Entrevista > Morgan Blasco / Actor (Alicante, 20-septiembre-1974)
Morgan Blasco, como muchos otros de su generación, era aficionado al cine, sin pretender dedicarse en absoluto a la interpretación. Sí recuerda que una película le marcó especialmente, la durísima ‘El Teniente Corrupto’ (1992), “con un memorable Harvey Keitel, uno de los mejores actores de la historia”.
Debutó con un papel protagonista en ‘Esperanza & sardinas’ (1995), un film de autor que llegó al Festival de San Sebastián. “Me fui enganchando a la actuación (cursos, ensayos…), tanto que empleaba casi todo mi tiempo libre”, se sincera.
Después de tres décadas en la profesión, nos enumerará sus trabajos más representativos, en teatro y audiovisual, y si es capaz de escoger entre los dos formatos, “amo ambos”. Prepara ya la obra ‘Los días lentos’, cuyo estreno será el 7 de noviembre en el Teatro Arniches de Alicante.
«Al que le apasiona este mundo no deja de formarse; llevo treinta años y considero que me queda mucho por saber»
¿Qué evolución tuviste tras ‘Esperanza & sardinas’?
Me di cuenta cuánto me gustaba este mundo, entré en un grupo de teatro amateur y mientras intentaba hacer trabajos más profesionales, descubría mis carencias a nivel actoral. Busqué cursos para formarme y comprendí, en ese sentido, que Alicante se quedaba pequeño.
Participé en mi primer montaje profesional, ‘Baal Babilonia’, de Fernando Arrabal, producida por mí mismo, junto a Manuel de Blas. Acabamos en el Festival de Avignon y ahí supe cuál era mi destino.
¿Marchaste entonces a Madrid?
Me instalé allí en 2003, después de trabajar en la compañía del mencionado Manuel de Blas. Empecé mi andadura en la capital en la Sala Guindalera, regentada por Juan Pastor y Teresa Valentín-Gamazo, formándome primero en su estudio y seguidamente en los diferentes montajes de la compañía, hasta 2010.
Regresé en 2012 para estudiar dirección y dramaturgia en la Escuela Superior de Arte Dramático (ESAD) de Murcia. Al que le apasiona este mundo no puede parar de investigar y formarse. De hecho, llevo treinta años, pero considero que me falta tanto por saber…
¿Podrías escoger entre teatro y audiovisual?
En absoluto, me quedo con los dos, porque cada uno te aporta aspectos diferentes. El cine o las series son un modo de trabajo más inmediato, concentrado en el tiempo (dos o tres meses de rodajes). En teatro primero son unas semanas de ensayo, donde creamos casi una familia, y seguidamente lo que dé la función.
«En audiovisual hay muchísima presión: son equipos grandes, costosos, en el que todos debemos estar a la altura»
Las diferencias entre los dos son…
En una escena debes estar al 100%, pues resulta imposible engañar a la cámara, no hay truco, porque te capta el alma. Debes estar en el sitio, sintiendo, por muy pequeño que sea el plano o la secuencia.
Del mismo modo, en teatro se trabaja desde la verdad, cambiando ese momento de concentración corto por una hora u hora y media de función, metido en el papel, porque como sabemos ahí no hay cortes.
¿El cine es quizás más exigente?
Los dos lo son. Sí es cierto que en el audiovisual hay muchísima presión, pues hablamos de equipos grandes, muy costosos, en el que todos debemos estar a la altura. No puede haber fallos en el minuto o dos que dure la secuencia.
En el teatro si te equivocas sigues, gracias a las herramientas que cada uno de los actores disponemos. ¡Sin que nadie del público note nada!
¿Eres un actor de qué tipo?
Me entrego al máximo en cada momento, más allá del personaje, de su perfil, haciéndolo lo mejor que puedo. Los castings actuales, al menos el primer cribado, se realizan en función de tu carácter.
«Entre mis trabajos más relevantes, la obra ‘Diktat’ y películas como ‘Fishbone’, ‘Olvido’ o ‘Una Quinta Portuguesa’»
¿Obedeces al director o le sugieres cosas?
Normalmente me adapto al tipo de director con el que trabajo, aunque me gusta sugerir, es bueno. A algunos les agrada que propongas y otros tienen las ideas sumamente claras. Debemos ser flexibles, saber con quién estamos y adaptarnos a ellos.
¿Cuáles han sido tus trabajos más relevantes?
En mi propia compañía, ‘Colectiu Intermitent’ -formada en 2019 junto a Joan Sabas (escenógrafo)-, damos rienda suelta a nuestras locuras. Una muy potente fue ‘Diktat’, de Enzo Cormann, nuestra primera obra, estrenada en octubre de 2019, poco antes del confinamiento.
Otra es la actual ‘Tres tristos traumes’, una historia de Pasqual Alapont, muy divertida y que desarrollamos en valenciano, mi lengua maternal. Se estrenó en la Mostra d’Alcoi.
Ya en audiovisual, las colaboraciones con Avelina Prat, tanto en ‘Vasil’ (2022) como en ‘Una Quinta Portuguesa’ (2025). Asimismo, ‘Fishbone’ (2018), de Adán Aliaga -rodada en Tabarca-, ‘Olvido’ (2023), en la que estuve nominado a los Premios Berlanga, y la exitosa serie ‘Favaritx’ (2025).
¿Qué estás a punto de estrenar?
‘Los días lentos’, una producción teatral del IVC, con texto de la alicantina Lola Blasco. La obra, con un reparto coral, indaga cómo la vejez se apodera de nuestras vidas.




















