A pesar de lo que puedan pensar los terraplanistas, la ciencia ha comprobado que la Tierra es una especie de matrioska planetaria, como si fuera un planeta dentro de otro planeta, como una especie de cebolla compuesta por capas de distintos elementos. El núcleo y de cada una de las capas que conforman la Tierra están en continua interacción, lo que genera diversos eventos geológicos, como la formación de montañas, los terremotos o las erupciones volcánicas. En el caso del núcleo precisamente este movimiento de rotación de esta gran masa de hierro a más de 5.000 kilómetros de profundidad de la corteza terrestre es la que genera el magnetismo terrestre al actuar como una enorme dinamo.
La ciencia lleva cientos años estudiando los fenómenos que suceden en la corteza terrestre, una capa de apenas 40 kilómetros de grosor, que es donde ocurren todos los fenómenos que más nos afectan. Sin embargo, gracias a los nuevos adelantos científicos cada vez conocemos mejor las dinámicas que ocurren en el interior de la Tierra.
Los científicos han comprobado que esta reducción de la velocidad ocurrió en los años 70, lo que les ha llevado a sugerir que podría tratarse de un patrón cíclico de nuestro planeta.
Como apuntan en la revista Nature, “los datos sugieren que el núcleo interno podría incluso estar en proceso de volver a la subrotación. Si es así, es probable que algo esté sucediendo con las fuerzas magnéticas y gravitatorias que impulsan la rotación del núcleo interno. Dichos cambios podrían vincular el núcleo interno con fenómenos geofísicos más amplios, como aumentos o disminuciones en la duración de un día en la Tierra.”
Del mismo modo, como apuntan ellos mismos en las conclusiones de la investigación, “estas observaciones proporcionan una evidencia de que existen interacciones dinámicas entre las distintas capas de la Tierra, desde el interior más profundo hasta la superficie, posiblemente debido al acoplamiento gravitatorio y al intercambio de momento angular desde el núcleo y el manto hasta la superficie».