Reír es bueno, nos recomiendan hasta médicos y psicólogos. Nos ayuda, dicen, a pensar diferente, a reducir pensamientos negativos. Incluso mejora los sistemas endocrino, inmunológico, respiratorio, ¿quién da más? Por eso aún sorprende la displicencia, cuando no directamente desprecio, con la que se tratan obras como el ‘Sermó de la pàtria celestial’ (1903), popularmente conocido como el ‘Sermó de les cadiretes’ (sermón de las sillitas).
Pese a su implantación en el imaginario popular, hasta el punto de considerarse hoy ya todo un clásico de literatura valenciana (bueno, ante los resoplidos de quienes pretenden que se eleve el tono del discurso, claro), aún se habla de lo pergeñado por su creador, el editor, escritor, librero y periodista valenciano Josep Serred i Mestre (1874-1933) como de “obras menores”, a las que tan solo se salva por su adscripción al “costumbrismo”.
Otras obras
Pero no es la sociología parda, o sea, a pie de calle, lo que ha permitido que un buen puñado de sus textos perduren. Hay más famosos títulos en la obra de Serred, como la ‘Historia breu y completa de Nelet y Quiqueta’ (‘Historia breve y completa de Nelet y Quiqueta’, 1904) o ‘Romances baturros’ (1906, con primera edición de 1899) sobre una colonia de aragoneses en València.
Y eso sin olvidarnos, por ejemplo, del ‘Tratao de la finor o reglas d’Urbanidat que deben saber los chicos pa vivir en sosiedat’ (1907; ‘finor’ es finura, delicadeza; ‘tratao’, obviamente, como decirlo en castellano, a lo bruto, en vez de ‘tratado’), u obras de teatro como ‘Pascualet el mañós’ (‘Pascualito el mañoso’, en valenciano de la época, 1914) o ‘Els quatre zeros’ (1926).
Su autor fue también editor, librero y periodista
Autobiografía en un párrafo
Ocurre, no obstante, que el propio escritor tendía, como muchos autores, a no tomarse en serio a sí mismo. El investigador y documentalista valenciano Rafael Solaz Albert (1950) recuperaba el famoso sermón (a partir de la séptima edición, la de 1932), así como una grabación fonográfica del propio autor (fue uno de los pioneros en ello), en el libro ‘El sermó de les cadiretes, vida y obra de José Serred y Mestre’ (2016).
Pues bien, allí se citan unas frases del propio Serred que acompañaban a la publicación de ‘Pascualet el mañós’. Allá, donde se nos definía hijo de padre “churro” (castellano-hablante de las comarcas altas, de influencia aragonesa, como Los Serranos o el Rincón de Ademuz) y de “mare valensiana” (madre valenciana), se nos confesaba: “El machor èxit literari que he alcansat ha segut el meu Sermó” (el mayor éxito literario que he alcanzado ha sido mi ‘Sermón’).
«Lo que me menche més a gust es un bón plat de paella» Josep Serred
Valencianista de pro
El caso es que este, también, precursor de los actuales audiolibros, procurador de la Audiencia y, siguiendo sus palabras, en ese momento cómico del mítico teatro Eslava (1908-1961, tras dañarlo la riada de 1957) se recreaba en detalles de los que arrugaban entonces cejas, como que odiaba la política y el cante flamenco. Al cabo, “lo que me menche més a gust es un bón plat de paella” (lo que como más a gusto es un buen plato de paella).
Pero hay otra afirmación a retener: “Estic enamorat de la nostra llengua y sempre que puc parle y escric en valensiá” (estoy enamorado de nuestra lengua y siempre que puedo hablo y escribo en valenciano). Podemos perfectamente encuadrar a Serred en el movimiento artístico, cultural y literario de la Renaixensa (renacimiento) valenciana, nacido entre mediados y finales del XIX, y que dio pie a múltiples iniciativas literarias.
El escritor mostraba un talante libertario y moderadamente anticlerical
Anticlericalismo blasquista
Una de ellas ya se vio en estas páginas, la revista ‘Nostra Novela’ (1930-1931), pero hubo otras publicaciones, como la ‘Taula de Lletres Valencianes’ (1927-1930) o el anuario (salía siempre en marzo) de trasfondo fallero ‘Pensat i Fet’ (1912-1972), en el que colaboró, por cierto, Josep Serred. Lo suyo, eso sí, era el humor satírico, aunque, por contra, no desprovisto de pespuntes políticos.
Lo cierto es que la supuesta filiación apolítica del autor valenciano escondía más bien un espíritu libertario, muy de los círculos culturales en la época, al tiempo que un cierto trasfondo anticlerical moderado. Estamos en un momento en el que triunfaba el llamado “blasquismo”, urbano, emanado desde el ‘cap i casal’, donde más triunfó, e inspirado por el mismísimo Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928).
La persistencia
La fórmula del ‘Sermón’, por cierto, resulta bien sencilla: un sacerdote, mientras comentaba a sus feligreses la historia del pecado original, tenía que lidiar al tiempo contra todo tipo de ruidos, incluido, claro, el de unas sillas. A ello se unía, eso sí, el peculiar lenguaje manejado por el retor en cuestión, quien puntuaba y comentaba el pasaje bíblico a su particular forma.
La obrita cobró vuelos, hasta el punto que incluso aparece reseñada como dos, al publicarse el ‘Sermón con Ave María y algunas interrupciones’ (1908, aparece reseñada originalmente en castellano, aunque en algunas fuentes le plantan la traducción actualizada: ‘Sermó amb Ave María i algunes interrupcions’), en realidad el de ‘les cadiretes’ con otro nombre. Mucha gloria, pese al ruido de fondo.