Entrevista > Patricia Guilabert / Anestesióloga en el Hospital Universitario Vall d’Hebro (Elche, 6-septiembre-1984)
La anestesia es uno de los mayores misterios de la neurociencia, a pesar de que los profesionales de la salud lo utilizan cada día desde hace más de cien años.
Ahora sería inconcebible someterse a una operación, aunque sea menor, sin anestesia. Imaginar los procedimientos quirúrgicos que se realizaron antes del siglo XIX, probablemente nos daría escalofríos.
Curiosamente, y aunque se utiliza en millones de operaciones alrededor del mundo de manera regular, se desconoce con certeza cómo opera en el organismo y logra evitarnos el dolor.
El papel de los anestesiólogos ha sido muy importante durante la crisis del coronovirus. En ella a los pacientes críticos con dificultad respiratoria grave se les tuvo que inducir un coma para que una máquina respirara por ellos.
La ilicitana Patricia Guilabert es anestesióloga y especialista en paciente gran quemado y politraumático en el Hospital Universitario Vall D’Hebron de Barcelona.
¿Cómo ha evolucionado la anestesia hasta ahora?
Antiguamente la anestesia que se realizaba con cloroformo era una técnica muy imprecisa y con una alta mortalidad; era prácticamente imposible medir la cantidad de anestesia que se administraba y existía el gran riesgo de poner demasiada por lo que las cirugías debían ser muy breves.
Afortunadamente todo esto ha evolucionado mucho desde entonces, ahora las técnicas que se emplean son muy seguras, las complicaciones derivadas de la anestesia son muy bajas y esto es lo que realmente ha permitido que puedan avanzar las técnicas quirúrgicas.
¿Podríamos decir que es uno de los grandes descubrimientos en la historia de la medicina hasta ahora?
De hecho los avances en la anestesiología no sólo han permitido el avance de las cirugías, sino que además se ha avanzado enormemente hacia el control del dolor, tanto agudo como crónico, con técnicas de alta precisión.
¿Cómo podemos entender que no sintamos dolor al abrirnos con un bisturí?
Si hablamos de la anestesia general, normalmente se administra una combinación de tres fármacos: un hipnótico que induce el sueño, un analgésico muy potente y un relajante muscular para que se pueda operar al paciente sin que los movimientos perjudiquen a la cirugía.
La combinación de estos fármacos permite que no sintamos dolor, pero el sueño es tan profundo que no somos capaces de respirar por nosotros mismos y por ello durante la cirugía lo hacemos gracias a un respirador. Una vez que se finaliza la intervención se procede a despertar poco a poco al paciente que recupera la respiración espontánea y la consciencia.
«El sueño es tan profundo que no somos capaces de respirar por nosotros mismos y lo hacemos gracias a un respirador»
¿Todos reaccionamos igual ante la anestesia?
En esencia sí, pero el metabolismo de los pacientes es diferente, algunos eliminan los fármacos más rápido que otros. La misma dosis no sirve para todo el mundo; el tipo de vida, los otros medicamentos que consume la persona, etc. producen pequeñas variaciones entre los distintos pacientes.
¿Entonces cómo pueden saber si un paciente tiene suficiente anestesia?
Hoy en día existe monitorización avanzada que nos permite medir la profundidad del sueño, la relajación muscular e incluso de manera indirecta el dolor que sufre nuestro paciente, y esa información nos permite ajustar las dosis.
¿Qué diferencia hay entre la general y la local, en la que somos conscientes pero no sentimos dolor?
En la anestesia local o locorregional lo que hacemos es un poco diferente a lo que explicábamos en la anestesia general. Como sabéis podemos dormir un pie, una pierna, un brazo, ambas piernas y que el paciente permanezca despierto a la vez. En este caso, lo que hacemos es bloquear el impulso nervioso que trasmite la información de lo que sucede en una zona de nuestro cuerpo.
Podríamos decir que nuestro cuerpo funciona igual que un circuito eléctrico, por un lado tenemos los impulsos que nosotros enviamos y que nos permiten movernos, es decir mi cerebro manda un impulso al dedo y al llegar este se mueve, y luego tenemos los impulsos que recibimos.
La información sobre el dolor o el tacto que se origina en el dedo viajará por ese circuito ‘eléctrico’ hasta nuestro cerebro donde al llegar seremos conscientes de lo que nos está sucediendo.
«El anestesiólogo es probablemente la pieza más importante en un quirófano»
¿Es como si nos cortaran temporalmente un ‘cable’?
Algo así. La información fluye por estos circuitos y nosotros lo que hacemos al aplicar la anestesia local alrededor de un nervio es un corte temporal de esos cables, lo que significa que no seremos capaces de enviar órdenes de movimiento o que por mucho que las enviemos no llegarán a producir el movimiento deseado, y que la información sobre tacto o dolor no la recibamos como tal porque nunca llegará a nuestro cerebro. Lo cierto es que a mí me sigue pareciendo fascinante.
¿Tiene otras aplicaciones al margen de evitar el dolor?
Por supuesto, recientemente todos hemos sido muy conscientes de lo necesarios que han sido los anestesiólogos a la hora de gestionar la crisis sanitaria de la covid’19, en la que a los pacientes críticos con dificultad respiratoria grave se les tuvo que inducir un coma para que una máquina respirara por ellos.
¿Además de dormirnos, qué papel juega el anestesiólogo en un quirófano?
Pese a que todo el mundo sabe lo que hace el cirujano y considera muy importante que este deba ser bueno para obtener un buen resultado en la cirugía, el anestesiólogo es el gran desconocido. Sin embargo, para mi es probablemente la pieza más importante del quirófano.
El anestesiólogo no sólo será quien nos duerma y nos despierte, sino que es la persona que velará por nuestra seguridad desde el momento en que nos ve en consulta, hasta que finalice el postoperatorio y estemos listos para volver a la planta de hospitalización.
«La anestesia local bloquea el impulso nervioso que trasmite la información de lo que sucede en una zona de nuestro cuerpo»
Acláralo un poco más.
Como anestesiólogos nos encargaremos de resolver cualquier situación médica que pueda afectar al bienestar de nuestro paciente, además de facilitar al máximo que la condiciones sean las óptimas para que se desarrolle correctamente la cirugía.
Seremos los que se encarguen de reponer la sangre en caso de que haya problemas, de resolver alteraciones de la coagulación, de solucionar cualquier tipo de problema cardiaco, renal o de cualquier otro tipo.
¿Entonces es cómo nuestro gran cuidador en todo el proceso?
En definitiva el anestesiólogo es quien hace que pese a que a tu cuerpo le estén agrediendo cortándole piel, huesos o vísceras, prácticamente no se entere y no haya repercusión.
Pero incluso si la cirugía o la situación se complican y necesitamos ingresar en una unidad de cuidados críticos postoperatorios, será el anestesiólogo quien esté a cargo del paciente mientras esté grave, y si en algún momento sufrimos un dolor crónico también será el anestesiólogo quien nos reciba en la unidad del dolor para ayudarnos a superarlo.