Es lo que tenían las sandías, los melones de agua: que en cuanto probaban el líquido elemento (el que las apellidaba), donde se ponían a refrescar, decidían irse de picos pardos, y ahí tenías a las familias corriendo detrás de la fruta. Si había más de una, y solía haber más de una, luego quedaba determinar dueños. Era una estampa habitual en los alrededores de la Font (fuente) de la Coveta (cuevecita), entonces más salvaje, no perteneciente, como hoy, a una señalizada ruta de senderismo familiar.
Lo de la participación en familia ya se daba entonces, presumir de viajar a Banyeres de Mariola, Bañeres, en el nacimiento del río Vinalopó (Pinna Lupi, Binalūb, ‘peña del lobo’). Bueno, oficialmente, este caudal de 96,5 kilómetros, 81 de ellos alicantinos, 1.691,7 km² de cuenca, son alumbrados desde la valenciana Bocairent, 4.101 habitantes en 2021. Pero para muchos hidrógrafos, es el afluente Marchal, desde la alicantina Banyeres, con 7.113 residentes en l’Alcoià, el que realmente produce ese fenómeno natural denominado Vinalopó.
Aunque la Font de la Coveta está más abajo: al aportar agua todo el año, se lleva la fama. Eso sí, el río nace en el Parque Natural de la sierra de Mariola (2002), compartido oficialmente por las alicantinas Agres, Alcoy, Alfafara, Banyeres, Cocentaina y Muro de Alcoi, más la valenciana Bocairent. Es entre esta cordillera bética (cuyo pico más alto es el contestano Montcabrer, ‘monte del cabrero’) donde se ubica Banyeres, la población alicantina más alta: 816 metros de altura sobre el nivel del mar (830 su visitable castillo principal).
Bueno, lo del condumio de llevar y comer, con sillas, mesita y hamaca plegables al maletero, pintaba guapo, pero quien más quien menos acababa por sucumbir a la rica gastronomía bañerense o banyerina. Vale, sigamos a la sandía.
Gastronomía allá arriba
Junto a la Ruta de los Molinos (volveremos), bordeamos el río, en un paisaje generoso en pequeños o grandes remansos de sombra en una zona donde señorean arces, fresnos y quejigos, pinos carrascos y tejos, o madreselvas, manzanillas bordes, rabos de gato, tés de roca… Y aparte de la naturaleza, por allí ya huele a tahona, a pan casero.
El buen comer banyerí atrapa. Arroces serranos, ‘mullador’ (revuelto de verdura con aceite de oliva, para mojar, ‘mullar’, pan), ‘borreta’ (espinacas, ñoras, patatas y pescado en salazón, huevo frito), ‘fassedures de dacsa’ (pelotas de maíz), gazpachos de harina con torta de pan sin levadura como plato, ‘pericana’ (pimientos secos, pescados en salazón ‘capellanes’, aceite de oliva crudo), pimientos rellenos…
De postre, ‘arrop i tallaetes’ (arrope: mosto de uva concentrado tipo jarabe, más ‘tajaditas’ de fruta, generalmente calabaza, o ciruela, o melocotón, quizá la parte blanca de esa sandía ya recuperada, ¿la nuestra?), ‘carquinyols’ (como pan tostado dulce, con sabor a almendras), ‘pastissets de moniato’ (pastelitos de boniato o batata), ‘rotllos d’ametla’ (rollos de almendra)… Pues a Banyeres vamos.
La urbe retrepada
La ciudad, ataquemos por aquí o desde la CV-795 (enlaza con la CV-795, que une Cocentaina y Yecla, o con la CV-803, que nos lleva a Onil), apunta al cielo con los 17 metros de la torre del homenaje del Tossal (cerro) de l’Àguila, en una fortaleza árabe de tapial del XIII, Bien de Interés Cultural (BIC) en 1985. Tras el ataque del 14 de noviembre de 1706, pudo acabar desterronada, pero en los setenta tuvo primera restauración. Posee aljibe, Museu Fester (museo festero) y vistas de impresión.
Lo del Museo tiene su lógica: la urbe creció casi en espiral, antaño desde la alcazaba, en la actualidad hacia esta, y el recorrido se encuentra hilvanado, bordado, hasta las alturas por las comparsas, que parecen competir arquitectónicamente. Los Moros y Cristianos, ofrendados a Sant Jordi (San Jorge), se celebran del 22 al 25 de abril. La reliquia del santo, con estatua a las faldas del castillo (matando al dragón), arribaba el primer fin de semana de septiembre de 1780 (lo que da pie para otra celebración).
Banyeres, la Bernirehes agarena, que perteneció a Bocairent (1381-1618), ha crecido desde las ‘sandías de río’. Los habitantes actuales fueron 4.967 en 1960, 5.873 una década después, y 6.906 a comienzos de siglo. Hoy se puede ascender, por ejemplo, desde las moderneces de la calle Villena hasta intrincarse en la ciudad retrepada. Por la calle de Don Ángel Torro, aún habrá construcciones modernas con hechuras montaraces, como las espaldas del edificio que acoge a la Agrupación Musical la Nova, de 1997 (en la calle Mayor, la Societat Musical, de 1974, con Sinfónica). A partir de la plaza Mayor comienzan a mezclarse presente y pasado (en un municipio repleto de fuentes históricas donde saciarse).
Allí, la fachada de la iglesia parroquial de la Mare de Déu de la Misericòrdia (Santa María de la Misericordia), barroca corintia con adornos grutescos, iniciada en 1734 y con anexo campanario. Adentrémonos en un pasado a ratos punteado por edificios de diferentes épocas más o menos integrados.
Vuelta a las afueras
Ya en el arrabal urbano, en alto, se encarama la neogótica ermita del Sant Crist (Santo Cristo), del XX, sobre un templo fechado en 1790. En una relativa cercanía de esta, la de Santa María Magdalena o La Malena, de estilo gótico rural. La peste de 1885 la consagró, pero el templo es más antiguo, quizá sembrado entre el XIII y el XIV. Copatrona de la villa, con grandes festejos del 21 al 22 de julio.
En los límites urbanos, la recuperada Torre fortificada de la Font Bona, del XVI, sede desde 1991 del Museo Arqueológico Municipal. No muy lejos, el Museu Valencià del Paper (valenciano del papel), inaugurado en 1991 en el parque y chalet Villa Rosario (1903). ¿Papel? La economía banyerina se basa en olivos, viñas, almendros, frutales varios, muñecas, textiles y cartonajes, procedentes de una industria papelera que sembró del XVIII al XX el municipio de molinos que abrevaban del Vinalopó. Lo bordearemos de nuevo. Molí l’Ombria (molino la umbría), Sol, Pont (puente). Nombres a retener: hubo nueve, pero hoy estos tres acentúan el recorrido senderista familiar de la Ruta de los Molinos. Lo subraya y da vida el río que lo generó todo.