Entrevista> Xelo González / Concejala de Turismo de Altea
Altea lleva décadas convertido en uno de los destinos más bucólicos de toda la Comunitat Valenciana, pero fue en plena pandemia cuando su comportamiento, al menos en términos comparativos, despegó de forma espectacular. Desde entonces, no ha dejado nunca de liderar los índices de ocupación de la región.
Xelo González, concejala de Turismo de la Villa Blanca, reflexiona sobre los motivos que han llevado a estas buenas cifras y también sobre los peligros y amenazas que aparecen en el horizonte ante la posibilidad, precisamente, de morir de éxito.
«En pandemia fuimos de los pueblos que menos mal lo pasaron; la verdad que tuvimos un montón de visitantes»
Altea ha venido liderando constantemente las cifras de ocupación en la Comunitat Valenciana, un logro que comenzó a labrarse en plena pandemia, cuando ya Altea, incluso con todas las restricciones que había, iba aportando muy buenos números.
Estamos muy contentos y consideramos que es un trabajo que se ha ido haciendo también poco a poco. Altea es una ciudad tranquila, un pueblo tranquilo, en el que prima sobre todo el tema cultural, el ciclismo o el turismo familiar. En la pandemia fuimos de los pueblos que menos mal lo pasaron y la verdad que tuvimos un montón de visitantes.
Fuimos el pueblo de España que más creció en visitantes respecto a 2019. Y la verdad que muy contentos con las cifras; ahora hay que seguir promocionando Altea y, sobre todo, buscando la desestacionalización, porque el verano es sencillo, pero nuestra preocupación es que esto dure, que se alargue un poquito más.
Si miramos las cifras de este mismo año, parece que ese objetivo se ha conseguido.
Creo que desde marzo o abril, más o menos, no se ha parado en Altea; y todavía seguimos. Y ese es el camino: seguir haciendo actuaciones culturales, eventos deportivos o actividades náuticas que puedan llenar esos huecos en temporada baja.
«Altea siempre se ha visto como un pueblo bohemio de artistas, pintores… y creo que con eso más o menos nos quedamos»
¿Cuál es el secreto? Se lo pregunto porque esa apuesta por la cultura, el deporte o el turismo familiar no es algo que sea exclusivo de Altea. Hay muchos otros municipios que, o bien lo están intentando desarrollar o han tenido ideas parecidas. ¿Cuál es el secreto de Altea para que esto funcione?
Nosotros tampoco somos un pueblo de sol y playa, sino que somos de sol y mar. Se pueden hacer actividades náuticas, pero no tenemos unas playas masificadas. Entonces, tampoco tenemos un gran número de alojamientos hoteleros y claro, es fácil llenarlo, pero también con ese aspecto de tranquilidad.
Altea siempre se ha visto como un pueblo bohemio de artistas, pintores, y creo que con eso más o menos nos quedamos; además la gente tiene ganas de estar tranquila y de huir un poco de las masas. Siempre hemos dicho que alguien que está alojado en Benidorm o en Calpe, siempre hace una visita obligada de pasar un día en Altea o Guadalest, y la verdad que eso nos viene bien para nuestros comercios y restaurantes.
Hubo un tiempo, con la famosa remodelación del Frente Litoral, en el que la oposición y buena parte del sector productivo, sobre todo los hosteleros, cargaban diciendo que esa solución iba a ser un torpedo en plena línea de flotación del turismo. Sin embargo, resulta que gracias o a pesar de esa remodelación, la cosa ha funcionado muy bien.
La verdad que teníamos ganas de hacer esta obra. Hacía mucha falta remodelar el frente litoral. No podía ser que en primera línea de playa estuvieran pasando los coches; el paseo tiene que ser para las personas. A nadie le gustan ni los cambios ni las obras, siempre son molestas, pero nunca se ha dejado de circular y los restaurantes han abierto.
Siempre, claro, con menos afluencia de público, evidentemente, pero no han tenido que cerrar. Y la verdad que estamos muy contentos. El coche tiene que estar en un parking disuasorio, no podemos tenerlo en primera línea. Y estos sitios tienen que ser para las personas, para pasear, para los niños y para los turistas.
«Tienes que tener siempre un aliciente, si no es fácil elegir otro destino»
El turismo está tendiendo cada vez más a un modelo experiencial. ¿Está Altea trabajando en ese sentido?
Tienes que tener siempre un aliciente, si no, es fácil elegir otro destino. Intentamos hacer eventos deportivos o cualquier otro evento para que vengan turistas en otra época del año. Nuestra intención es desestacionalizar, porque julio y agosto se venden solos, y hemos de buscar para que podamos vivir de esta industria durante todo el año.
Cuando las cosas van tan bien como en Altea, es normal que a uno se le encienda la luz de alarma pensando en que se puede morir de éxito, en que el destino se puede masificar en exceso. ¿Tienen ese miedo?
Sí que tenemos ese miedo, sobre todo en julio y agosto. Estamos estudiando el tema de las licencias de apartamentos y de viviendas turísticas, porque claro, si hay que frenar un poco, habrá que hacerlo porque en Altea la vivienda es la que es.
Y claro, los precios se están disparando y hay que tomar alguna medida, aunque sea temporal. Creo que eso no es malo. Tampoco es alarmante, pero sí que tenemos encima de la mesa ciertos temas como este de las licencias de viviendas turísticas que tenemos pendientes de estudiar.