El asunto requiere esfuerzo. Habría que hacerse con una persona ducha en psicología y meterla en una máquina del tiempo, donde quiera que se venda eso, y entonces mandarla ante aquella partida romana que, a saber el porqué, llamó Sucro (azúcar) al río que hoy, por ello, conocemos como Xúquer o Júcar. Extendido por tres provincias, Cuenca, Albacete y València, sus casi 509 kilómetros de longitud dan para mucho.
Por ejemplo, para seguir un recorrido que en la provincia valenciana, ya acercándose a su desembocadura, intercambia algo más que impresiones con la Albufera y, claro, el área metropolitana de la ciudad de València. Por otra parte, su Acequia Real, según la tradición comenzada a construir el 12 de julio de 1273 por mandato de Jaume I (1208-1276), contribuyó no poco al desarrollo de esta zona agrícola y arrocera.
Orígenes lingüísticos
¿Azúcar? Es cierto que una de las localidades valencianas por donde pasa, Albalat de la Ribera (precisamente en la comarca de la Ribera Baixa del Xúquer), pudo ser la mítica ciudad romana de Sucro (algo que no comparten todas las localidades colindantes). La urbe, además, conectaba con la Vía Augusta, que unía Gades o Augusta Urbs Julia Gaditana (o sea, Cádiz) y Narbo Martius (Narbona), a la que le acoplaba la Vía Sucronense-Dianum.
Dianum era, naturalmente, la actual Dénia, puerto de mar. Río, viales, marjales y fondeadero: como vivir hoy al lado de río, autopista, muelle y aeropuerto. En todo caso, según otros estudios, el origen podría estar en los morfemas (fragmentos mínimos con significado en una palabra) indoeuropeos ‘seik’ (fluir) y ‘or’ (agua). El mismo fundamento, por cierto, que para el río Segre.
Su Acequia Real la fundó el rey Jaume I
Aguas negras bajan
Dejémoslo en que personas hay para las que la visión del Júcar (en tierras castellanohablantes) o Xúquer (en las de habla valenciana) resulta dulce. Aunque, en esos 21.578,50 kilómetros cuadrados de superficie, los 29,22 metros cúbicos por segundo son de agua, no almíbar. Que, por cierto, si anunciaban inundación por chaparrón apoteósico en su nacimiento (allá arriba, por Cuenca), bajaba aquí abajo totalmente negra, para horror del campesinado.
La anécdota, real por pura mecánica geológica, la soltaba el escritor valenciano Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928) en su novela ‘Entre naranjos’ (1900), la misma que los estadounidenses, al adaptarla en Hollywood como ‘El torrente’ (‘The Torrent’, 1926), en vez de venir a Alzira a rodarla se quedaron por tierras de parecida orografía y hasta clima: la California hollywoodense.
Se atribuye su nombre a Sucro, posiblemente Albalat de la Ribera
Por calles de Tragacete
Al margen de su origen lingüístico, adentrémonos en el físico, al que ya nos acercamos al hablar del Turia: los montes Universales, al sureste del sistema Ibérico, nacido en la burgalesa La Bureba y fondeado en la provincia castellonense. De allí también surgen el Mijares o Millars, en principio el turolense Cabriel (principal afluente del Xúquer) y el Tajo o Tejo, que ancora en puerto lisboeta.
Mucho camino que recorrer desde los pinares de Tragacete, montaraz localidad conquense de 277 habitantes en 2022. Piedra y verdor entre las calles del Molino, de las Fuentes o del Mediodía. El Xúquer nace exactamente en la vertiente meridional del cerro de San Felipe: con 1.837 metros de altitud, el cuarto pico más elevado de Cuenca y, en su cumbre, con un sendero de los que quitan el hipo.
Cuando las aguas estaban oscuras, presagiaban inundación
Gargantas y litoral
Pero nos hemos venido arriba. Bajemos: el río, tras cabriolar entre cañones y gargantas kársticas (descomposición por agua de minerales mil), se adentra en la gran llanura de la Comunitat Valenciana por la comarca de la Ribera Alta, cuya capitalidad sustenta Alzira, una de las estaciones en el recorrido del Xúquer (esto centrándonos en el caudal principal, ya que el Cabriel, por ejemplo, visita antes localidades como la atómica Cofrentes, en Valle de Ayora).
El vuelco a la llanura se produce en realidad en Sumacàrcer (Ribera Alta), de 1.054 residentes en 2022 y de callejero menos frondoso, aunque rodeada igual de pinares. Sus riberas no bañan directamente el área metropolitana de la capitalina València, al desembocar al sur, en la turística Cullera (22.937 habitantes en 2022), entre avenidas flanqueadas por edificios de nueva planta, pero sus aguas sí riegan el lugar.
Conexiones fluidas
Por una parte, tenemos el río que conecta con la Albufera, y recordemos que las 21.120 hectáreas actuales (211,2 kilómetros cuadrados) del humedal fueron antaño unas 31.000 (310 kilómetros cuadrados), lo que es una enormidad. En el fondo, el arroz valenciano o el jugo de esos pequeños tubérculos llamados chufas poseen tanta alma del Turia como del Xúquer. Pero es que además está la estructura de canalizaciones que de él se deriva.
La Acequia Real, por ejemplo, vivifica localidades del área como Picassent, Silla, Alcàsser, Beniparrell o Albal. Y hay bastantes más ejemplos de este sistema circulatorio que bombease allá arriba, por pinares conquenses. Vale, puede que no sea dulce, aunque es agua buena, de la que alimenta plantíos y labranzas. A lo mejor, quién sabe, no nos hace falta mandar al psicólogo al pasado. Nos lo agradecerá.