En el calendario tachamos el siete y el ocho de septiembre y aquí toca despliegue festero, pero festero de los de raigambre. Conmemoraciones las de Algemesí que portan en sus alforjas históricas tanta tradición que araña en pretéritos romanos, griegos y puede que hasta íberos. Aunque el elemento más visible mediáticamente son las ‘muixerangues’, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad desde 2011.
Desde esta localidad de la Ribera Alta, con 27.305 habitantes según censo de 2021 y prácticamente conurbada con Carcaixent (20.494 residentes) y la capital comarcal, Alzira (44.865), lo que consigue una urbe de más de noventa mil personas, se sigue escanciando año tras año pura tradición. En honor siempre, desde 1247, a la Virgen de la Salud.
Ligados al ciclo agrario
Para los historiadores es posible que las distintas celebraciones de las que disfrutar en este ciclo festero, desarrollado alrededor de estos dos días, los principales por cuantía de actos, procedan de tiempos más pretéritos. Pero lo cierto es que al hallarse la imagen original estas iban a acompañar juntas, como en la mayor parte de las fiestas levantinas, a los ciclos del campo. Con la recogida de la cosecha del verano y el comienzo del otoño.
En la rural Algemesí, cuyos cítricos, arroz, frutales y hortalizas se sacian de la Acequia Real del Júcar (antaño conocida como de Alberic), sembrada en el siglo trece por Jaume I (1208-1276), esto resulta fundamental.
En 1243 figuraba la localidad por vez primera en el ‘Llibre del Repartiment de València’, donde los escribas del monarca de origen montpellerino anotaban, en terreno conquistado por las huestes aragonesas, las promesas de tierras. La imagen se hallará solo cuatro años después.
La imagen mariana aparecía en 1243
Otros cultos propuestos
Que la fiesta se celebre en torno al ocho de diciembre (o el siete y el ocho, según programas oficiales) no debe de todas formas extrañar. Es el día que le adjudica la Iglesia católica a las advocaciones marianas que no poseen una propia, o a las vírgenes ‘encontradas’, como es el caso. De hecho, hasta que en 1586 se anota la definitiva veneración a la Virgen de la Salud, se tuvieron también en cuenta otros posibles cultos.
Por ejemplo, las crónicas hablan también de Nuestra Señora de la Consolación y Nuestra Señora de la Asunción. Al cabo, la imagen religiosa encontrada en el hueco de una morera (gracias a la manufactura de la seda que existió) al que, según la tradición, volvía cuando se la llevaban para Alzira, encontró su culto definitivo quizá en 1568, y desde entonces hasta prácticamente comienzos del siglo veinte los festejos cobran definitivamente su forma actual.
La danza se gestaba en el siglo XVII en esta localidad
Castillos humanos levantinos
La parte más famosa la comprenden las torres humanas, las ‘muixerangues’, que la gente despistada llama ‘castells’, como en Cataluña, ignorando que se trata de algo muy de aquí que en realidad inspiró la creación de lo de allí. Nacían en el siglo diecisiete, quizá una centuria antes, en Alguemesí y triunfaron entre los temporeros del campo (valencianos y alicantinos sobre todo).
Estos, desplazados periódicamente a Valls, un municipio tarraconense de 24.553 habitantes en 2021, 3.116 en 1717 y 8.155 en 1787, consiguieron que arraigara tanto allí el Ball de Valencians que entre los siglos dieciocho y diecinueve generarán lo que hoy se conoce como los ‘castells’. En cuanto a la ‘muixeranga’, más centrada en las figuras que en subir más alto como en Cataluña, iba a vivir un cierto abandono ensombrecida por su hija vallenca.
Hasta el siglo XVIII no surgen los ‘castells’ catalanes
Resucita la tradición
Comenzó su recuperación desde donde nunca dejó de estar, la propia Algemesí. Allí se creaba en 1973 la asociación Amics de la Muixeranga, cuya labor iba a verse reforzada desde 2018, también en tierras algemesinenses, por la Federació Coordinadora de Muixerangues, que comprende agrupaciones de toda la Comunitat Valenciana. La huella de este tipo de llamémosle danza gimnástica alcanza a otros en estas tierras.
Así, los ‘dansants’ de la castellonense Peñíscola, el ‘ball dels locos’ de la valenciana l’Olleria (recuperados en 1996) o la ‘dansa dels negrets’ de l’Alcúdia, también en la Ribera Alta. Además, en Algemesí las ‘muixerangues’ se refuerzan con una amplia variedad de tradiciones sembradas siglo a siglo: así, los ‘arquets’, los ‘bastonets’, la ‘carxofa’, los ‘llauradores’, los ‘pastoretes’ o los ‘tornejants’.
La pervivencia de una fiesta
Ya no existe la capilla que se denominó del Hallazgo, a cuyo alrededor el vecindario organizaba los agasajos a la Virgen (se conservan documentos de 1610 con los costes del asunto en sí), pero queda registrado que desde 1680 los festejos se extendieron a todo Algemesí, y muchos historiadores señalan el año 1747 como el de la institucionalización definitiva de los festejos.
En todo caso, pervive lo vistoso (las camisolas y pantalones a rayas azules, blancas y rojas, de los participantes en las ‘muixerangues); lo musical (el bolero de los ‘llauradores’, que por cierto no se incorporaron a las celebraciones hasta 1906, que se acompaña de banda y no de ‘dolçaina i tabalet’), y lo fervoroso. Suficientes motivos para que la celebración llame y perviva.