Entrevista > Marta García Carbonell y María Palau Galdón / Periodistas (Gandia, 1-diciembre-1999 y Bicorp, 27-enero-1999)
María y Marta son periodistas -“de formación”- y gracias a la Beca Josep Torrent, la Unió de Periodistes y la Institució Alfons el Magnànim han publicado ‘Indignas hijas de su patria’. Crónicas del Patronato de Protección a la Mujer en el País Valencià, que de otro modo “se podría haber quedado en un cajón”.
Esther López Barceló firma el prólogo del libro bajo el título ‘Las brujas que Franco no pudo quemar’ y aclara que: “No quería revictimizar a las supervivientes del patronato, quería contarlas desde un lugar en el que ellas no fueran un sujeto pasivo, en el que no fueran víctimas todavía. (…) Por eso considero a las supervivientes del patronato como las brujas que la dictadura no pudo quemar.”
AQUÍ en València charla con estas jóvenes periodistas y amigas que destacan que “la profesión no tiene por qué definir a la persona”, aunque llevan “desde bien pequeñitas haciendo preguntas y contando historias”, y consideran “esencial que nuestros trabajos no pierdan nunca de vista la perspectiva de género. No entendemos el periodismo de otra forma”.
«Es un intento por dignificar la memoria de aquellas niñas y adolescentes, hoy mujeres, que fueron encerradas»
¿Qué encontrarán los lectores en ‘Indignas hijas de su patria’?
Marta García (MG) – Un intento por dignificar la memoria de aquellas niñas y adolescentes, hoy mujeres, que fueron encerradas en alguno de los centros del Patronato de Protección a la Mujer. Quisimos construir una pequeña aportación en la recuperación de nuestra memoria.
¿Cuáles son los objetivos principales de este libro?
María Palau (MP) – En primer lugar, queríamos arrojar luz sobre una historia que nos hubiera encantado que nos contaran en el instituto o la facultad; una historia que llevaba demasiado tiempo invisibilizada.
Simplemente queríamos contarla de la mejor manera posible. Nuestro libro tiene la voluntad de servir como punto de encuentro para todas aquellas mujeres que no se han atrevido a denunciar y que fueron internadas en estos reformatorios por vergüenza, por miedo o por sentirse culpables. Que sepan que no están solas, que no fueron las únicas.
«El Patronato de Protección a la Mujer supone una oportunidad única de verdad, justicia y reparación»
¿Consideráis que existe alguna manera de reparar el daño que se pudo llegar a hacer?
MP – El Patronato de Protección a la Mujer supone una oportunidad única de verdad, justicia y reparación. Cuando hablamos de memoria democrática, muchas de las víctimas ya han muerto o fueron asesinadas y son sus hijas o sus nietas quienes reclaman un reconocimiento a su lucha o su sufrimiento. En el caso del patronato, contamos con muchas supervivientes que están vivas para narrar su propia historia.
MG – Sus principales reivindicaciones se centran en su incorporación como víctimas del franquismo en el artículo 3.1 de la Ley de Memoria Democrática y el perdón del Estado y las órdenes religiosas.
Las monjas que regentaron los centros del Patronato de Protección a la Mujer nunca han tenido el más mínimo gesto de reparación, y no solo eso, sino que en muchos casos continúan ocupando los mismos espacios, desarrollan labores orientadas a los servicios sociales (atención a víctimas de trata, mujeres migrantes, madres solteras, víctimas de violencia de género, etc.) y su labor ha sido ampliamente galardonada.
¿Cómo se explica esa capacidad de pasar desapercibida en el tiempo?
MP – Si el Patronato de Protección a la Mujer pudo sobrevivir durante más de cuarenta años fue porque se instauró un consenso social, o al menos un silencio social, que permitió que miles de mujeres fueran perseguidas. Médicos, profesores, curas, monjas y la población civil colaboraban de diferentes formas con la institución.
«Hoy no nos encierran, pero nuestros comportamientos y actitudes siguen siendo cuestionados»
¿Creéis factible la creación de una institución similar en la Valencia de hoy en día?
MG – Hoy no nos encierran, pero nuestros comportamientos y actitudes siguen siendo cuestionados. Se nos sigue juzgando y esa dualidad entre la ‘buena’ y la ‘mala’ mujer nos constriñe aún a día de hoy. No hay alternativa: o eres santa o eres puta.
Queremos creer que en el Estado español nadie se atrevería a crear un organismo de estas características, aunque ciertos discursos machistas y fascistas quieran volver a confinarnos en el hogar y la familia. Aunque el patronato desapareciera, el patriarcado nunca lo ha hecho y sigue ahogándonos a diario.
Esther López, quien firma el prólogo, dice que escribe para “alzar la voz de las nadie”. ¿Para quién escribís vosotras?
MP – Siempre tenemos en cuenta a aquellas mujeres a quienes la historia, esa que solemos escribir en masculino, ha negado su protagonismo en el desarrollo de la misma. Esas ‘nadie’ de las que habla Esther López Barceló serían nuestras abuelas, nuestras bisabuelas, que contaron sus vivencias entre susurros entrecortados por los sonidos de las cocinas de sus casas.
Les escribimos a ellas, sí, pero también a sus hijas y sus nietas. A las descendientes de ‘las nadie’ para conseguir elevar el tono de esos susurros y, a base de preguntas y más preguntas, situar sus testimonios en el lugar que la historia les ha robado.