Durante mil años los Tafí vivieron en sus comunidades, situadas en el noroeste de Argentina, en Tucumán, de forma igualitaria, en casas dispersas que reproducían un patrón de vivienda casi idéntico y donde no se aprecia ninguna diferenciación de clase.
Para saber más sobre esta apasionante cultura andina se va a desplazar esta semana, hasta las Cumbres Calchaquíes, al Valle de La Ciénaga, un equipo formado por seis personas del Instituto Universitario de Investigación de Arqueología y Patrimonio Histórico de la Universidad de Alicante (INAPH) dirigido por el catedrático de Arqueología Ignasi Grau.
Este grupo va a seguir con el desarrollo del proyecto “Complex Equals”, iniciado en 2021, y en el que participan, además, Jordi López Lillo, licenciado en Historia por la UA e investigador del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas-Argentina) y del INCIPIT (Instituto de Ciencias del Patrimonio) del CSIC; los investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina), Julián Salazar y Valeria Franco; y la investigadora de la Universidad Nacional de Tucumán, Nurit Oliszewski.
El trabajo, que está financiado por el Ministerio de Cultura a través de su programa de excavaciones en el exterior, y la Fundación Palarq, tiene como finalidad la excavación de algunas de estas viviendas para profundizar en el conocimiento de esta comunidad que habitó en estos parajes de los Andes, a unos 1800-3000 metros sobre el nivel del mar, en el periodo del neolítico, entre los años 200 y 400 a. C., y cuyo modo de vida difiere de la mayoría de las sociedades, según explica Ignasi Grau.
En concreto, tal y como explica el profesor Grau, el equipo del INAHP va a desarrollar dos líneas del trabajo sobre el terreno. Por una parte, se van a cartografiar las aldeas de la cultura Tafí utilizando para ello métodos de teledetección y vuelos de drones; y, por otra, se van a llevar a cabo excavaciones en algunas casas. “Se trata de una cultura muy interesante porque durante 1.000 años no se aprecia diferencia ninguna entre todas las casas, lo que da a entender que su forma de vida trataba de mitigar las diferencias sociales”, cuenta el arqueólogo.
Las viviendas, independientes y alejadas entre sí, podían tener hasta 20 metros de diámetro y se organizaban a partir de un eje central desde el cual se accedía a las diferentes habitaciones, cuyo número variaba en función de los miembros de la familia. Pero, además, hay otros signos que dan a entender que la comunidad Tafí se organizaba en una sociedad igualitaria, como el hecho de que no se han hallado elementos vinculados a la violencia o al poder, y los que pueden denotar riqueza se han encontrado de forma repartida. Así, según explica Grau, todos estos signos evidencian que la comunidad se ha dotado de elementos equilibradores que han posibilitado una convivencia pacífica durante cientos de años.