Pese a que vivimos en la era de la información, esa en la que cualquier persona tiene un acceso ilimitado e inmediato a todo tipo de conocimiento a través del teléfono móvil y de que son los jóvenes los que, al menos esa es la percepción general que se tiene de ellos, más uso hacen de esas tecnologías; llama poderosamente la atención la falta de, precisamente eso, información, que tiene ese grupo social sobre muchas cuestiones que les afectan directamente.
Una de ellas, y es un área con muchísimas derivadas, es la de la educación afectivo-sexual. Las concejalas de Juventud y de Igualdad de La Nucía, Mª Jesus Jumilla y Gemma Márquez, respectivamente, muestran su preocupación y, en ocasiones, perplejidad por la realidad que se vive en ese ámbito.
La única vía de información y la única manera por la que los jóvenes acceden a la sexualidad es la pornografía
Antes y después de la pandemia
Por ello, y con el objetivo de abordar esta problemática de forma novedosa y transversal, el pasado mes de febrero lanzaron, de forma conjunta, el proyecto ‘Sextutorías’, dirigido a los jóvenes y a sus familias y que ahora ha iniciado su andadura.
Ambas coinciden en señalar que el principal motivo para dar este paso es que “hasta antes de la pandemia, Salud Pública tenía los PIES, unos proyectos de información y educación sexual que se desarrollaban, sobre todo, en los institutos. Sin embargo, con la pandemia todo esto se quedó parado. Además, la Estrategia Valenciana de la Juventud, desarrollada desde el IVAJ, contempla la educación afectivo-sexual como uno de sus ejes estratégicos. Pero es algo que todavía está por construir en gran medida”.
Enfoque transversal
Conscientes de que esta cuestión presenta muchas aristas, Jumilla explica que “desde Juventud e Igualdad hemos decidido abordar esta cuestión desde un punto de vista más amplio del tradicional. Es decir, que no sea sólo un servicio de información y asesoramiento para ayudar a jóvenes, sino dándole más sentido junto a otros proyectos que ya teníamos en marcha y que nos estaban demostrando que sí o sí necesitábamos educación en materia afectivo-sexual”.
Por ello, “la idea es que sea algo muy transversal. Es decir, que no sea algo sólo físico, sino también emocional. En los años 80 y 90 existía una información a nivel preventivo, pero ahora nos encontramos con varias generaciones, por lo que no es algo que surja a causa de la pandemia, que no han recibido educación afectivo-sexual en los centros”, añade Márquez.
En los 80 y 90 existía información a nivel preventivo, pero ahora hay varias generaciones que no han recibido educación afectivo-sexual
Pornografía omnipresente
Esa ausencia de educación afectivo-sexual durante los últimos años ha provocado, tal y como relata la edil de Juventud, que “la única vía de información y la única manera por la que los jóvenes acceden a la sexualidad es la pornografía ‘mainstream’, con todo lo que eso implica. Eso es algo que, como decíamos antes, hace que se tengan que transversalizar otras cosas: violencia de género, igualdad de oportunidades, la diversidad, toda la cuestión LGTB…”.
Y eso, pese a que la Administración cuenta con recursos para evitar esa realidad. “Hay un montón de programas especializados con personal muy preparado. Programas muy buenos, pero que no llegan a implementarse y, por lo tanto, no alcanzan a su público objetivo que son los jóvenes. Es muy difícil, en parte, porque los adultos oyen la palabra sexo y se bloquean. Negar la sexualidad de los jóvenes es un problema porque, sencillamente, existe”, advierte Jumilla.
El tabú sexual
La gran pregunta, por lo tanto, radica en conocer los motivos por los que la educación sexual ha abandonado los centros educativos. Márquez explica que “no se pueden generalizar los motivos, pero la principal traba para conseguir que la educación afectivo-sexual llegue al ámbito educativo, tanto en los centros escolares como en las familias, es que el sexo sigue siendo un tabú”.
Algo que choca frontalmente con ese fácil acceso a la pornografía antes descrito y que, como reconocen las ediles, convierte la situación en “algo paradójico porque vivimos en una sociedad hipersexualizada y nuestros jóvenes tienen un acceso impresionante a la pornografía y están recibiendo imágenes e inputs constantemente de ese tipo de sexualidad, que no tiene nada que ver con la sexualidad humana sana, la que se produce cuando dos personas se juntan”, puntualiza la edil de Igualdad.
El servicio irá modulando sus actividades y objetivos a las necesidades que vayan surgiendo
Escucha activa
El proyecto de las ‘Sextutorías’ está ahora dando sus primeros pasos. Esto hace que, aunque ya se están planificando las primeras actividades concretas, todavía no exista una imagen clara de las principales necesidades que presentan los jóvenes destinatarios de la iniciativa, algo que se quiere solucionar con un proceso de escucha activa.
Tal y como explican Jumilla y Márquez, “estamos todavía en una fase muy inicial del servicio y, por lo tanto, no tenemos una imagen muy clara de cuáles son las principales dudas o inquietudes que tienen nuestros jóvenes. Por lo tanto, vamos a comenzar abordando cuestiones que hayamos podido detectar con otro tipo de intervenciones que ya hemos realizado. De ahí que, como ya hemos dicho antes, lo abordemos de una manera muy transversal”.
Dar a conocer los recursos
Aunque la temática y el objetivo de las actividades concretas podrá ir cambiando para adaptarse a las necesidades e inquietudes reales de los asistentes, la responsable del área de Igualdad avanza que las ‘Sextutorías’ arrancarán con “charlas y talleres específicos sobre pornografía, prevención de la violencia en el noviazgo. Nos hemos dado cuenta de que no tienen ni idea de métodos anticonceptivos y de prevención de enfermedades de transmisión sexual (ETS). De todas aquellas campañas que se hacían en los 80 y los 90, que eran muy potentes, no hay ni rastro en la generación actual”.
Una de las cuestiones que más preocupan a día de hoy es que los jóvenes “tampoco saben cuándo y cómo acudir a los servicios especializados, ya sean de salud o de cualquier otra índole. No tienen nada de información. Por todo ello, una de nuestras prioridades es facilitarles información acerca de esos recursos y canales especializados que existen”, subraya Jumilla.
«Los jóvenes no tienen ni idea de métodos anticonceptivos y de prevención de enfermedades de transmisión sexual» M. J. Jumilla
Reconocimiento de la violencia
En un momento histórico en el que se ha puesto de forma muy decidida el acento sobre la prevención de la violencia machista, sorprende escuchar que los jóvenes, como explica la edil de Igualdad, “no son capaces de detectar agresiones sexuales. Nos hemos encontrado con muchas niñas y jóvenes que han sufrido agresiones sexuales y no tenían muy claro si lo eran o no, así como con embarazos no deseados o planificados”.
Algo que puede tener su origen en que “la toxificación es la vía perfecta para canalizar toda esa narrativa que pretende ocultar esta realidad. No podemos dejar de lado que hay una industria muy potente detrás de esto”.
Pese a todo, Jumilla rompe una lanza a favor de los jóvenes y subraya que “no es dejadez por su parte. No debemos ver a la juventud como un grupo de irresponsables. Ese no es el caso. Lo que ocurre es que existe una gran desinformación y una muy baja percepción de los riesgos; de dónde están los riesgos reales”.
El rol de las familias
Las ‘Sextutorías’ sólo tendrán sentido si en ellas se implican todas las personas que juegan un papel fundamental en la educación de niños y jóvenes, pero la edil de Juventud alerta de que “es muy difícil acceder a las familias. De hecho, el proyecto va a arrancar con ellas. Para ello, contamos con el apoyo de Salud Pública, tanto con la ginecóloga que tenemos en el Centro de Especialidades de La Nucía, como con una sexóloga”.
Su intención, precisamente para conseguir esa participación masiva, es adaptar y modificar el contenido y los objetivos de las acciones a tomar a las necesidades del momento. “No queremos diseñar, al menos por el momento, nada en concreto. Sabemos que lo principal es la comunicación. Ese es un problema real. Dicho esto, queremos que sean los padres, las madres y, si así lo desean, los profesores de los centros los que planteen sus propias preguntas”, insiste Jumilla.
La violencia machista sigue un patrón muy determinado que repunta en vacaciones y fines de semana
Brecha generacional
Quizás, una de las grandes barreras con las que se encuentran los profesionales y las iniciativas que abordan esta cuestión radica en la brecha generacional que se da entre padres e hijos, y en que la misma puede estar creciendo por las muchas sensibilidades y realidades que se van sumando al movimiento LGTBI.
En ese sentido, Márquez considera que “con la cuestión LGTBI hay muchos pasos que dar porque el propio movimiento todavía se está repensando. Es verdad que se siguen sumando nuevas sensibilidades y realidades y eso hace que mucha gente se puede perder. Nosotras incluidas”.
Justicia social
En ese sentido, subraya la responsable de Igualdad, “aunque cada vez se van incorporando más sensibilidades, la realidad es que el aro social está bastante definido y es, muchas veces, muy pequeño. Lo principal es hacer ver que la diversidad existe en nuestra sociedad a todos los niveles, y que es una cuestión de justicia social conseguir que todas las personas podamos vivir con igualdad de derechos y comprender que la diversidad enriquece”.
La edil confirma que, en base a la experiencia acumulada en ambas áreas de trabajo, se puede afirmar que “hay muchas cosas que los pequeños tienen mucho más normalizadas que los jóvenes y, por supuesto, que los adultos. A la vez, sigue habiendo muchos casos de bullying y, por lo tanto, no podemos cantar victoria. La igualdad no es real ni efectiva como tampoco lo es, y esto es todavía más importante, la tolerancia y el respeto. Por ahora, sigue siendo un espejismo”.
«Es muy difícil acceder a las familias y, de hecho, por eso el proyecto va a arrancar con ellas» M. J. Jumilla
Falta de herramientas sociales
A todo ello, además, hay que sumar la sensación generalizada de que la propia sociedad vive un momento de gran crispación, algo que puede tener también su reflejo en todos lo relacionado con la educación afectivo-sexual
Gemma Márquez reconoce que “en el área de igualdad tratamos con violencia explícita. Si extrapolamos eso a términos más generales, vemos que están faltando herramientas a nivel social. Es algo bastante curioso porque, por lo general, las personas evitamos el conflicto y, por lo tanto, si existe esa sensación de que todo está muy crispado, es porque faltan esas herramientas que nos permiten relacionarnos los unos con los otros”.
Además, Márquez quiere romper un estereotipo y confirma que “por lo que hemos podido comprobar en el ámbito de las agresiones sexuales o la violencia de género, tanto a nivel físico como psicológico, no hay grandes diferencias entre las distintas nacionalidades que vivimos en La Nucía y en la zona. Es algo estructural que no varía tanto de una sociedad a otra. Esa percepción de que esta realidad se produce más entre los que provienen de uno u otro país es un prejuicio. La verdad es que eso no se produce”.
El ’boom’ tras la pandemia
Un problema, el de la violencia machista, que tuvo un pico muy elevado, tal y como se alertó desde las muchas asociaciones que trabajan en ese ámbito, durante los confinamientos producidos con la pandemia, cuando muchas mujeres tuvieron que convivir encerradas con sus agresores.
Márquez explica que “tras los confinamientos todo explotó. Hay una especie de patrón que se suele repetir y ahí aparecen las agresiones durante los fines de semana. Los lunes los juzgados específicos amanecen con un montón de casos. Algo similar sucede tras los periodos de vacaciones de Navidad, de Semana Santa o de verano”.