Venía cargadito aquel año, el de 1959. El mismísimo 1 de enero Fidel Castro (1926-2016), allá por Cuba, derrocaba a Fulgencio Batista (1901-1973) en un quítate tú que ahora me pongo yo, que entonces, según donde tirase cada uno, se veía de diferente forma. Aunque, quizá para equilibrar, el 3 del mismo mes Estados Unidos oficializaba la incorporación de Alaska como el Estado número 49.
Terminaría ecuménico, con acciones como la del Tratado del Antártico, firmado el 1 de diciembre (aunque no entró en vigor hasta el 23 de junio de 1961), por el que doce países se comprometían al uso pacífico del Polo Sur. A título más doméstico, se abría, el 16 de marzo, el primer supermercado en Alicante (en València no llegaba hasta el 1 de agosto). Y llegaba el agua corriente a Santa Pola.
Desde fuentes albaceteñas
El hecho, bien dichoso para el municipio, escondía una serie de gestiones que escarbaban en el tiempo, las peticiones y gestiones con una sociedad, la Mancomunidad de los Canales del Taibilla, que se había constituido el 4 de octubre de 1927. En principio, su función era la de llevar el agua del río Taibilla, nacido en la albaceteña Nerpio, hasta Cartagena, Murcia y Orihuela.
Además de a estas ciudades, debía también saciar, con aquel agua brotada desde la sierra del Segura, a la base naval de la primera población, construida entre 1732 y 1782. No obstante, la magnitud de las obras (fue el canal de abastecimiento hídrico cubierto más largo de Europa, de unos doscientos kilómetros de longitud) y los propios problemas políticos del país, con una guerra civil entre 1936 y 1939, retrasaron.
Se constituyó la Mancomunidad de los Canales el 4 de octubre de 1927
Sucesión de grifos
Culminaba la primera fase de las obras en 1945. A partir de ahí, quedaba extenderse. Alicante, Crevillent, Elche o San Vicente en 1958; Benidorm en 1960, un año después que Santa Pola; Albatera y Catral en 1965; Benferri, Dolores, la fundacional Orihuela o Redován en 1966. El proceso iba a seguir extendiéndose (por ejemplo, Torrevieja en 1972) hasta llegar a los hoy ochenta municipios.
Actualmente, distribuye sus aguas en 43 localidades murcianas (casi todas: Murcia tiene 45), 35 alicantinas (algo menos: en Alicante hay 141) y dos albaceteñas (y recordemos que Albacete fue murciana entre 1833, con el primer reparto provincial español, y 1978). ¿Qué importancia pudo tener el llegar este suministro en 1959? Para Santa Pola y su desarrollo posterior, primordial. No podía arribar en momento más justo.
Distribuye en 43 localidades murcianas, 35 alicantinas y dos albaceteñas
Abandonar la autarquía
Doce paneles fotográficos saludaban a viandantes locales y visitantes de Santa Pola el pasado junio, conmemorando el comienzo del abastecimiento de agua corriente en el municipio. Y lo de visitantes queda bien dicho, porque precisamente este servicio es el que iba a potenciar el primer gran despegue poblacional y urbanístico santapolero, como ya vimos en ‘Santa Pola, cuánto hemos crecido’ (mayo de 2021).
Son los tiempos en que el franquismo (1936-1975) decide, ante la ruina económica, abandonar su política autárquica (vamos, yo me lo guiso, yo me lo como) y adoptar un plan de inspiración francesa que habrá de conocerse como desarrollismo. Buscaba crear una clase media que dinamizase la economía, propiciando además unos servicios que generasen infraestructuras también útiles para captar turistas extranjeros.
1959 contiene el arranque de la Feria del Calzado y el Festival de Benidorm
Comienzan las iniciativas
Alicante, como provincia, vive en aquel momento, justo el año del pistoletazo de salida del desarrollismo (el Plan Nacional de Estabilización Económica, aprobado por decreto ley el 21 de julio de ese mismo 1959), sus más y sus menos financieros. La mecanización en localidades como Alcoy o Torrevieja (en la explotación de las salinas, lo que también afectará a Santa Pola) provocan no pocos problemas.
Eso a pesar de que 1959 también contiene el arranque de dos iniciativas como la Feria del Calzado (FICIA), que despega el 6 de septiembre como Certamen de la Industria del Calzado de Elda, y el Festival de la Canción de Benidorm, del 10 al 12 de julio. Como futuro complemento al inminente ‘boom’ turístico, los festejos se consolidan en el año en que la diócesis, en julio, pasa a ser de Orihuela-Alicante.
Aquella sociedad pesquera
Santa Pola atesoraba en 1950, según censo correspondiente, 5.851 habitantes, que serán 6.443 en 1960, y 9.198 una década después, para dispararse a 12.022 en el conteo oficial de 1981. La población agradecería, dedicando una calle en 1974 a la Mancomunidad, recibir agua de los grifos y no depender de las hoy arqueologías turísticas de los aljibes del Massapà.
Erigidos en el siglo XVIII para recoger agua de lluvia y distribuirla después en tinajas a la población, aplacaban la sed de una sociedad que en la década de los cincuenta aún no se había sumergido en el sector servicios como ahora. La pesca dominaba, seguida después por la sal, cuya explotación industrial llegó justo con el siglo. Pero el agua ya había llegado.




















