Los gremios tenían su cosa: así, al céntrico barrio valenciano del Pilar antes lo llamábamos Sedero o Velluters (terciopeleros o sederos, quienes trabajaban con ‘vellut’, tejido de fibra o pelo natural). Pero, ¿qué ocurre si nos enfrentamos, en el callejero, con un vial denominado de la Tapineria, paralela a la plaza de la Reina, casi a las espaldas de la catedral?
¿Qué es eso? ¿Tapín? Un ‘tapín’ o chapín es un calzado de tacón alto, pero por estos pagos los ‘tapiners’ solían ser los zapateros que trabajaban con calzados de suelas blandas, o sea, de esparto (‘tápinas’). En todo caso, esto nos sirve para darnos cuenta de cómo nuestras calles no dejan de exhibir nombres cuyo significado aún existe, pero guardado en el baúl de la curiosidad memoriosa.
Oficios del ayer
Sellemos lo anterior sabiendo que los gremios textiles y de zapateros fueron importantísimos. El segundo, de hecho, pionero, el primero en tener ‘casa propia’, fundado inmediatamente tras la constitución del Regne de València, en 1238: concretando, en 1242. En cuanto a los ‘velluters’, se oficializaría su gremio en 1479. Estábamos en el Siglo de Oro valenciano (realmente, dos centurias, XIV y XV).
Hubo otros oficios con barrio, calle o plaza, como los de quienes se dedicaban a hacer correas (la calle de la Corretgeria o correería, trasladada a la de Campaners o campaneros, según unas fuentes; o que la de Campaners era conocida como de Corretgeria o Corretjería Vella, correería vieja, según otras), pero no agotan para nada los nombres singulares.
Otros oficios tuvieron también barrio, plaza o más, como de la correería
Gigante con solera
No muy lejos y paralela a la de Tapineria, en un entramado donde abundan las calles con denominaciones ligadas a veteranos oficios, tenemos la del Gigante, y ya la mente se nos dispara con imágenes de mitos y leyendas recorriéndose, antaño, el dédalo urbano del ‘cap i casal’. Pero refrenemos tales pensamientos: en primera instancia, nos dicen que la cosa iba de un vecino alto.
Bueno, muy alto en realidad. De los que hoy jugarían al baloncesto con holgura. Realmente, esta es de las famosas mediáticamente, por su nombre. Y desde tiempo ha: ya la citaban el filósofo, humanista y pedagogo valenciano Juan Luis Vives (1492-1540), como “del Jagant”, o el jurista y erudito también valenciano Marcos Antonio de Orellana (1731-1813).
San Vicente Ferrer dijo que llovería, y cayeron ‘gotas como avellanas’
Lluvia de santo
Vale, ahora nos vamos a la derecha de la plaza de la Reina, porque la verdad es que, en general, el área por donde nos estamos moviendo da para mucho. Por ejemplo para frutos secos, los que nos puede ofrecer una calle bautizada como de las Avellanas. Rasquémonos las cabezas, perplejos, y ahondemos en las crónicas. Las referidas al dominico y luego santo valenciano Vicente Ferrer (1350-1419).
Justo por aquí aseguran que pasó con sus presuntas capacidades taumatúrgicas, o sea, de hacer milagros. El caso es que se organizó una procesión para pedir agua, que al campo no llegaba ni en modo rocío, y el religioso aseguró que, antes de llegar a este vial, llovería. Y según las referencias, vaya si lo hizo, con “gotas como avellanas”.
Muchas de estas denominaciones fueron posiblemente apelativos populares
Primados por frutos secos
Antaño, eso sí, de las Avellanas solo fue uno de los tramos de la calle, tres en concreto (los otros: de Santo Tomás, o de los Almunias, y de los Duques de Mandas). Luego, en 1923, se llamó al conjunto Primado Reig, en homenaje al religioso valenciano Enrique Reig Casanova (1859-1927), quien fue arzobispo de València entre 1922 y 1927 y primado de España desde ese año.
Como a Reig le pusieron avenida en 1940 (desde la de Cataluña, nombrada así en 1992, y antes llegó a ser de José Antonio, por José Antonio Primo de Rivera, 1903-1936, hasta la de Alfahuir, que fue una alquería musulmana de la zona), el asunto volvió a rebautizarse como de las Avellanas. Si es que cualquier excusa era buena para calzarle a un vial un nombre que hoy, quizá ya entonces, se nos antoja peculiar.
Brecha en la muralla
Reconsideremos, no obstante, que muchas de estas denominaciones fueron posiblemente apelativos populares que se han quedado como nombres oficiales de las calles. Como podría ser, ahora al sur del área donde se encuentran Tapineria y del Gigante, el vial del Trench. Un ‘trenc’ es una brecha, nos dice una de las teorías para explicar su nombre: ¿qué mejor quiebra que una acequia justo por el lugar, dividiendo terrenos?
Existe otra teoría, mucho más plausible e incluso más documentada: en 1407 se echó abajo justo acá un trozo de la muralla muslime para conectar dos sectores. Recordemos que en la Edad Media hubo por aquí un activo mercado. Al cabo, ya que un ‘trenc’ suele referirse sobre todo a un agujero en una muralla, quizá esta sea la explicación de tal calle de significado perdido en el tiempo, el que convierte lo cotidiano en misterioso.




















