Entrevista > Francisco Martínez Olcina / Fundador de la Agrupación Lírica Ciudad de Elda (Elda, 12-noviembre-1949)
La Agrupación Lírica Ciudad de Elda comenzó su andadura en el año 1992, con la representación de la zarzuela ‘El niño judío’, obteniendo un gran éxito que les animó a continuar con nuevas producciones. Fruto de esa excelente acogida, fueron estrenando obras, hasta un total de 33 títulos que componen su repertorio en la actualidad. De forma ininterrumpida lleva la zarzuela por poblaciones de nuestra provincia y fuera de ella.
Francisco Martínez Olcina es el fundador de la agrupación. En los más de 29 años de trayectoria, sin descanso y con la mayor ilusión, acerca el género a todos los aficionados para mantener viva a la zarzuela, tan arraigada históricamente a nuestra cultura nacional. En el mes de noviembre interpretarán ‘La gallina ciega’, tanto en Elda como en Petrel, cuya música es de Manuel Fernández Caballero, uno de los compositores más prolíficos de la lírica en España.
¿Qué le llevó a interesarse por la zarzuela?
Me gusta desde niño. Escuchaba la radio en aquella época y cuando ponían zarzuela me entusiasmaba. Comencé comprándome discos de vinilo y cuando tuve ocasión fui a Petrel a ver la compañía Grupo Lírico Petrelense. Me gustó y me apunté. Allí estuve unos seis años, y cuando se disolvió el grupo decidí retomar esa actividad en Elda y seguimos la andadura hasta el día de hoy.
¿Cómo recuerdas los orígenes de la agrupación, cuando en el año 1992 representasteis vuestra primera zarzuela?
Por un lado, con mucha ilusión y por otro lado fue muy duro. Eran nuestros principios y en lugar de escoger una zarzuela sencilla cogí ‘El niño judío’, una obra en tres actos y de mucha envergadura. El recuerdo fue muy gratificante, porque lo hicimos en la plaza Castelar y hubo como unas dos mil personas, estaba hasta la bandera.
Hacía muchísimos años que en Elda no se hacía zarzuela, y mucho menos una compañía local, y salió muy bien. A nivel personal no me volví loco de milagro, por ser una obra de mucha entidad, muy difícil y costó mucho trabajo.
«La zarzuela es puro directo y eso siempre lo agradece el público»
A lo largo de casi 30 años habéis representado un gran número de títulos del género chico. ¿Cuáles han sido los momentos más especiales que recuerdas?
Todos los viajes y actuaciones han sido muy agradecidos. Hemos actuado en muchos pueblos, teatros, etc. y siempre hemos quedado muy bien. De hecho hay muchos sitios a los que solemos volver. Es muy bonito porque es un puro directo y siempre lo agradece el público.
En cuanto a los títulos que más han significado, destacaría ‘El niño judío’, porque la hemos repuesto varias veces con montajes nuevos; ‘La leyenda del beso’, ‘La tabernera del puerto’, ‘La rosa del azafrán’, ‘Gavilanes’ o ‘Marina’, que la hicimos en el veinticinco aniversario. Hemos hecho treinta y tres títulos y varias antologías.
En Elda representaréis la obra ‘La gallina ciega’. ¿Qué destacas de la obra?
Es una zarzuela de género chico, pero ésta tiene una duración intermedia. En el argot madrileño del siglo XIX se denominó ‘género chico’ por lo cortitas que eran, de cincuenta minutos aproximadamente. El género grande, sin ser despectivo ninguno de los dos, son obras de dos o tres actos.
Ésta es una zarzuela cómica de enredo, del maestro Manuel Fernández Caballero, donde hasta el último minuto no se sabe el desenlace. El público puede disfrutar doblemente, con una música preciosa y una historia muy divertida, y la incertidumbre de no saber lo que va a pasar hasta el final.
«En ‘La gallina ciega’ se tiene la incertidumbre de no saber el desenlace hasta el final»
¿Cuál es el día a día de la Agrupación Lírica de Elda? ¿Qué actividades lleváis a cabo?
En estos momentos estamos trabajando en ‘La Gallina ciega’. Pero hemos llevado un par de años malos por el tema de la pandemia. Desde el año 1992, y hasta que nos han cortado las alas, ensayábamos tres veces por semana, a horas intempestivas, con dos días de música y uno de texto.
Somos todos afiliados de Elda, cuarenta miembros de coro, y a veces vienen solistas o un cuerpo de baile o una orquesta de unos veinticinco músicos que llegan de fuera, y a los que nos gusta esta pasión nos sacrificamos. Cuando tenemos un contrato o vamos a actuar siempre aceleramos los ensayos para dejar la obra lo más trabajada posible.
¿Cómo fue la experiencia de actuar durante cuatro años en el marco de Lucentum?
Fue una plataforma que se hizo en las ruinas romanas y se realizaban muchos espectáculos de teatro, jazz, orquesta o zarzuela. Había que presentar el proyecto, la solicitud, y te asignaban una fecha. Estuvimos cuatro años haciendo varios títulos, cada día una compañía de Alicante.
Había una grada enorme. Se programaba en agosto y venía mucha gente de Madrid y extranjeros. Como se hacía mucha publicidad, todas las noches se llenaba ese marco grandioso de gente no habitual.
«A los que nos gusta esta pasión nos sacrificamos»
¿Consideras que el género de la zarzuela sigue tan arraigado a nuestra cultura como hace años?
Por desgracia no. En la zarzuela no se hace publicidad. En televisión no la conoce nadie, en la radio no suena, no hay compañías itinerantes como antes. En Elda todos los años venían una compañía o dos y ya no. Tampoco se venden discos. Se hace zarzuela en grandes teatros, en Madrid, en Bilbao…
La zarzuela debería reivindicarse más para que no se pierda. Es un género musical, como lo es la opereta francesa o alemana, o la ópera, que es todo cantado. Pero la zarzuela es cantada y hablada, y hay de una belleza sin igual. En Sudamérica existe más afición que en España. Hay una propuesta para declarar la zarzuela como patrimonio inmaterial de la humanidad. Son cuatro siglos desde los primeros compositores y tiene una historia muy grande.
Por último, ¿realizas otras actividades en la ciudad de Elda? ¿Cómo es tu vida aquí?
Actualmente estoy jubilado y me dedico a mis labores. Tengo la afición de la zarzuela, junto con otras que son independientes. Después de estar en Elda casi 72 años, pues sí, me gusta mi localidad. Mis padres y mis abuelos son de aquí y tengo un arraigo inmenso. Me encuentro a gusto, cada uno tiene sus pretensiones y uno se amolda a su entorno.