La torre, erigida en 1575 según planos de Juan Bautista Antonelli (1527-1588), ha visto mucho. Piratas en lontananza, barcos franceses bombardeando Alicante en 1691, y cómo se construía en 1766, sobre el espíritu de un templo erigido en 1490 a Santa Verónica, un monasterio entre renacentista y barroco levantino destinado a recoger un lienzo que, según autentifica la Iglesia, posee impreso, a sudor y sangre, el rostro de Jesús, gracias a una mujer, Verónica (‘verdadera imagen’), que le enjugó la cara.
También fue testigo la atalaya de milagros, como cuando el 17 de marzo de 1489 al paño (cuyas mimbres protege una pintura de falso estilo bizantino) lo sacaron en rogativa para que lloviera y, a la altura del barranco de Lloixa (el que pasa bajo la rotonda de la Santa Faz, y su nombre viene de una antigua alquería), este empezó a pesar. De la tela brotó una lágrima, y llovió. Se generó una romería anual que cambió de fecha para no unir Cuaresma y jaraneo.
El gobierno local republicano puso a salvo la reliquia
El retorno de los romeros
La torre continúa atesorando historias, como cuando el alcalde de Alicante, Luis Barcala, y el nuevo obispo auxiliar de Orihuela-Alicante, Francisco Cases, anunciaban el pasado marzo que volverá a haber Romería, el 28 de este mismo abril, algo que en el momento de escribir el artículo constituye una incógnita.
Dos años ya de parón para una tradición que hermana en el camino creencias, adscripciones políticas, etnias y sensibilidades de todo tipo: durante la Guerra Civil, el propio gobierno local republicano puso a salvo la reliquia.
La afluencia de gentío, cuando no pandemia, ha sido siempre muy importante. De hecho, la Peregrina estaba siempre perimetrada por dos cifras casi mágicas: 200.000 participantes frente a los 150.000 del año anterior. En 2001 publicaba unas cuentas a vuelapluma: el censo de la ciudad era en 2.000 de 281.780 habitantes, por lo que lo suyo era determinar, aunque fuera por aproximación, el número de participantes calculando las personas que ocupan el espacio de peregrinaje.
Los cálculos oficiales hablan hoy de 300.000 participantes
Calculando peregrinos
El kilometraje oficial bandea entre cinco y siete. El primero se ajusta bastante a la distancia desde Vistahermosa hasta el Caserío, que en el momento en que accede la ‘serpiente procesional’ a la Santa Faz aún colea en el primer lugar. La carretera tenía entonces una anchura media de dieciséis metros. Dado que uno de los carriles se habilitaba solo para servicios, nos quedábamos con solo ocho metros. Abstraíamos entonces el recorrido en un hipotético rectángulo de cinco mil por ocho (cuarenta mil metros cuadrados).
Bien, calculando, quizá peregrinamente, una densidad media de cuatro personas por metro cuadrado, nos daba 160.000, en ese momento, porque durante todo el día se procesiona. Según el último muestreo demográfico, estamos en los 337.304 vecinos, y oficialmente 300.000 peregrinos por Santa Faz. ¿Y cómo participan estos? Descalzos por una promesa, con palmas, con banda de música incorporada (la Colla de Dolçainers de San Blas, por ejemplo, tenía la costumbre desde 1989)…
Se exponen trabajos del alumnado del centro San Rafael
Maneras de llegar
También se llegaba y se llega en coche, por autovía de circunvalación o lindando el mar, que lo suyo es desplegarse por el callejero de la pedanía compartida por Alicante y Sant Joan. Pero si se viene andando, rollitos de anís por kilos (como los de la asociación Mestres de Pa i Dolços) y litros de mistela recargan carburadores humanos para un recorrido que oficialmente se inicia en la Puerta Negra de la Concatedral de San Nicolás.
Bien, enfilemos entonces las calles Miguel Soler, San Nicolás, Mayor, plaza de Santa Faz, de nuevo calle Mayor, Villavieja, Virgen del Socorro, avenida de Dénia y de ahí directo al Caserío. Peregrinemos, pero sin sustos: hoy está más controlada, por ejemplo, la participación de lo que popularmente se conocía como ‘la peña de la bomba’ (chavalería de instituto con carros de supermercado llenos de productos para disfrute del festivo: bocadillos y combinaciones líquidas preferentemente etílicas).
Por las mimbres del caserío
Se trata de un día de disfrute y paseo, a ser posible en compañía (abundan las comisiones festeras). En el caserío, además de la correspondiente exposición de los trabajos del alumnado del centro San Rafael (abierto el tres de diciembre de 1982), de la Fundación San Francisco de Borja para minusválidos psíquicos, tenemos alfarería, cerámica, garrotas y medallas en la misma plaza de la Santa Faz (antaño parada del tranvía a Mutxamel), que incluyó la carretera a Sant Joan y hoy es peatonal.
Antes el zoco lo inundaba todo, pero ahora solo quedan aquí los puestos más tradicionales. Los otros fueron desplazados ya al área municipal de Sant Joan. Primero fue puramente por motivos de seguridad, que este siglo no deja de pintar bastos, después por la covid-19. Cañas de azúcar, cd’s, camisetas, juguetes, textiles varios y feria, más los puestos para contentar al estómago, comparten jolgorio con las tómbolas y su moqueta de sobrecitos de papel que prometieron televisor, bicicleta o muñeca. La torre, eso sí, continúa vigilando.