Se trataba de irse “a las aguas”, de balnearios; los ‘spa’ (‘salus per aquam’, salud a través del agua) de la época, o de playas utilizadas como tales centros de reposo. Épocas decimonónicas de novenarios, que en dichos lugares no significaba otra cosa que tratamientos de nueve días. El valenciano Luis García Berlanga (1921-2010) nos lo mostraba en el film ‘Novio a la vista’ (1954).
Allí era una familia acomodada veraneando a la orilla del mar, pero hubo más como esta hasta el despegue de la clase media a mediados del pasado siglo. Como curiosidad, otra propuesta fílmica, ‘Carne de tu carne’ (1983), del colombiano Carlos Mayolo, realismo mágico con médico vampiro y personajes mitológicos como la Madremonte, nos habla de una familia pudiente de los años cincuenta que veraneaba en España, en Benidorm.
Los comienzos
En la hoy Comunitat Valenciana, hacia la segunda mitad del XIX aparecían unas chinchetas turísticas en el mapa: Benicàssim (Plana Alta), donde se rodó el largo de Berlanga, Cullera (Ribera Alta), Santa Pola (Vinalopó Bajo) o Torrevieja (Vega Baja) comenzaban la transformación que las convertiría con el tiempo, en parte, en ciudades-‘souvenir’. Nótese que se trata de localidades asomadas al mar.
Como también ocurre en los primeros pespuntes de una Benidorm (Marina Baixa) antes de su conversión en sinónimo estival, con la creación hacia 1870 de un balneario junto al mar, que en 1893 presentaba la primera propaganda turística fraguada desde esta ciudad y quizá una de las primeras en territorio nacional. Los primeros carteles turísticos del país no aparecieron oficialmente hasta 1929, con litografías de entonces reconocidos cartelistas y fotógrafos.
Un balneario en Benidorm protagonizó una de las primeras propagandas
Primeros carteles
Reseñemos que el Patronato Nacional de Turismo no se creaba hasta 1928, precedido por la Comisión Nacional del Turismo (1905-1911), refundada como Comisaría Regia del Turismo desde 1911 hasta el Patronato. Aquellos trabajos contaban con firmas de cartelistas como las del también historietista y pintor José Robledano (1884-1974) o el además dibujante e ilustrador Rafael de Penagos (1889-1954). O fotógrafos como Joaquín del Palacio, ‘Kindel’ (1905-1989), o el valenciano Enrique Desfilis (1897-1938).
Abundaban los tópicos, asentando algunos de los hoy más conocidos, del tipo “Huelva, cuna de América”; “Madrid, corte y corazón de España”; o “Tenerife, las islas afortunadas”. La colección se finiquitaba en 1939, al consumarse la guerra civil y el cambio de la Segunda República al franquismo. Los carteles, estilo ‘art decó’ con demasiados elementos republicanos, se apartaban, aunque la serie en sí aguantó hasta 1950.
Vercher, dibujante y pintor valenciano, promocionó Alicante y València
Pinceles de Vercher
También había carteles como los realizados por el dibujante, caricaturista y pintor valenciano Antonio Vercher (1900-1934); uno a propósito de Alicante, con la leyenda en francés ‘La ville qui n’a pas d’hiver / la plage aux palmiers’ (la ciudad que no tiene invierno / la playa con palmeras), más un paseo marítimo un tanto idealizado; o el de “Visitad en Valencia la exposición de arte de Levante, en el Palacio Municipal, del 7 de mayo al 7 de agosto 1929”.
En este, el motivo principal era la ‘Dama de Elche’, y la frase anterior también podía leerse en francés, inglés y alemán, toda una declaración de principios internacionalistas. Pero el gran despegue turístico, comandado a finales de los cincuenta por Benidorm, estaba por llegar. El régimen necesitaba abrir puertas, y el turismo tenía las llaves.
En 2022 la cifra era de 49,3 millones de pernoctaciones
Iniciativas oficiales
Los Planes de Desarrollo Económico y Social elaborados gubernamentalmente desde 1959, el famoso ‘desarrollismo’, buscaron preparar al país para ese goteo, que fue torrente de turistas; fomentando una clase media necesitada de pasar sus vacaciones fuera de sus ciudades, lo que conllevó la creación y mantenimiento de servicios e infraestructuras. El sol y la playa se convertían en la oferta principal. Al menos al principio.
La lista de lugares a visitar fue agrandándose, gracias a iniciativas como la creación en 1964 del Registro de Denominaciones Geoturísticas, que trajo nombres como Costa de Azahar (inicialmente los litorales castellonenses y valencianos, hasta que poco a poco fue imponiéndose la denominación Costa de Valencia para las costas de esta provincia), y Costa Blanca (Alicante). Solo un año antes comenzaba su andadura la Escuela Oficial de Turismo.
Importantes datos
Según informaba la Oficina de Estadística Europea, la Comunitat Valenciana logró en 2022 la cifra de 49,3 millones de pernoctaciones, con el acicate de que, según el ‘Atlas de contribución municipal del turismo en España’ (mayo de 2023), elaborado por Exceltur (Alianza para la Excelencia Turística, formada por los presidentes de veintitrés compañías del sector), nueve municipios de aquí se anotaban entre los cincuenta lugares con mayor número de plazas de alojamiento en España.
Estos, Alicante, Benidorm, Calp (Marina Alta), Dénia (Marina Alta), Orpesa (Plana Alta), Peñíscola (Baix Maestrat), Torrevieja, València y Xàbia (Marina Alta), unen atractivos a localidades interiores como Chulilla (Los Serranos), Culla (l’Alt Maestrat) o El Castell de Guadalest (Marina Baixa), por poner tres ejemplos a bote pronto, sin olvidar parques naturales como La Albufera valenciana o el Fondo alicantino. El turismo aquí ya no es solo cuestión de un par de carteles.