Ahí teníamos a José María Martínez-Bordiú, XVIII barón de Gotor, o sea, Pocholo (aquí Sven), aguerrido en su traje de neopreno y dispuesto a cumplir su misión submarina. Unos tres o cuatro minutos después perecía estrangulado por un cefalópodo ignoto y unas gigantescas algas marinas mutantes. Sucedía en ‘La grieta’ (‘The Rift’, 1989), hoy clásico internacional del cineasta valenciano Juan Piquer Simón (1935-2011).
Ese fue el gran estigma de Piquer Simón (J. P. Simon a efectos hollywoodenses, desde donde se distribuyó la mayor parte de su obra): con sus simpáticas películas de bajo presupuesto, derrochando digamos que gracia artesanal, logró un reconocimiento exterior que aquí se le negó. Mientras que en España algún que otro crítico radiofónico insultaba a su cine y público, en el resto de Europa y Estados Unidos hacía taquilla.
Referente profesional
También gozó de prestigio entre gentes de su profesión, si leemos declaraciones de autores como Wes Craven (1939-2015), creador de la saga de Freddy Krueger, iniciada con ‘Pesadilla en Elm Street’ (‘A Nightmare on Elm Street’, 1984), o de la comenzada con ‘Scream’ (1996). O Eli Roth, el de la principiada con ‘Hostel’ (2005). Un subidón para alguien nacido, un 16 de febrero, en cuna humilde.
Aunque de puertas afuera parecía algo engreído, quizá para defenderse de entrevistas y ruedas de prensa que tiraban a dar, en las distancias cortas cambiaba mucho: solícito, dispuesto siempre al consejo o directamente a la ayuda a cambio de nada, Piquer Simón sabía hacerse con la gente no solo en las taquillas. Incluso si esas personas eran un grupo de estudiantes de periodismo y de imagen que hacían sus pinitos como guionistas.
Logró un reconocimiento exterior que aquí se le negó
Las enseñanzas
“Utilizad el ordenador”, decía, en una época que el alumnado aún funcionaba a teclado mecánico, “eso os permitirá cambiar malas escenas antes”. Y nada de poner “secuencia 1”, como se hacía en los libretos españoles. Una secuencia agrupa varias escenas: “escena 1, lugar tal, ext./día” o directamente “1, lugar tal, ext./día”, como escribía él, estilo norteamericano. Era meticuloso, quizá fruto de sus estudios.
Hizo Bellas Artes y Decoración y saltó, con mucho esfuerzo, a las aulas del madrileño Instituto de Investigaciones Cinematográficas, y de ahí a trabajar como cámara de TVE. Pero tocó independizarse al fundar en 1959 Cinedinter, dedicada a la publicidad. Nunca me aclaró algo que había leído en varios sitios, el posible origen javeanense familiar, pero Xàbia salió en varios ‘filmets’ y ‘spots’ publicitarios y después en algunos largos.
Wes Craven y Eli Roth se declararon admiradores de su cine
Aventuras publicitarias
Piquer Simón soñaba con el largo. Por entonces había que tener carnet, y no se le concedió. Realizó dos cortos documentales, ‘España violenta’ (1964), sobre la Guerra Civil, y ‘Vida y paz’ (1965). Ninguno sentó bien a la censura y, de hecho, el primero fue prohibido. Se agazapó en sus filmes publicitarios hasta que pudiera tentar, de nuevo, a la suerte.
En 1972 montaba lo que se vino a llamar los “Estudios Piquer”, en la madrileña calle Pradillo, en lo que fue una imprenta, y la productora Almena Films. Pero habrá que esperar a 1977 para que salga el primer largo, escrito, producido y dirigido por Juan Piquer Simon y protagonizado por el veterano y prestigioso Kenneth More (1914-1982): ‘Viaje al centro de la Tierra’ (‘Journey to the Center of the Earth’, 1977).
En los sesenta no le concedieron el carnet para rodar largometrajes
Estreno en largo
Ese mismo año se fundaba en Estados Unidos un nuevo estudio, The International Picture Show Company (de planteamiento ambicioso, se disolvía en 1981), y con él la adaptación del valenciano de la obra del francés Julio Verne (1828-1905) fue pasto de taquillas internacionales. La película encauzaba muchas líneas de la obra posterior de Piquer Simón (16 largos, de los que dirigió diez, y televisión), como la de contar con un equipo ‘propio’.
Así, el creador de efectos ópticos Emilio Ruiz del Río (1923-2007), habitual de productores como Dino de Laurentiis (1919-2010) y que comenzó ayudando al decorador cinematográfico y antes constructor foguerer alicantino Amalio Martínez Garí (1897-1982); o el maquetista valenciano Francisco Prósper (1920-2003). Y hubo más Verne, como ‘Misterio en la isla de los monstruos’ (‘Mystery on Monster Island’, 1981), para la 20th Century-Fox (hoy 20th Century Studios). Y más géneros.
Asesinos y monstruos lovecraftianos
Así, el ‘slasher’ (asesinatos truculentos) ‘Mil gritos tiene la noche’ (‘Pieces’, 1982), para la Film Ventures International (1968-1984) de Edward L. Montoro (aquí productor ejecutivo); las películas lovecraftianas (adaptaciones de H. P. Lovecraft, 1890-1937, o basadas en su universo), como ‘La grieta’, para la Trimark (1984-2001, absorbida por la Lionsgate, de 1997), o ‘La mansión de Cthulhu’ (‘Cthulhu Mansion’, 1992) para la efímera Golden Pictures.
Se despidió, como realizador, del largo igual que empezó, con una de aventuras. ‘Manoa, la ciudad de oro’ (‘Manoa, the City of Gold’, 1999), basada en Emilio Salgari (1862-1911), gozó de rodaje íntegro en la Comunitat Valenciana y sufrió de pésima distribución pese a implicarse Columbia TriStar (hoy Sony). Un 8 de enero, en su València natal, los pulmones le fallaron. Y la fantasía perdió a uno de sus más voluntariosos defensores.