Quedan pocos humedales debido, sobre todo, a la actividad humana, por ello es de vital importancia preservar unos humedales sanos para conservar la gran biodiversidad que albergan y poder disfrutar de ello en el presente y futuro.
El marjal de Pego-Oliva es un humedal mediterráneo muy importante para la conservación de la biodiversidad ya que son muchas las aves, que viven, se reproducen y paran aquí durante sus rutas migratorias para “repostar”, es decir, descansar para coger fuerzas y continuar su largo viaje.
Es por ello, que en este lugar y realizando esta ruta, podrás observar aves de todo tipo, desde aves africanas que nos visitan en verano buscando mejores condiciones climáticas para su reproducción, así como aves del centro y norte de Europa en invierno, dando lugar a un inmenso abanico de especies cambiante durante todo el año, así que es improbable que te aburras.
La ruta discurre a través de diferentes ambientes, como el carrizal, típico de los humedales, en el que si vas en silencio, podrás escuchar y seguramente observar las esquivas aves que se esconden en él. Sobre todo al amanecer y al atardecer: rascones, calamones y zampullines harán de banda sonora durante el trayecto.
Pero no hay que dejar de lado la observación de los habitantes de los ríos que discurren por el interior del marjal, el Salinar y el Bullent. El habitante más llamativo que encontrarás en ellos es el martín pescador, de un llamativo color azul brillante realizando sus picados para atrapar pequeños los pequeños que habitan en sus aguas. Pero no está solo, también hay más vecinos, como la gallineta, que con su llamativo canto nos anuncia su presencia constante todo el año.
Casi la mitad de la superficie del parque está ocupada por el cultivo tradicional del arroz, por lo que obligatoria la parada en ellos para observar gran cantidad de especies de aves como el abundante morito, de pico curvo que nos deleitará con sus vuelos en grandes bandos a la búsqueda de su principal alimento, el cangrejo americano, especie de la cual se encarga de controlar sus poblaciones. Patrullando el arrozal es muy probable observar al ágil aguilucho lagunero, especie en grave peligro de extinción, y que en este espacio cría un mínimo de dos parejas.