“Vecinos de Villar del Río, como alcalde vuestro que soy os debo una explicación, y esta explicación que os debo os la voy a pagar”. Frases mayores del cine español, pronunciadas por el personaje al que insufla vida Pepe Isbert (1886-1966) en ‘Bienvenido, Mister Marshall’ (1953), estreno como director en solitario del cineasta valenciano Luis García Berlanga (1921-2010).
Hoy se habla de la colaboración en el guion de Juan Antonio Bardem (1922-2002), con quien Berlanga había co-realizado el corto documental ‘Paseo por una guerra antigua’ (1948) y el largo ‘Esa pareja feliz’ (1951), y del autor teatral y humorista Miguel Mihura (1905-1977), padre y primer director (hasta 1944) de la revista satírica ‘La Codorniz’ (1941-1978), madre de ‘El Jueves’ (1977). Pero nos olvidamos de una presencia ‘oculta’, la de Ricardo Muñoz Suay.
Inspirando argumentos
Al valenciano (28 de agosto de 1917 al 2 de agosto de 1997) se le asocia a la literatura y sobre todo al cine, pese a que nunca escribió ninguna novela o relato (aunque participó en la enciclopedia de Buru Lan Ediciones ‘El cine’, 1972, como ‘miembro del Jurado Internacional de Venecia’), ni dirigió película alguna. Pero estuvo detrás de unas e inspiró otras.
Pensemos en la vida de aquel republicano escondido en su propia casa durante el franquismo y que, pese a recibir contadas visitas, comienza a adquirir los más extraños hábitos. Es el argumento de la un tanto confusa, pretendidamente surrealista, ‘El hombre oculto’ (1971), dirigida por un primerizo Alfonso Ungría aún lejos de la solidez de otros trabajos en cine y televisión. En todo caso, una aventura inspirada en las vivencias de Muñoz Suay.
Vivió oculto en su casa de 1940 a 1945
Historias literarias
El valenciano permaneció escondido en casa de su madre, en un zulo al que se accedía desde la alacena de la cocina. Se recluyó allí desde 1940, cuando se negó a embarcarse, en el puerto de Alicante, en el buque que lo habría llevado al exilio en la Unión Soviética. Unos dicen que por no desamparar a su compañera, quien no podía formar parte de un pasaje exclusivamente masculino, y otros que por no abandonar la nutrida biblioteca paterna.
Tras este episodio, que puede evocarse en la versión que narró Max Aub (1903-1972) en la novela sobre la Guerra Civil (1936-1939) ‘Campo de los almendros’ (1968), y que el propio Muñoz Suay no parecía tener el menor interés en aclarar, quien fuera un rendido admirador del prototipo de intelectual revolucionario encarnado por el escritor y político francés André Malraux (1901-1976) se vio alimentando en las sombras su pasión por el cine.
Creó junto a Bardem la productora Uninci
Llega la productora
Decidió dejar la oscuridad (mientras veía desde las rendijas cómo los visitantes a su casa esquilmaban a escondidas los libros atesorados por su padre) en 1945, tras la caída del Eje (Alemania, Italia y Japón en la segunda Guerra Mundial, 1939-1945). Y le tocó más oscuridad: fue encarcelado hasta 1949. No abandonó sus ideales ni su militancia comunista, y desde ella hizo amigos.
Se une a Bardem y al torero y apoderado Domingo Dominguín (1895-1958), padre de los matadores Pepe (1922-2003) y Luis Miguel Dominguín (1926-1996), para crear la productora Unión Industrial Cinematográfica S.A. (Uninci, 1949-1962), donde ejercerá de productor, ayudante de dirección, guionista y prácticamente lo que hiciera falta. Desde aquella ‘factoría’ surgirán cintas como ‘Bienvenido, Mister Marshall’ o ‘Viridiana’ (1962) de Luis Buñuel (1900-1983).
Produjo algunas cintas del ‘terror de pipas’
Terror de pipas
La existencia de Uninci estuvo marcada por una lucha permanente contra la censura franquista, hasta que, liquidada, Ricardo Muñoz Suay, quien no renegó de los honores por su participación ‘en las sombras’ de tanto buen cine, como su inclusión en jurados internacionales, recogió pertrechos y ofreció sus capacidades a otras productoras. En esta segunda etapa, estuvo detrás de algunos de los éxitos cinematográficos de Sara Montiel (1928-2013).
También produjo algunas de las más internacionales cintas del fantástico español (Amando de Ossorio, 1918-2001; León Klimovsky, 1906-1996; Paul Naschy, 1934-2009), el aquí despreciado como ‘terror de pipas’ y ahora reivindicado hasta por cineastas como Quentin Tarantino. Pero una de sus grandes creaciones, como siempre rodeada de polémica (se le acusó de dirigismo), fue la Filmoteca Valenciana (enero de 1985), a cuyo frente estuvo hasta 1990.
En Cinema Jove 91
Coincidimos. En mi caso, como ‘comisario’ de la exposición ‘Cine de aquí’ para el festival ‘Cinema Jove 91’. En el de Muñoz Suay: era la época de los homenajes, entonces para aquel certamen a cuyo comité de honor pertenecía. Hasta 1998 no tocó el Instituto Valenciano de Cinematografía Ricardo Muñoz Suay, pero aquí ya se le premiaba por su fértil labor.
Se mostró muy amable pero distante. Sonriendo casi solo en las fotos. Quizá nos observaba como quien ha vivido mil historias y nosotros solo unas cuantas. Puede que se sintiera incómodo rodeado de tanta grey admiradora. A lo mejor simplemente se encontraba cansado. En todo caso, aquellos días parecía intentar, pese a reporteros gráficos, radios y televisiones, asumir de nuevo su papel de ‘hombre oculto’, para seguir generando desde las sombras.