Un equipo internacional ha generado el mayor estudio de datos genómicos de los cazadores-recolectores de Europa. El estudio ha sido liderado por las universidades de Tubinga (Alemania) y Pekín (China), y los prestigiosos institutos de investigación alemanes Senckenberg y el de Antropología Evolutiva Max Planck, en colaboración con más de un centenar de investigadores de todo el mundo. El trabajo, en el que participa el investigador distinguido del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología y Patrimonio Histórico (INAPH) de la Universidad de Alicante (UA) Javier Fernández López de Pablo, ha sido publicado en la revista científica Nature.
El equipo ha analizado los genomas de 356 cazadores-recolectores prehistóricos de diferentes culturas arqueológicas, incluyendo 116 nuevos individuos de 14 países europeos y de Asia central. «Los datos que hemos obtenidos revelan la existencia de procesos de interacción entre diferentes poblaciones de cazadores-recolectores que habitaron Eurasia Occidental desde la última glaciación”, indica el investigador de la UA.
En concreto, la Universidad de Alicante ha participado en este ambicioso estudio mediante el muestreo y análisis contextual de los restos humanos hallados en el yacimiento de Casa Corona de Villena en 2008. “Ahora, gracias a este estudio internacional, hemos podido extraer el ADN fósil sobre estos restos, algo especialmente difícil en estas latitudes, para entender mejor su posición respecto a las dinámicas de población que se observan en el resto de la Península Ibérica y el continente euroasiático”, concluye el investigador del INAPH.
Los humanos modernos se extienden por Eurasia alrededor de hace 45.000 años: anteriormente ya se había demostrado que los primeros humanos modernos que llegan a Europa no contribuyen genéticamente con las poblaciones posteriores. Este estudio se centra en los grupos humanos que vivieron entre 35.000 y 5.000 años y que son los ancestros, al menos parcialmente, de los habitantes de Eurasia occidental a día de hoy, incluyendo, por primera vez, genomas de individuos que vivieron durante el Último Máximo Glacial (Last Glacial Maximum, LGM, en inglés), el periodo más frío de la conocida Edad de Hielo, hace unos 25.000 años.
¿Refugio climático o callejón sin salida?
Sorprendentemente, el equipo de investigadores ha descubierto que las poblaciones asociadas con la cultura Gravetiense, la cual se diseminó por el continente europeo entre hace 32.000 y 24.000 años, no estaban estrechamente relacionadas entre sí. Les unía la misma cultura arqueológica: usaban el mismo tipo de armas y producían un arte mueble similar. Sin embargo, genéticamente, las poblaciones del Suroeste de Europa (hoy en día Francia, España y Portugal), eran diferentes de las poblaciones contemporáneas de Europa central y Europa del sur (actualmente República Checa e Italia).
Los cazadores-recolectores del sudoeste europeo mostraron una continuidad genética durante los últimos 20.000 años: sus descendientes, asociados ahora con las culturas Solutrense y Magdaleniense, permanecieron en esta región de Europa durante el periodo más frío de la última Edad del Hielo (hace entre 25.000 y 19.000 años) para después desplazarse en dirección noreste hacia el resto de Europa. «Gracias a estos hallazgos, por primera vez, podemos respaldar directamente la hipótesis de que el suroeste de Europa ofreció condiciones climáticas más favorables durante la fase más fría de la Edad de Hielo y los grupos humanos encontraron refugio aquí», dice el primer autor del trabajo Cosimo Posth, investigador de la Universidad de Tubinga.
La península itálica también se había considerado previamente un refugio para los humanos durante la Edad de Hielo. Sin embargo, este equipo de investigadores no ha encontrado evidencias de ello, sino más bien todo lo contrario: los cazadores recolectores de poblaciones asociadas a la cultura Gravetiense que habitaban el centro y el sur de Europa ya no son detectadas después del último Máximo Glacial. Al contrario, un nuevo grupo con diferente ascendencia genética pasó a habitar estas áreas. “Encontramos que los individuos asociados a la cultura que se sucedió en el tiempo, la Epigravetiense, son genéticamente distintos a sus predecesores”, apunta la coautora de la Universidad de Pekín, He Yu.
Presuntamente, este nuevo grupo procedería de los Balcanes y llegaría primero al Norte de Italia durante el momento del máximo glacial, desde donde se diseminó en dirección Sur, hasta Sicilia.
Un reemplazamiento genético a gran escala
Los datos genéticos también muestran que los habitantes de la península itálica se extendieron por Europa hace unos 14.000 años, reemplazando a las poblaciones asociadas con la cultura Magdaleniense. El equipo de investigación describe un reemplazamiento genético a gran escala que pudo haber sido causado, en parte, por los cambios climáticos que forzaron la migración de estos grupos. «En ese momento el clima se calentó considerablemente de forma muy rápida, y los bosques se extendieron por todo el continente europeo. Esto pudo haber propiciado la expansión de los hábitats de los grupos del Sur. Estos grupos pudieron haber emigrado a medida que los hábitats característicos de estepa y mamuts iban disminuyendo», dice Johannes Krause, autor principal del estudio e investigador Instituto de Antropología Evolutiva Max Planck.
En la imagen, la prueba más antigua de migración durante un calentamiento climático: cráneo masculino y femenino enterrado en el oeste de Alemania (Oberkassel) hace unos 14.000 años. Fotografía: Jürgen Vogel, LVR-Landes Museum Bonn.
Además, los resultados muestran que no hubo intercambio genético entre poblaciones coetáneas de cazadores-recolectores de Europa occidental y Europa oriental durante más de 6.000 años. La interacción genética entre ambas poblaciones se detectó hace 8.000 años. “En ese momento, los cazadores-recolectores de diferentes ascendencias genéticas e incluso diferente apariencia física se mezclan entre sí. Poseían rasgos fenotípicos diferentes, incluyendo color piel y ojos», apuntan los autores.
Es en este momento cuando la agricultura y un modo de vida sedentario se expande desde Anatolia hacia Europa. «Es posible que la migración de los primeros agricultores a Europa provocase la retirada de las poblaciones de cazadores-recolectores hacia el extremo norte de Europa. Al mismo tiempo, estos dos grupos comenzaron a mezclarse y continuaron haciéndolo durante unos 3000 años», añaden.
Los datos obtenidos de este estudio brindan información asombrosamente detallada sobre la interacción y encuentros de los grupos de cazadores-recolectores de Eurasia Occidental. «Serán necesarias más investigaciones interdisciplinares para aclarar cuáles fueron los factores responsables del reemplazamiento genético de poblaciones de la Edad de Hielo”, concluyen los investigadores.