A Machado, canta Serrat en ese ‘otro Mediterráneo’ suyo que es ‘Cantares’, le cubre el polvo de un país vecino. Se acuerda el recién retirado cantautor catalán de cómo el genial poeta tuvo que huir de la España fascista del dictador para acabar muriendo en Colliure (Francia), condenado al exilio. Una localidad, Colliure, en la que, como otros muchos españolitos opuestos al golpe de estado perpetrado por Franco y los suyos, también recaló el alteano Juan Navarro Ramón, pintor genial de cuyo nacimiento se cumplen ahora 120 años.
Navarro Ramón huyó de España en plena Guerra Civil. Después de haber formado parte de la Alianza de Intelectuales Antifascistas junto a, entre otros, María Zambrano, Rafael Alberti, Miguel Hernández, Luis Buñuel, Luis Cernuda, Ramón J. Sender, Emilio Prados, Max Aub, Salvador Arias, Arturo Serrano Plaja o Rafael Morales; en 1938 marchó al exilio recalando en primer lugar en esa ciudad del departamento de los Pirineos Orientales.
Cuando estalló la Guerra Civil fue destinado como soldado al peligroso frente del Ebro
Junto a Miró y Picasso
Navarro Ramón pudo regresar, eso sí, a España en 1941. Para entonces, ya era amigo del gran genio de la pintura española del siglo XX, Pablo Picasso, y de otros enormes pintores de aquel París en ebullición donde coincidieron también el valenciano Josep Renau, Joan Miró o Ossip Zadkine.
El artista nacido en la Villa Blanca no fue, ni mucho menos, un convidado de piedra en ese grupo de nombres inmortales. Más bien, fue uno más como bien demuestra, aunque poco se conozca este detalle, que en la histórica Exposición Universal de París su cuadro ‘Te vengaremos’ (quizás el más significado políticamente) formó parte del pabellón de España junto a ‘El segador’ de Miró y el icónico ‘Guernica’ de Picasso.
Reivindicar su figura
Ahora, su obra forma parte de la colección de las principales pinacotecas del mundo. Pero, como también sucede con demasiada frecuencia, el nombre de Navarro Ramón es ampliamente desconocido incluso en su Altea natal, donde ahora, más de un siglo después de su nacimiento y más de tres décadas tras su muerte en 1989, se está trabajando en un proyecto para reivindicar su memoria.
Porque la vida del genial pintor, que ya en vida donó una gran cantidad de obras a su pueblo de nacimiento, no es sólo el exilio ni la exposición de París, sino que puede ser el resumen perfecto de lo que tuvieron que pasar muchos artistas e intelectuales españoles en aquellas cuatro décadas oscuras de dictadura.
Quiso exiliarse a México, pero tuvo que volver a España y fue internado en un campo de concentración
De Altea a Madrid pasando por València
El destino de Navarro Ramón no parecía estar encaminado al arte. De hecho, y por expreso deseo paterno, no tuvo más remedio que estudiar para labrarse un futuro como maestro. Pero esa pulsión por el arte le llevó a matricularse en las clases nocturnas de la Escuela de Artes y Oficios de València.
Mediada la década de los 20, dejó el Cap i casal y marchó a Madrid, donde aprobó unas oposiciones para la Administración General del Estado sin que aquello le hiciera abandonar su pasión por la pintura, que le llevó a seguir formándose en la Academia de Bellas Artes de San Fernando y en el Círculo de Bellas Artes.
Soldado en la Guerra Civil
Fue allí donde en 1928 contrajo matrimonio con quien sería el gran amor de su vida y con quien compartiría sus días hasta su muerte: Josefa Fisac. Ya en la capital de España consiguió hacerse un hueco entre los más reputados pintores de su generación y su obra comenzó a ser habitual en las más importantes salas de exposiciones del país, catapultando su fama más allá de los Pirineos y propiciando su primer viaje a París en 1934.
En aquella España convulsa y trágica, Juan Navarro Ramón se vio inmerso en la Guerra Civil participando como soldado republicano en el peligroso frente del Ebro. Allí, mientras Robert Capa o Ernest Hemingway adquirían fama internacional con sus fotos y sus reportajes, Navarro Ramón tomaba notas y pintaba el horror que manifestaba ante sus ojos.
En 2023 se cumplen 120 años del nacimiento de uno de los alteanos más internacionales
Campo de concentración y redención
Todo ese material se perdió en su huída a Francia. Quiso después exiliarse a México, pero le pilló la II Guerra Mundial y no tuvo más remedio que regresar a España en 1941. Tras poner pie en su país, fue directo al campo de concentración de Miranda de Ebro donde, pese a todo, siguió pintando y del que pudo salir relativamente pronto.
Mediado el siglo XX, su nombre cotizaba al alza en todo el mundo. Así, en la década de los 50 algunas de las principales pinacotecas de Francia compraron algunas de sus obras y en los 60, pese a su pasado ‘rojo’, el Museo Español de Arte Contemporáneo (el actual Reina Sofía) también comenzó a exponer sus pinturas.
Gran fondo documental
Navarro Ramón pudo, de esta manera, viajar por medio mundo. Conoció muchos países y destinos, pero siempre volvió a su lugar de nacimiento. A una Altea que, como él mismo reconoció en más de una ocasión, tenía una luz muy especial que le inspiraba a pintar.
Hoy en día, la Villa Blanca cuenta con un fondo documental y artístico compuesto por más de 200 documentos y obras de arte con los que, 120 años después de su nacimiento, aspira a reivindicar una figura fundamental de su historia.