Tanto si ibas a Cocentaina, o Alcoy, o Xixona, como si marchabas a Alicante, lo suyo era la derivación a la montaña de la N-340 (aún sigue llamándose así lo que no solaparon las nuevas autovías). Una de las principales arterias automovilísticas del país: llegó a ser, a pleno funcionamiento, la carretera más larga en España, 1.248 kilómetros desde Puerto Real (Cádiz) a Barcelona.
En total, diez provincias (Cádiz, Málaga, Granada, Almería, Murcia, Alicante, València, Castellón, Tarragona y Barcelona) y cuatro comunidades autónomas (Andalucía, Murcia, Comunitat Valenciana y Cataluña), siguiendo mayoritariamente, como la desde los sesenta paralela N-332, el trazado de la Vía Augusta. Pues bien, parte del volumen de tránsito de vehículos pasaba por el mismísimo centro mutxameler.
Recuerdo romano
En la época tenías que ir con cuidado para ir al ‘forn’ (horno) a comprar pan o toñas; había que cruzar la carretera, la ‘general’ (entonces, todas las carreteras de cierta categoría para arriba eran ‘generales’). Al menos la N-332, iniciada al sur de Cartagena (antaño en Almería) y popularmente ‘carretera a València’, acabó por llevarse buena parte del tráfico.
Recordemos que la Vía Augusta, de unos 1.500 kilómetros, era la concurrida, muy transitada, calzada romana, que unía la portuaria Gades (Cádiz) o Augusta Urbs Julia Gaditana con la francesa, occitana, Narbo Martius (Narbona); un tanto interior pero conectada al Mediterráneo a través de la laguna de La Berre, y con el resto del Imperio romano a través de otras muchas calzadas.
Llegó a ser la calzada más larga en España
Tráfico por turnos
Notable, en nuestro mapa de viales, era entonces la carretera a Xixona, como se decía. Denominada sucesivamente (si marchamos hacia la ciudad del turrón, entonces se podía, porque era de dos direcciones) Felipe Antón, Cura Fenoll, Manuel Antón, Passeig de la Constitució, la Soledat y Alfonso XII, hasta convertirse ahora en la CV-800, incluso en otros tiempos soportaba bastante afluencia de coches, camiones, autobuses y demás.
Dentro de la ciudad, había incluso un tramo, por la iglesia parroquial de El Salvador, donde unos semáforos regulaban la circulación automovilística. Ahora los que vienen de arriba, luego los de abajo, y así. Realmente, Xixona y Alicante ciudad eran los dos puntos de origen o llegada más habituales para las gentes mutxameleras. También, claro, para las jijonencas o alicantinas, sobre todo punto de destino. Por ejemplo en septiembre, cuando los Moros y Cristianos.
Tenías que cruzarla, por ejemplo, para ir al horno
Un vial menos
Así que en fiestas ya teníamos el lío. Aparte de lo de aparcar, ¿cómo llegar? La arribada desde Xixona estaba clara, pero desde Alicante se iba hasta el monasterio de la Santa Faz y, desde ahí, cruzando Sant Joan d’Alacant, se accedía a Mutxamel. Los festejos se desarrollaban en la Rambla, proyectada en 1928 como vial urbano que, a la par que hacía crecer la ciudad, aliviaba de tráfico a la N-340 en su circuito urbano.
Pero al convertirse la Santa Faz, el centro religioso, en una de las sedes alicantinas de la exposición ‘La luz de las imágenes’, en 2006 (‘La faz de la eternidad’ llevaba precisamente como subtítulo), tanto la plaza Luis Foglietti, la del monasterio, como las adyacentes, se cerraban al tráfico. No obstante, la CV-821, hacia San Vicente del Raspeig, accesible mediante rotonda desde la N-332, permite derivarse a Sant Joan.
Con vistas a 2006, la Santa Faz se cerraba al tráfico
De rotonda a rotonda
Hay, a continuación, otras rotondas para llegar y circular por Sant Joan, aunque la clásica se llama precisamente de Sant Joan, que enlaza con la arbolada avenida de la Diagonal. De allí, buscamos la N-340 (aquí calle Cervantes), paralela en parte al hoy soterrado canal del Gualeró, que antaño vivificó desde Mutxamel, gracias al río Monnegre o Montnegre, el Camp d’Alacant, la llamada huerta de Alicante.
Uno de sus partidores-distribuidores del flujo de tráfico es la glorieta Víctimas del Terrorismo, a la que también podemos llegar desde otro de los accesos clásicos a Mutxamel, antes incluso de toda esta modernización vial. Aquí toca caminos hoy asfaltados, de índole secundaria. Un pequeño laberinto aún escoltado en un buen trecho por pareados y hasta tiendas de material para albañilería, carne de chalé de segunda residencia.
Otros caminos
Para llegar aquí hay que recorrerse la calle San Antonio (básicamente, un camino asfaltado: el del polideportivo de Sant Joan), a ratos con fincas a los laterales, alguna de ellas puras muestras de la arquitectura autóctona.
Pues bien, casi al lado del complejo deportivo, por la finca Abril, el ‘camí’ (camino) de la Princesa nos enlaza a un bonito paseo casi por el pretérito; una excursión acompañada por fincas varias, de todo tamaño o condición, algunas ya secuestradas por el tiempo.
Continúa, a través del camino del riu (río) Algar, por el ‘camí de les Penyetes’ (de las peñas, o mejor, peñitas), que transcurre paralelo a la A-70. Esta lo ha sajado en parte, aunque el anterior nos sirve igual, para llegar a Mutxamel por el este, tras recorrer un buen trecho de huerta. Y ya allí, la modernidad; la pequeña ciudad de 26.192 habitantes en 2022, aquella aún cruzada por N-340.