Los ríos son caminos, metáforas, realidades, que en ocasiones unen localidades hasta casi conformar una suerte de gran población, por más que los kilómetros separen a unas de otras. El Jalón-Gorgos baña, en plena Marina Alta, una mancomunidad interior (oficializada en 1991), la del valle de la montaña de Pop (Alcalalí, Benichembla, Castell de Castells, Jalón o Xaló, Llíber, Murla, Parcent y Senija), muy rica en gastronomía, bodegas y artesanías varias. Aparte, asentaron aquí ‘los europeos’, siempre con río, poza o piscina, pública o privada, a mano.
El Jalón-Gorgos, también Xaló, nace allá por el Comtat, en la montaraz Facheca, por donde la Serrella y la sierra de Alfaro, alcanzando los 51,3 km de longitud, 283,2 km² de superficie total y 262,2 km de cuenca. Típico río estacional, capaz de verter grandes masas o casi nada de agua al Mediterráneo, allá por entre los cabos de San Antonio y San Martín (en la Xàbia costera, mediante el hoy pintoresco y urbanizado canal de Triana), su recorrido orilla, acompaña o infiltra la mayor parte de poblaciones de la inmensa concavidad de la Vall de Pop. Dada la alta permeabilidad de las carbonatadas tierras por las que discurre el caudal, abundan los aprovechables acuíferos: los datos oficiales le adjudicaban en 2008 una superficie aproximada de 108 hectáreas (1,08 km²) a la Comunidad de Regantes Alcalalí-Jalón, que en Parcent, la localidad que pasearemos, se concretan en una agricultura basada sobre todo en la vid y complementada con hortalizas, olivos o almendros.
Meandros de asfalto
Pero la riqueza principal parcentina estriba, además de en sus preciados vinos (blanco, tinto, mistela), en el turismo. Pequeña ciudad de paso o de asentamiento, con 997 habitantes censados en 2022 (1.003 en 2023), un 41,7% lo copa una población de origen extranjero, principalmente ingleses, franceses y alemanes. Oficialmente, se habla valenciano, aunque los oídos captan mucho más. Pero no adelantemos acontecimientos: primero toca arribar.
Un recorrido de interés lo ofrece, justo antes de Benissa (por la N-332), mediante un pequeño complejo de rotondas conectado también con la carretera CV-745, la repeinada CV-750 (enlazada, un poco más adelante, con la autopista del Mediterráneo o AP-7), que nos llevará a Parcent tras, en un recorrido punteado de verdor, campos o los arcos carpaneles de los porches de los riu-raus, donde secan uvas con dulzor para elaborar la cotizada mistela, hacernos cruzar Xaló y Alcalalí. O podemos acceder desde la benisera o benisense avenida de Madrid, que forma parte de la CV-745 (que va desde La Fustera, zona costera de la interior Benissa, a Xaló, pasando por Senija y Llíber). Esta segunda opción, encaramada un tanto a los montes del área, resulta la más espectacular, endulzada ahora por las obras de mejora efectuadas por la Diputación.
A la llegada
Tras Alcalalí, derivándonos a la izquierda de donde veníamos (en realidad, la CV-750 nos deja a las ‘puertas’ exteriores: hemos de cruzar el río Gorgos por la CV-720, Gorga-Pedreguer, o, más arriba, la CV-715, Oliva-La Nucia), nos recibe Parcent (la antigua Persius latina, según el lingüista suizo Wilhelm Meyer-Lübke, 1861-1936, o Percennius, para el historiador y filólogo Ramón Menéndez Pidal, 1869-1968). Típica población de la Marina Alta interior, limitada al norte con Murla, al este con Alcalalí, al sur con Tàrbena y al oeste con Benichembla (Benigembla), Parcent se encuentra visualmente rodeada de afloramientos béticos como la sierra de las Coves (cuevas), el carrascal de Parcent o la sierra de Ferrer (y entre ambos, el Coll o paso de Rates).
Sus empinadas y a veces estrechas calles de casas con solera, primorosamente puestas al día, piden entregarse al esforzado paseo por la típica localidad cuyo bullicio se torna efervescente en verano o fiestas de guardar por el aumento poblacional, dentro de un orden, ya que aquí se busca descanso más que algarabía. Para ello, Parcent derrama gastronomía saboreada por gentes de toda la provincia y más allá.
Es el momento de, entre cocina internacional o mediterránea, disfrutar con un ‘arròs amb fesols i penques’ (arroz con judías y pencas, tronchos de acelgas), ‘aspencat’ (diversas verduras al horno, peladas y troceadas, con bacalao en tiras, aceite de oliva en crudo y ajos laminados), ‘caragolà’ (guisado de caracoles), coca con pimiento y tomate o arroz al horno de Parcent.
Las visitas
Hay que tomárselo con calma: anida la sorpresa en cada rincón de un dédalo sembrado, sobre areniscas, por árabes o quizá mucho antes, tomado por Jaime I (1208-1276) en 1256, baronía al menos desde el siglo XVI y ducado desde el 10 de julio de 1649 (dejando su ‘firma’ en Madrid, a partir de las obras de 1729, con el palacio de Parcent, hoy parte del Ministerio de Justicia, con fachada principal a la avenida de San Bernardo). En la angosta plaza de Gabriel Miró, una placa en una de las fachadas nos asegura que nos encontramos ante la ‘casa Gabriel Miró’ (antiguo hostal en 1902, según el aviso), quien por estas tierras dicen que escribió ‘Del vivir’ (1904). Y un cuadro de azulejos nos informa de que el Carrer Dalt (de arriba) obtuvo el primer premio en adorno de calles en las fiestas de 1980.
Queda espacio para el culto, en la iglesia de la Purísima Concepción, en la plaza del Poble (pueblo), iniciada en 1630, aunque su campanario data de 1929, reformado en 1949; epicentro de las fiestas patronales en honor a Sant Llorenç (San Lorenzo) a partir de la segunda semana de agosto, entre otros muchos festejos. También para la Cooperativa Agrícola El Progrés (progreso), fundada en 1915, como aseguran los azulejos a la puerta, en el codo inicial de la avenida de la Constitució. Su almácera o ‘almàssera’ para aceite y vino cerraba en 1995, pero ahora es museo etnológico, local social y cultural y hasta restaurante.
La huella del agua, en este núcleo cuna de múltiples rutas senderistas, aún se nos presenta como más evidente en el antiguo lavadero público, en el camino del Raval (se puede acceder también desde la CV-715), estampa pretérita que, sin embargo, mantiene un hálito muy presente, cabe esperar que futuro, donde el líquido elemento, además de útil, deviene social.