Casi un centenar de jugadores de golf de distintos niveles se dieron cita a finales del pasado mes de octubre para disputar, en las instalaciones del campo de golf de l’Albir, el torneo con el que el Club de Golf l’Alàs-l’Albir celebró su 18º cumpleaños.
Un proyecto que nació del empeño de cinco enamorados de este deporte y que en la actualidad aglutina a casi 200 personas y, sobre todo, se ha convertido en un potente motor económico para la zona de l’Albir que, aunque no sólo, debe buena parte de su potencial inmobiliario al llamado ‘turismo de golf’.
Miguel Torres, además de jugador -actualmente ocupa la segunda posición del ranking valenciano y en diciembre disputará el Campeonato de España-, es su presidente y uno de los hombres que con más pasión y cariño habla de estas casi dos décadas.
El club de golf l’Alfàs-l’Albir acaba de cumplir la mayoría de edad. ¿Cómo surgió la idea de ponerlo en marcha?
Yo me saqué el título de profesor y profesional en el año 2000. Poco antes, habíamos comprado un piso muy cerquita del campo de l’Albir, que por aquel entonces estaba algo abandonado. Me di cuenta de que la gente que venía a dar clases se encontraba un poco ‘parada’ porque podían pegar algunos golpes de 80 o 90 metros y se acababa.
Por eso, pensamos en buscar una especie de hoyos imaginarios. Iniciamos aquello, todos los viernes por la tarde, y de ahí surgió la idea de empezar a usar la cancha como un campo de golf.
En otras palabras, pasito a pasito.
Así es. Hablamos con el gobierno local de entonces y ellos nos permitieron desarrollar aquel proyecto en una cancha municipal bajo la premisa de que no les costase dinero. Así nació nuestro primer torneo, que se celebró el 23 de octubre de 2003 y que contó con once jugadores.
«Generalmente se suelen poner muchas más trabas para este tipo de proyectos. Nosotros, sin embargo, no hemos tenido ninguna»
Sólo comparando esa cifra con las actuales ya se hace uno a la idea del crecimiento que ha tenido el club.
Efectivamente, en 2021 hemos sido 95 jugadores en ese mismo torneo de octubre. Pero en 2019, justo antes de la pandemia, llegamos a ser 136 jugadores en un club que tiene 150 socios. Es decir, jugaron casi todos los miembros, algo que consideramos todo un éxito.
¿Ha resultado fácil llegar a una masa social tan amplia?
Todos los miércoles por la tarde abrimos la cancha para que todo aquel golfista y no golfista pueda venir y probar lo que es el golf y, de esa manera, conozca este deporte. Lo cierto es que es una iniciativa que está teniendo una gran aceptación.
«Nos llaman muchas personas de Madrid, Euskadi, Valencia, Catalunya… interesándose por los horarios o eventos para hacerlos coincidir con sus vacaciones»
Corríjame si me equivoco, pero tengo la sensación de que contar con un campo público ha ayudado mucho a, si me permite la expresión, democratizar un deporte que, por lo demás, siempre ha sido visto como muy elitista.
Lo has acertado a la perfección. La cancha Paco Saval de l’Albir es la única de este tipo en toda la Comunitat Valenciana. Desde un principio desde el club hemos querido que el golf llegue a todos los bolsillos y, por lo tanto, a todos los hogares. La escuela de golf municipal vale 60 euros al año.
Hemos conseguido desterrar esa idea de que para jugar al golf hace falta tener dinero y lo hemos hecho gracias, precisamente, a estas instalaciones.
Usted lo ha dicho antes: cuando empezaron su andadura el campo estaba bastante degradado. Por lo tanto, no es aventurado decir que gran parte de la culpa de la buena salud del golf alfasino se debe al trabajo del club.
Algo tiene que ver, sí. También debo decir que nuestro proyecto era y es bonito, pero sería inviable si no tuviéramos la ayuda y el apoyo del ayuntamiento, que nos dice ‘chicos, ahí tenéis el campo. Haced lo que tengáis que hacer’. Generalmente se suelen poner muchas más trabas para este tipo de proyectos. Nosotros, sin embargo, no hemos tenido ninguna.
«Todos los miércoles por la tarde abrimos la cancha también para que el no golfista pueda venir y probar lo que es el golf»
Supongo que la Administración habrá sabido ver el valor añadido que para l’Albir supone contar con un campo de golf.
Muchos de los edificios colindantes se han aprovechado de la existencia de esta cancha, porque supone un extra para el turismo. A nosotros nos llaman muchas personas de Madrid, Euskadi, Valencia, Catalunya… interesándose por los horarios o eventos para hacerlos coincidir con sus vacaciones.
Cuando ustedes empezaron era pleno boom inmobiliario y la parcela del campo de golf es muy golosa. ¿Ha estado alguna vez en riesgo de desaparecer?
Hubo un momento en que eso sucedió. Fue al principio, cuando gobernaba el PP de Gabriel Such. La cancha llegó a tener el cartel de cerrado y se nos iba a pasar a la zona de Sant Pere. Sin embargo, tras el cambio político y con la llegada al gobierno de Vicente Arques, todo cambió. Desde entonces, debo decir que todo ha ido en volandas.