Entrevista > Estefanía Rocamora / Actriz (Elche, 22-diciembre-1980)
Encabezada por la ilicitana Estefanía Rocamora, ‘Clímax’ ha vuelto esta temporada a los teatros madrileños para la que será su décima temporada en cartel, consolidándose como una de las más longevas de la cartelera española.
Enamorada de su profesión hasta el punto de encadenar media docena de funciones en un fin de semana, la actriz reivindica la comedia y el musical para estos momentos postpandémicos y reconoce que echa de menos la oportunidad de actuar ante su público.
Antes de hablar sobre ‘Clímax’, quiero preguntarle por ‘Amar en tiempos de covid’, que es una novedad de esta temporada.
Así es. Es un musical original de Julián Salguero, que es con quien llevo trabajando ya cinco o seis años. Es una comedia brutal en la que no se para de reír en la hora y media que dura la función.
Esa, como decíamos, es la novedad, pero también protagoniza ‘Clímax’, una de las obras más longevas de la cartelera teatral madrileña. ¿Cómo sienta eso?
¡Muy guay! Yo entré hace tres años sustituyendo a Alicia Fernández y me he convertido en titular. Es una comedia súper divertida con seis piezas independientes que hablan del amor, del embarazo, de la edad, las parejas gays…
Si me permite la comparación con el cine o la televisión, ¿no le da miedo encasillarse en un papel y que, por ello, los productores no terminen de verla en otros roles?
Puede que sea así, pero mi caso es particular. Vivo de esto desde hace veinte años y a día de hoy no sólo estoy en una función. En un fin de semana, puedo estar haciendo seis funciones diferentes. Así, paso por diferentes personajes y no tengo ni tiempo de encasillarme.
Dicho esto, es verdad que en las compañías que estás haciendo años y años un mismo personaje, te encasillas. Ocurre, incluso, que la gente te reconoce por el papel que interpretas y no como la actriz.
«En un fin de semana puedo llegar a hacer seis obras. Si me llevase los personajes a casa, viviría con 300 estefanías»
Con seis funciones en un fin de semana, usted no puede ser una actriz del método. Si lo fuera, acabaría bastante tocada.
(Ríe) ¡Me volvería loca! Yo soy del aquí y del ahora. De escuchar y estar presente. Hago mucha comedia y he de reconocer que se me da muy bien y, por eso, me salen tantos papeles de este tipo y comedias musicales. Como dices, no soy de las que me llevo el personaje a casa porque viviría con 300 estefanías en mi cabeza.
Quizás, a los que más les sorprenda es a mis compañeros porque, por ejemplo, llego a hacer ‘Clímax’ llena de purpurina y me preguntan que de donde vengo y les digo que de hacer un infantil, y paso de hacer de rana o cangrejo a hacer otro personaje muy distinto.
¿Y nunca le ha sucedido que, en mitad de una función, se le hayan cruzado personajes y obras en la cabeza en uno de esos momentos de ‘tierra, trágame’?
No eso exactamente, pero con Julián Salguero hemos tenido momentos estelares. Lo bueno de estas cosas es que el público lo está viviendo contigo y se mea de la risa. He tenido ‘blancazos’, momentos de ponerme a improvisar o, incluso, de decirle al público que no sabíamos ni dónde estábamos. Eso es lo maravilloso del teatro: es algo vivo. La gente lo agradece.
¿Cómo ha sido el camino que le ha llevado de Elche a afianzarse en el circuito teatral madrileño?
Empecé con el teatro desde muy pequeña en Elche. Mientras me sacaba el COU, estaba trabajando de cajera en Carrefour los fines de semana y recuerdo perfectamente un viernes por la noche, pasando los productos, que vi a la gente y me dio la sensación de que su única alegría de la semana era que llegara el viernes para ir al supermercado. Yo no quería eso para mi vida.
«Estudiando COU trabajaba en Carrefour y un viernes me di cuenta de que no quería esa vida para mí»
Una revelación en toda regla.
Así es. Salí, me encontré con mi novio, me puse a llorar y esa misma semana cambió mi vida. Decidí que mi siguiente sueldo me lo iba a guardar para irme a Madrid.
¿Y lo hizo?
Me marché de incógnito con mi hermana. Cogimos el tren para hacer una prueba en una escuela y me cogieron y sólo dos días antes les dije a mis padres que me marchaba a Madrid a estudiar.
¿Cómo reaccionaron?
Imagínate. Me decían que yo tenía pájaros en la cabeza. Me marché con una mano delante y tora detrás, pero ha sido una aventura maravillosa. Mi profesión me ha llevado a trabajar a China, Japón, en parques temáticos, en hoteles… ¡es un oficio tan amplio!
«Hace poco que mandé propuestas a Alicante y a Elche para ver si hay suerte y contratan ‘Clímax’ o ‘Amar en tiempos de covid’»
¿Tiene la sensación de que le falta ser profeta en su tierra?
En parte, así es. Hace poco que mandé propuestas a Alicante y a Elche para ver si hay suerte y contratan ‘Clímax’ o ‘Amar en tiempos de covid’. Sólo puedo decir que sería un éxito asegurado.
Últimamente parece que las comedias y los musicales están copando las carteleras de teatros y de cine. ¿Cree que la gente tiene ahora una especial necesidad de reír?
Exactamente. La gente no tiene ganas de pensar, de dramas, de llorar… tiene ganas de reír. Siempre lo ha tenido, pero ahora de forma muy especial. Hace poco, estuve en un festival en La Rioja y las seis obras programadas eran comedias. Es algo que no había pasado nunca y era, precisamente, por lo que tú has dicho. Ahora mismo, el público necesita evadirse de sus problemas y necesita comedias. Y cuanto menos te hagan pensar, mejor.