo en calzado infantil, cuya historia merece la pena conocer.
Desde el siglo XVIII la industria del calzado villenense se erigió como alternativa a la industria agrícola
Expansión sectorial
En las primeras décadas del siglo XX los zapatos consumidos eran la mayoría claveteados, es decir, el empeine iba unido al piso mediante clavos metálicos conocidos popularmente como ‘chinches’. Según un estudio del investigador local de la UA, Antonio Martínez Puche, el gran consumo de estos pequeños clavos posibilitó que en Villena se planteara en 1907 la construcción de una fábrica auxiliar.
Hace alusión a la apertura de una fábrica de ‘puntas de París’ o ‘chinches’, la cual en 1917 tuvo su continuidad en la fábrica de la ‘Puncha’, propiedad de Trinidad Caturla. Una fábrica creada a raíz del importante consumo de estos productos, debido a la exportación incipiente de calzado hacia el mercado europeo.
Una salida del campo
Las ramas del calzado y la piel fueron unas de las pocas alternativas viables para superar la crisis de trabajo sufrida por los jornaleros agrícolas con motivo de la industrialización.
Según el padrón de 1878, los activos en la rama del calzado en Villena eran veinticinco trabajadores, mientras que en 1903 pasaron a ser 205 los empleados zapateros en nuestra ciudad. Estas cifras indicaban que el 42,7% del total de operarios en el sector secundario en Villena pertenecían al calzado, dentro de una economía dominada todavía por la agricultura, pero en la que ya se podían adivinar cambios sustanciales a futuro.
En los sesenta y setenta el sector vivió su boom gracias a la multitud de pequeñas y medianas empresas familiares
Crecimiento con la modernización
Durante el siglo XIX Villena experimentó un notable auge económico impulsado por la expansión de la industria textil y, por supuesto, el calzado. La ciudad fue testigo de la llegada de nuevas tecnologías y maquinaria que permitieron una producción más eficiente, posibilitando la consolidación de pequeñas y medianas empresas familiares, estructuras que siguen siendo la columna vertebral del sector zapatero en nuestra ciudad.
En las primeras décadas del siglo XX, la industria del calzado en nuestra ciudad se consolidó como una de las más importantes del país. Las fábricas locales no solo abastecían al mercado español, sino que comenzaron a exportar a países europeos, lo que contribuyó al renombre internacional de la ciudad como centro productor de calzado de calidad.
Reivindicaciones obreras
En los años sesenta la industria del calzado se convirtió en el pilar económico de Villena ya que numerosas fábricas y talleres contrataron a miles de trabajadores, provocando una fuerte dependencia local de este sector. Un auge asentado sobre condiciones laborales duras, con jornadas laborales muy largas y salarios bajos dentro de una estructura empresarial de tipo familiar que apenas apostaba por la exportación o la modernización.
Con el paso del tiempo aparecieron varios factores que debilitaron la industria, como la dependencia de materias primas importadas, la competencia exterior que incrementó las importaciones de calzado barato, o la falta de visión empresarial para la internacionalización. Se suma el hecho de que muchas empresas exportadoras sufrieran por el cierre de créditos o retrasos en cobros. En este escenario empezó a sentirse lo que el sindicato Comisiones Obreras calificó como una “reconversión salvaje”.
El calzado infantil ha sido la seña de identidad de la industria en Villena la cual llegó a calzar a diversas casas reales europeas
Decreto para una reestructuración
En 1982 se publicó un decreto estatal que pretendía ordenar la reconversión del calzado donde se contemplaban subvenciones, beneficios fiscales y facilidades para las empresas. Algo beneficioso para un sector industrial que ya competía con industrias emergentes como China o Taiwan, el cual fue criticado por los sindicatos de la época denunciando que el decreto recogía, casi en exclusiva, las demandas del empresariado dejando al margen las reivindicaciones de los trabajadores.
Unos obreros que reclamaban una reducción de la jornada laboral que en los sesenta superaba las doce horas diarias, así como la jubilación a los sesenta años, el control del trabajo doméstico y la economía sumergida. Un tema que aún colea en un sector que consiguió estabilizarse, especializado sobre todo en el calzado infantil, como una de las capitales de la industria zapatera en el Vinalopó junto a Elda y Elche.
Calzado infantil: sello de identidad
Al igual que Elda lo hizo con el calzado de señora y Elche lo hizo con el calzado deportivo, Villena se especializó y consolidó como uno de los principales centros productores de calzado infantil de España. Las empresas locales se distinguieron por utilizar materiales de primera calidad y por combinar tradición con vanguardia, llegando algunas empresas a ser proveedoras de diferentes casas reales europeas, entre ellas la española.
Una seña de identidad que Villena mantiene aún, en una época de incertidumbre para la comercialización internacional, donde la digitalización y la producción de mercados emergentes vuelve a obligar a la industria del calzado local a realizar una apuesta por la calidad que le hizo destacar, para poder mantener su legado como ciudad zapatera.





















