Las devociones poseen su punto, a veces curioso. La de San Onofre, festejado generalmente el 12 de junio, posible fecha de su muerte, prendió aquí por Algemesí (Ribera Alta), l’Alcúdia de Crespins y Estubeny (La Costera), Olocau del Rey (los Puertos de Morella) o Quart de Poblet (l’Horta Sud o l’Horta-Albufera). Aunque en esta última localidad cambiamos el día. ¿Qué tal en torno al 9 de junio?
Lo explicaremos. Aclaremos de entrada que de San Onofre sabemos más de sus muchos milagros post mórtem que de su vida. Aún desconocemos, por ejemplo, su etnia e incluso el verdadero lugar de nacimiento. Las crónicas nos lo hacen alternativamente egipcio, etíope o persa. Tenemos más o menos claro el año de su nacimiento, el 320, y el de su defunción, en el 400.
De la riqueza a la pobreza
La historia del santo no posee excesivos flecos: de familia con posibles, según algunas fuentes hijo de un rey, salió un día de casa, o del palacio, o de donde viviera, y vio la realidad de la vida, por lo que decidió enclaustrarse en un convento. En concreto, el de Abage, en pleno desierto de la egipcia Tebaida, o sea, la zona cercana a la ciudad de Tebas o Uaset, en la actual Lúxor (allí están sus ruinas).
El lugar fue el destino principal de los ermitaños cristianos desde que San Antonio Abad o Magno (251-356), precisamente el fundador del movimiento eremítico, decidiera recalar por allí. Volviendo con San Onofre, en su adultez abandonaba el lugar para vivir ya solo, como asceta. Marchó a la zona de Calidiomea, según buena parte de las historias, acompañado por un anciano que lo instruyó y le guió a dónde vivir como anacoreta.
En la población de l’Horta se celebra el 9 de junio
De Egipto a Turquía
La región de Calidiomea no ha sido aún satisfactoriamente identificada. Hay autores que nos hablan de una deformación de la expresión en griego clásico ‘kalibé nêa’ (campana nueva), y otros que nos aseguran que el asunto va de que recaló nada menos que en Grecia, por la zona del golfo de Corinto, cerca de la antigua ciudad de Calidón o Calidonia.
Y otros más le hacen recorrer menos (la leyenda habla de unos cuatro días de marcha, y aquí no salen las cuentas): hasta Turquía, a la actual Capadocia, por donde aún se halla la población de Göreme (unos dos mil habitantes) y los valles del mismo nombre (para entendernos, por donde las más visitadas cuevas, muchas hoy hoteles y restaurantes), también tierra de anacoretas. Sea donde sea, por allí vivió alimentado a base de dátiles y agua.
Las historias de su vida lo ubican hasta en la Capadocia
Historias antes de fenecer
Bueno, otras leyendas aumentan el menú: hierbas, insectos y miel. Y nos lo visten con su propio pelo y palmas entrelazadas. Un seguidor de San Antonio Abad, San Pafnucio (251-360), quien, en cuestión de patronatos, ayuda a encontrar los objetos perdidos, será quien halle a Onofre. Se queda con él, escuchando sus historias, que luego transcribirá, hasta que el santo egipcio, etíope o persa fallece un 12 de junio.
La inventiva popular sumó una estampa icónica: San Pafnucio enterrando al ermitaño, rodeado de mansos leones y ángeles canoros. Hubo otras, como la más conocida: los padres de Onofre no podían tener hijos, pero los rezos de la madre obraron el milagro. Pero he aquí que el diablo convenció al padre de que su esposa le había sido infiel, así que ordenó que quemaran al futuro Onofre tan pronto naciera.
El pedrisco castigó la población, pero respetó los campos
El primer templo
Bien, según relata la tradición, el bebé resistió sin huellas la salvajada y a continuación tocó conversiones a la fe cristiana para todos, padre incluido. El crío fue acristianado (desde mediados del siglo II ya se bautizaba como ahora, preferentemente durante los primeros tres meses) como Wnn-nfr (“el que es siempre bueno”, “el que es perfecto”, en egipcio), de ahí el Onofre actual.
¿Y lo del 9 de junio? La advocación al santo arraigaba en Quart de Poblet, como en buena parte de Levante, Baleares, Murcia o Andalucía, en torno a los siglos XIII y XIV. Por aquí se erigía en 1321 una ermita cisterciense, orden fundada en 1098 y defensora del ascetismo o negación de los placeres terrenos, como los anacoretas.
Interés turístico
Hasta su declaración oficial como patrón del lugar, en 1896, hubo muchas restauraciones. Para entonces ya había acontecido el gran milagro: el 9 de junio de 1723, la población seguía rogando a quien popularmente ya era considerado como santo patrono: la pertinaz sequía agostaba las cosechas. De pronto, comenzó a llover… granizo. Pero desesperación y abatimiento cejaron cuando se dieron cuenta de que el pedrisco respetaba los campos.
Tocaba dar las gracias y allí mismo se iniciaba la primera Passejà de Sant Onofre, que este mismo año en que cumple 300 años de celebración ha sido declarada, por la Generalitat Valenciana, Fiesta de Interés Turístico Autonómico. Aunque quizá el santo habría dado las gracias para, sin más, retirarse a rezar, donde quiera que tuviese su capilla eremita.