Uno de los comerciantes más queridos de este pueblo grande, que en muchos aspectos sigue siendo Alicante, nos dejó para siempre en la pasada Navidad. Hablamos de Rafael Gregori Sirvent, el conocido propietario de los Hornos Rafelet.
“Mi padre era un trabajador nato incansable. Llegaba a la extenuación, y todavía continuaba horneando. Sin embargo por encima de todo tenía otra virtud… nunca perdía la sonrisa. Ya podía estar agotado, que recibía a cada cliente sonriendo” nos recuerda su hijo mayor, también llamado Rafael.
Sirva este artículo biográfico como nuestro póstumo homenaje a una persona muy apreciada por su familia sanguínea, y por su otra familia más numerosa que era su clientela.
Niñez interrumpida
Nuestro protagonista vino al mundo el 17 de noviembre de 1938, en plena Guerra Civil. Su padre, del mismo nombre, fue el panadero Rafelet original, cuyo negocio se ubicaba en la calle Maestro Alonso de Carolinas. Su madre se llamaba Francisca y tenía cinco hermanos menores.
De niño tuvo que abandonar forzosamente el colegio para encargarse de la panadería. Ocurrió que a su padre le pillaron recibiendo un cargamento ilegal de harina procedente de Argentina. En aquella época de tanta hambruna como fue la Posguerra, el estraperlo de alimentos fue una práctica muy común en España.
Como escarmiento las autoridades franquistas procesaron a su padre por ‘auxilio a la rebelión’, el mismo cargo que se les daba a reclusos condenados por motivos políticos o crímenes de guerra. Como consecuencia pasó una década en la cárcel del Puerto de Santa María.
“Mi abuelo no tenía ninguna vinculación política, aquello fue represión pura. El régimen lo trató como si fuera un terrorista. Así que mi padre, como hermano mayor, se vio obligado a encargase de la panadería con apenas diez años” nos cuenta Rafael.
Tuvo que dejar el colegio a los 10 años dado que su padre fue encarcelado
El torero de la emoción
Sin embargo el sueño del joven Rafelet estaba lejos del negocio familiar. “En aquella época los niños no soñaban con ser influencers o testadores de videojuegos, más bien querían ser toreros” nos señala su primogénito.
Una vez su padre fue liberado, hacia los veinte años comenzó su andadura taurina en una capea organizada por las fiestas de Tabarca. Poco después realizaría su primera corrida en una plaza móvil ubicada en Carolinas, y partir de ahí toreó en plazas de toda España e incluso de Francia o el Magreb.
Dentro de su cuadrilla figuraba como banderillero Pepe Manzanares, quien fuera padre y abuelo de los dos míticos toreros alicantinos. Hasta se constituyó una peña taurina ‘Rafalet’ en su barrio natal, compuesta por seguidores suyos. Se le solía conocer como ‘el torero de la emoción’ por su tan apasionada forma de lidiar.
Sin embargo esta carrera tan prometedora se truncó antes de que pudiera tomar la alternativa, debido a que sufrió una grave cogida en Melilla que le forzó a abandonar los ruedos.
A lo largo de su vida fue panadero, torero y empresario taurino
Empresario taurino
A pesar de su forzosa retirada, Rafelet continuó vinculado a la tauromaquia durante algunos años más ahora como empresario, teniendo como socio a Francisco Rodríguez (el padre del famoso humorista Paco Arévalo) entre otros. Durante una temporada incluso trasladó su residencia a Ibiza, donde ejerció como regente de su plaza de toros. También organizó espectáculos taurinos en Alicante y otros puntos de la geografía española.
En esta época se casó con María Dolores Córdoba, quien trabajaba como dependienta de su panadería. El matrimonio tuvo tres hijos llamados Rafael, Francisco y Guillermo. Una vez echadas estas raíces familiares en Alicante, retomó el negocio de la panadería coincidiendo con la jubilación de su padre.
“Recuerdo de niño que un día viendo los toros en Benidorm de repente Victoriano Valencia reconoció a mi padre en el graderío, se le acercó a darle un abrazo y le dijo: Si te hubieses venido conmigo, habrías sido una gran figura del toreo. Luego yo le pregunté alucinado… ¿papá, pero tú no eras panadero?”, nos cuenta su hijo.
«Mi padre tenía ADN 100% alicantino. Se conocía la historia de cada rincón de la ciudad» R. Gregori (hijo)
Panadero inagotable
Lo cierto es que su faceta como panadero sería la que más le acabaría catapultando a la gloria. Durante los siguientes años, con ayuda de sus hijos, fueron abriendo nuevas panaderías por diferentes barrios de la ciudad convirtiendo a Hornos Rafelet en una especie de franquicia alicantina.
Su hijo nos asegura que era un auténtico virtuoso de las masas y que innovó muchos tipos nuevos de productos. “Él fue quien creó el tipo de coca amb tonyina que hoy se consume en la ciudad. También marcó cátedra con las toñas o la coca de mollitas y tenía una mano increíble con el pan” nos indica.
Al mismo tiempo nos recuerda también cómo en los años 80 vivieron lo que define como una auténtica “guerra del pan” en Alicante. “Cuando llegó la tecnología los precios bajaron y los panaderos quisieron descansar los domingos. Sin embargo mi padre estaba a favor de la apertura comercial todos los días, y esto le costó un conflicto grave con el colectivo. Sufrimos incluso algunos piquetes” nos cuenta.
Con el paso del tiempo los ánimos se tranquilizaron, e incluso hace unos años, en una feria, un grupo de panaderos alicantinos se acercaron a Rafa Gregori hijo para pedirle perdón. “Fue un detalle que les agradezco. Yo en el fondo les comprendo, porque es un oficio muy duro y querían descansar… pero es que se enfrentaron a alguien inagotable”, nos cuenta visiblemente emocionado.
Jubilación
De hecho, el incombustible Rafelet no se jubiló hasta pasados los 70 años, prácticamente obligado por sus hijos.
“Por primera vez en su vida dispuso de tiempo libre. Gran parte lo dedicó a plantar arbolitos en una finca que tenía. También le recuerdo dando largos paseos por la Explanada, saludando a todo el mundo. Mi padre tenía un ADN 100% alicantino. Se conocía el nombre de todos sus clientes y la historia de cada rincón de la ciudad. Era historia viva de Alicante” nos recuerda su primogénito.
Rafael Gregori nos dejó para siempre el pasado 27 de diciembre. El Colectivo de Comerciantes por Alicante ha pedido oficialmente al Ayuntamiento que se le dedique una calle a este inolvidable alicantino. Nosotros, por supuesto, nos sumamos a tan merecida petición.