Mirar un calendario meteorológico tampoco ha de servir de mucho: ponga lo que ponga en cuanto a precipitaciones a lo largo de la historia, la verdad es que mucho ha llovido desde la elección en 1931 de Angelita Algarra Azuara (1910-1981), quien consta en las efemérides festeras como la primera Fallera Mayor, hasta María Estela Arlandis Ferrando, de la comisión Bisbe Jaume Pérez-Lluís Oliag, que ha sido elegida para este 2024.
Aunque no deja de resultar un apunte superficial, si bien en buena parte cierto, cabría decir que va, en cuanto al cargo fallero, desde la mujer como una parte más del engranaje festero por lo decorativo a esta, ya en calidad de embajadora al tiempo que imagen de la fiesta, y por tanto preparada para ello y además ligada a los propios festejos desde joven o incluso desde pequeña.
El arranque
Diversos aspectos abonan esta anotación, frecuente en las reflexiones efectuadas en las últimas décadas no solo en las Fallas, las centrales, las de València, o las de cualquier localidad donde se celebren estas, sino también en cuanto a otras muchas, incluidas las Hogueras en la Comunitat Valenciana. Por ejemplo, no hay más que leer las semblanzas en torno a María Estela Arlandis, de veintidós años, estudiante de Derecho y ligada a su comisión como fallera ya quince años.
Tres cuartos de lo mismo para la Fallera Infantil, Marina García Arribas, de Falla-Tamarindos. Tiene once años, todos ellos como fallera de la misma comisión. ¿Qué ocurría al principio? Bien, Ángeles Algarra aparece citada realmente como Reina de las Bellezas Falleras Valencianas, eso sí, ligada a una comisión, la de Plaza del Negrito. En verdad, la primera Fallera Mayor, tal y como la conocemos ahora, nos llegaría no mucho después, en 1934.
Hasta 1934 no se usará la denominación actual
Misses España
Ese año, el del arranque de la Exposición del Ninot, Amparito Albors Serrano (1914-2001), de La Barraca (en el Cabanyal), era la primera en ostentar el título de Fallera Mayor. Al fin y al cabo, la distinción había sido sugerida, según muchos historiadores de la fiesta, por la elección el 25 de enero de 1929 de Pepita Samper Bono (1908-1998) como Miss España (Señorita España, por la época).
La joven modelo recorrió aquel año el ‘cap i casal’ con todos los honores que con el tiempo habría de dispensarse a las Falleras Mayores. Es más, puesto que lució el traje típico valenciano en los concursos en los que participó, así como en otros actos, se la tuvo también como embajadora de la ciudad y de sus fiestas, anticipando, pues, una de las labores de las reinas de las Fallas.
La Miss España de 1929 se convirtió en un precedente
La renuncia
Es cierto que esta labor de embajadora ha ido tomando cada vez unos pespuntes más activos, requiriendo de las elegidas de un mayor dominio del cargo, pero digamos que en València el asunto se adelantaba. Al año siguiente, por cierto, repetía el título de Miss España otra valenciana, Elenita Pla Toda (1911-1975), duplicándose la situación y asentando aún más el matiz representativo.
Hay que recordar al respecto, en lo de la internacionalidad y en lo de saber estar, que Pepita Samper se retiraba del Certamen Internacional de Bellezas de París (Gran Concurso Internacional de Belleza, lo que hoy sería Miss Mundo, por ejemplo) al fallecer la reina española, María Cristina de Habsburgo-Lorena (1858-1929), el día antes de la gala. El propio rey Alfonso XIII (1886-1941) la felicitó personalmente.
A finales de los ochenta llega aquí la democracia total
El retorno
Como señalábamos, tras haber cambiado efímeramente de nombre, de Reina a Belleza Fallera, es efectivamente en 1934 cuando se da por vez primera la denominación de Fallera Mayor, lo que de momento iba a durar poco. Durante la guerra civil (17 de julio de 1936 al 1 de abril de 1939) desaparecía el cargo, ya que, de hecho, enmudecieron las Fallas.
Filo Montoro Soucase (1912-2001), de Cuenca-Roberto Costravido (actualmente Obispo Amigó-Cuenca), fue la Fallera Mayor de 1936, y María Luisa Aranda Sala, hija del militar madrileño Antonio Aranda Mata (1888-1979), lo será, con solo catorce años, en 1940 y 1941. Su padre, el ‘liberador de Valencia’, comandante de la III Región Militar (sede: el ‘cap i casal’), fue conspirador contra el franquismo desde dentro, pero entonces su chiquilla sustituyó a la Fallera elegida, Carmen Franco y Polo (1926-2017), hija del Caudillo.
La democracia
El cargo de Fallera Mayor iba a vivir, como el de otras reinas festeras, una evolución paralela a la de la emancipación mundial de la mujer, atemperada por estos lares bajo la regencia de Francisco Franco (1892-1975), con prohibición del voto femenino incluso en aquella ‘democracia orgánica’, más la sumisión por ley de la mujer al hombre.
En los últimos años del Régimen, eso sí, hubo hitos como la Ley de derechos políticos, profesionales y de trabajo de la mujer, de 1961. Y del aperturismo franquista, definitivamente a la democracia, que llegó ya a finales de los ochenta incluso a la elección de las Falleras Mayores, arrumbando cualquier atisbo de las elecciones a dedo. Mucho ha llovido en medio.