El pasado 22 de febrero Christine Keeler tendría que haber cumplido 80 años, pero una enfermedad pulmonar acabó con su vida el 4 de diciembre de 2017. Nacida en Uxbridge, Reino Unido, y criada en Buckinghamshire en una casa, si es que se le puede llamar así, fabricada a partir de dos vagones de tren abandonados.
Vivir a lo James Bond
Su historia es la de una niña que fue enviada a un hogar de los servicios sociales por sufrir de desnutrición antes de cumplir los diez años, la de una adolescente víctima de abusos sexuales por parte de su padrastro y la de una mujer que, por vicisitudes de la vida, acabó refugiándose en Benidorm tras ser protagonista de uno de los mayores escándalos políticos en Reino Unido del siglo XX, y eso ya es mucho decir en aquel país.
Una historia que lo tiene todo: espías, sexo, adulterio, secretos de estado… y la dimisión de un Ministro que arrastró en su caída a Harold Macmillan, Primer Ministro del Gobierno de Su Majestad, el 19 de octubre de 1963. Un episodio en el que se mezclan las bajas pasiones, la Guerra Fría, los soviéticos, el Military Intelligence Section 5 (MI5)… o sea, una suerte de película de James Bond sin el glamour del cine y con todo lo chusco de la realidad.
Mantuvo una relación íntima con el Ministro de Defensa británico mientras se acostaba, a la vez, con un espía soviético
Huida a Benidorm
Dando un salto en el tiempo y viajando directamente al final de esta historia, y porqué es relevante para la ciudad de Benidorm, basta decir que en 1964, poco después de abandonar la prisión en la que había sido encarcelada sólo un año antes, Keeler, considerada, como marcaban los cánones de la época para aquella mujer que se encamaba con un hombre casado y (30 años) mayor, la mala de toda esta historia, huyó del Reino Unido y acabó refugiándose en aquel Benidorm del turismo incipiente.
Su estancia en la ciudad no fue larga, pero incluso la revista Blanco y Negro le dedicó en su día un reportaje en el que, lejos ya del lujo y la ostentación con los que convivió en los años anteriores, describía cómo tuvo que vivir en una cabaña de pescadores rodeada de “camastros, platos sucios y una baraja en la que había escrito su nombre”.
Sexo, promiscuidad y espías
Todo había empezado unos años antes, cuando Keeler acabó trabajando en Baker Street (la misma donde Arthur Conan Doyle ubicó la casa de Sherlock Holmes) como cabaretera de topless. En 1961 la casualidad quiso que John Profumo, entonces Ministro de Defensa, viera a Keeler bañarse desnuda en una piscina.
Profumo cayó rendido a sus encantos y, aunque estaba casado y tenía 30 años más que ella, ambos acabaron manteniendo una relación íntima que se prolongó durante algo más de un año. Si aquello se conociera, sería todo un escándalo para la época… pero más lo sería si, además, se supiese que, a la vez que con el Ministro de Defensa, Keeler también se acostaba con un traficante de drogas y, sobre todo, con el espía ruso Yevgeni Ivanov, que trabajaba como agregado militar en la Embajada Soviética en Londres.
El MI5 no tardó en descubrir la relación entre Profumo y Keeler y ponerla en conocimiento del Gobierno
La dimisión de un Ministro
Ivanov era un sujeto vigilado por el MI5 (la rama de los servicios secretos británicos que se encargan de la seguridad interna del país) y, por lo tanto, los espías ingleses no tardaron en saber de la relación de Keeler con Profumo, que fue alertado de ello por Norman Brook, Secretario del Gabinete, que le insistió en cortar por lo sano, algo que Profumo hizo por carta el día 9 de agosto de 1961.
Sin embargo, como no podía ser de otra manera en este tipo de historias, todo salió a la luz. Profumo mintió una y otra vez sobre su relación con Keeler, pero llegó un momento en el que las evidencias fueron tan abrumadoras que al Ministro de Defensa no le quedó más remedio que dimitir de su cargo. Aquello ocurrió en junio de 1963.
Caída del Gobierno
Todo aquel embrollo, que se complicó todavía más cuando el Sunday Mirror publicó en portada una fotografía de Christine Keeler desnuda, erosionó de forma muy notable al gobierno y a la ya débil imagen de Harold Macmillan, que renunció al cargo de Primer Ministro alegando, eso sí, motivos de salud, el 19 de octubre de 1963, sustituido en el cargo por Alexander Douglas Home, último miembro de la Cámara de los Lores en acceder al más alto puesto en el Gobierno.
Tras varios juicios, Keeler acabó siendo condenada a nueve meses de cárcel por perjurio, de los que finalmente sólo cumplió seis y tras los que, como ya se ha dicho, acabó poniendo rumbo a la costa mediterránea y recalando en Benidorm.
Christine Keeler fue condenada a nueve meses de cárcel por perjurio
Abandonada por sus hijos
Finalmente, Keeler volvió a su país sólo un año después de haber arribado a Benidorm. Allí, se casó dos veces, pero ninguno de sus matrimonios duró mucho tiempo, aunque sí le dieron dos hijos que, como todos los hombres de su vida, no quisieron saber nada de ella hasta poco antes de su muerte.
“Ellos no deseaban que su nombre pudiera asociarse a una puta”, llegó a lamentarse ella misma en declaraciones a la prensa.