Este 6 de noviembre se cumplen cincuenta años del estreno de ‘Jesucristo Superstar’ en España, una obra que supuso el punto álgido de Camilo Sesto, el artista alcoyano más internacional. Tuvo lugar en el Teatro Alcalá Palace y se calcula que costó doce millones de pesetas, “cifra no del todo real”, nos apunta su sobrino, Óscar Francés Blanes.
Todo comenzó después que Camilo viajara a Londres para sus primeros discos. “Vio la obra de teatro junto a su productor (Juan Pardo) y le anunció ¡esto tengo que hacerlo yo!”. Averiguó entonces cómo conseguir los derechos de autor para desarrollarla en nuestro país.
Seguidamente buscó el modo de adaptarla, mediante gente como Jaime Azpilicueta, director de la obra, o Teddy Bautista, el arreglista de esa ópera rock, “porque en el fondo su alma roquera le pedía hacer algo grande”. Vio en esa función la oportunidad de “dar el pelotazo”.
Puesta en marcha
“Mi tío tenía una tesitura muy alta, impresionante”, remarca Óscar, “podía hacer ópera o lo que quisiera”. Desde 1972, cuando la descubre en Reino Unido, hasta 1975 -fecha del estreno- “movió infinidad de hilos para, además de lograr los derechos, confeccionar el casting”.
Para él se reservó, obviamente, el papel principal, el de Jesucristo, perfectamente secundado por Ángela Carrasco (María Magdalena) y el mencionado Teddy Bautista (Judas Iscariote). “Se trataba de la primera vez que se hacía un musical en nuestro país”, asevera.
Sin duda, Camilo era un pionero, “un visionario, arriesgando su propio capital”. De hecho, rememora, la obra no acabó de recuperar todo lo invertido, “aunque el orgullo de lograr que fuera un éxito rotundo le compensaba”.
El estreno de la función fue el 6 de noviembre de 1975 en el Teatro Alcalá Palace de Madrid
Siempre lo mejor
Para su ‘Jesucristo Superstar’ Camilo quiso lo mejor, “obtuvo sonido cuadrafónico, toda una novedad para la época”, y el escenario se llenaba completamente, entre actores, bailarines y músicos. “La puesta en escena era alucinante, algo nunca visto en España”.
Fue, en definitiva, una obra que le marcó el resto de su vida. “Este papel me está cambiando”, le reconoció Camilo a Teddy en un camerino, en cuanto a madurez artística. “Sentía que estaba haciendo algo grande, que pasaría a la historia”, confiesa su sobrino.
Es cierto que “tuvo incertidumbre, porque el público inicialmente se mostró reacio, “era una obra polémica y estábamos todavía en el franquismo”. Hubo un pase previo para la censura, que matizaron una serie de retoques (mínimos), “había que hacer notar su presencia”.
Para Óscar Francés, «era consciente que estaba haciendo algo grande y pasaría a la historia»
La trama
Adaptación libre de los Evangelios, el argumento se centraba en los últimos siete días de la vida de Jesús de Nazaret, desde los preparativos de su llegada a Jerusalén hasta su crucifixión. Se adentraba en la psicología de Jesús y el resto de los personajes, desde el punto de vista de un Judas retratado como una figura descontenta con la dirección tomada por el maestro.
Acto seguido se plantea un enfrentamiento político y personal entre ambos, circunstancia que no se refleja en la Biblia. En el desarrollo de la trama, asimismo, se presentan un sinfín de anacronismos intencionados, argot en las letras de las canciones o alusiones irónicas a la vida actual.
“Se celebraban dos sesiones diarias”, argumenta Óscar, pese a que la primera semana no se llenó el teatro, “hasta que se corrió la voz y comenzaron a venir autobuses ¡de toda España!, haciéndose unas colas impresionantes”.
Después de no llenarse la primera semana, corrió la voz y llegaban autobuses de toda España
Sustituido
Los compromisos ineludibles de Camilo por Latinoamérica -alrededor de cincuenta conciertos todos los años- le obligó a abandonar el proyecto. “Creo que fue sustituido por Pedro Ruy-Blas, otro gran cantante, pero lejos del nivel de mi tío”, expone.
Rememora el propio Óscar -en aquel periodo con siete años y medio-, que fue a ver la obra con el resto de la familia. “Todos lo vivimos con una gran emoción y mi abuelo (Eliseo Blanes) le dijo en valenciano ‘hijo mío, lo haces muy bien, pero no nos traigas más’”.
Su padre, como los demás, sufría al verle subido en la cruz, “en ese final apoteósico, como toda la obra en sí”. Camilo se desgastaba en cada función, y le pasó factura, “porque se dejaba caer para que quedara auténtico, destrozándose las rodillas”.
Un personaje singular
Fallecido en 2019, no hay ningún día que Óscar no le recuerde a Camilo Sesto con cariño: “destacaba por su jovialidad, carácter arrollador y don de gentes”.
Muchos le criticaron por su condición sexual, “pero no era homosexual”, aclara su sobrino. “Tenía una enorme capacidad para amar: quería vivir, disfrutar…” El buen humor le acompañó siempre, incluso en los momentos más difíciles.
Son miles las anécdotas que Camilo y Óscar vivieron juntos en sus quince años de convivencia, por ejemplo, el tifón Andrew que asoló Miami en agosto de 1992. “Tenía una conexión muy especial con el Universo y eso salvó la casa y a nosotros”.





















