Si el turismo en Benidorm y, por lo tanto, en la Costa Blanca y el resto de España tenía en la figura de Pedro Zaragoza a su gran ideólogo, también tenía en César Vicedo a su gran salvador. El que fuera alcalde de Beniardá en los años inmediatamente previos y posteriores a la Transición ha muerto este martes a los 87 años de edad dejando como gran legado la llegada del agua a Benidorm tras la histórica sequía de 1978, motivo por el que el Ayuntamiento de la capital turística de la Comunitat Valenciana le entregará su medalla corporativa a título póstumo.
Vicedo fue el encargado de capitanear las negociaciones por las que Beniardá autorizó, el 28 de agosto de aquel sequísimo 1978, la perforación unos pozos que todavía hoy en día, más de 40 años después de aquella decisión, siguen siendo propiedad de Benidorm pese a encontrarse en el suelo de uno de los municipios menos poblados de la comarca de la Marina Baixa.
Así, en un momento en el que los ya sólidos cimientos del turismo benidormense (la ciudad contaba por aquel entonces con 30.000 camas hoteleras) sufrieron la mayor crisis hasta la pandemia de hace dos años. Fue entonces cuando se perdió por completo el mercado alemán, que nunca se ha vuelto a recuperar a los niveles de finales de los 70.
Pero la cosa podría haber sido mucho peor. Sin agua, no había posibilidad de que la actividad turística se mantuviera, y la misma se negaba a caer del cielo. Para solventarlo, en marzo de 1979 se puso en marcha el bombeo del primero de los pozos que el ayuntamiento de Beniardá, encabezado por César Vicedo, puso a disposición de la que ya por aquel entonces era la locomotora económica de la Marina Baixa.
Nada más conocerse la noticia de la muerte de Vicedo, la Junta de Portavoces del ayuntamiento de Benidorm acordó la concesión de la medalla corporativa de la ciudad a título póstumo para el hombre que hizo posible la llegada del agua cuando más falta hacía.
El funeral por Vicedo se oficiará este miércoles a las 16:00 horas en la localidad de Beniardá.