La bonita función de costalero estuvo en crisis en las lejanas décadas de los setenta y ochenta, al igual que la propia Semana Santa. Afortunadamente ambas se recuperaron poco después, relata José Lledó, ‘agarrador’ desde los 18 años, además de fundador y presidente de la cofradía de Cristo de Difuntos y Ánimas de Crevillent.
“Nuestra generación retomamos, entre finales de los ochenta e inicios de los noventa, la tradición de portar los Pasos -la Imagen, con conjunto y trono- a hombros”, expresa orgulloso. Antiguamente los costaleros sí cobraban, por eso se dice ahora que están en nómina, pero “las cofradías se quedaron sin recursos y dejaron de pagar”.
Son muchas las denominaciones que recibe este oficio, tan vinculado a la Semana Santa. “La palabra costalero es sevillana”, apunta, mientras en Castilla se les llama hombre de trono y en Crevillent agarradors. En otras poblaciones, portadores o cargueros, siempre vestidos con la túnica de la cofradía o de negro.
De padres a hijos
Este rito o práctica se hereda de generación en generación, “porque los que estamos y somos amantes de la Semana Santa intentamos transmitir esa tradición a nuestros hijos”.
En el caso de José, sus dos hijos continuarán el camino marcado. El mayor, Alejandro (22 años), ya sale de costalero: “se hubiera estrenado en 2020, pero la pandemia impidió toda celebración”.
El menor, Jorge, de 17 años, está esperando con ansiedad que llegue su turno. “Los costaleros no pueden serlo antes de los 18 años, debido a que un Paso puede pesar 1.000 kilos y la estructura de una persona joven sufriría en exceso”, reflexiona.
Antiguamente los costaleros sí cobraban, hasta que las cofradías se quedaron sin recursos
El Paso a hombros
En múltiples municipios de la provincia de Alicante los Pasos se llevan a hombros, aunque en otros -también de gran tradición, véase Orihuela- es más común que la Imagen se muestre sobre ruedas en la procesión.
Para Lledó, “el Paso luce mejor a hombros, gana muchísimo más”, con entre 40 y 70 costaleros según el peso. Mediante el movimiento a hombros parece que estén andando, mientras a ruedas es mucho más monótono.
Los años también han permitido amplias mejoras y un mayor número de agarradors. “Las Tres Marías de San Juan, una de las mejores obras del escultor Mariano Benlliure, antes lo llevaban 18 personas, ahora 65”, se congratula.
Desvanecimientos
El esfuerzo que deben soportar estos costaleros es enorme, en ocasiones de horas, lo que provoca que se produzcan desvanecimientos. “En Crevillent sobre todo la mañana del Viernes Santo, en la subida al Calvario”.
Parten hacia la Morquera, donde se celebra la Ceremonia del Abrazo, el encuentro de los nazarenos con la Virgen de los Dolores. “Eso es a las siete de la mañana, pero los Pasos prosiguen dirección el Paseo del Calvario, haciendo un sobreesfuerzo”, apunta.
Existe entonces la tradición del ‘pà torrat’, destinado en un primer momento a los costaleros, que eran los que habían gastado más energías. Se les prepara pan con aceite y sal, acompañado de bacalao -carne no se puede ese día-, ajos y habas. Actualmente se ha extendido a todos los presentes.
“Desmayos he visto, porque depende la fecha y el calor, con temperaturas cercanas a los 30 grados, la gente sufre, no únicamente los costaleros, sino también los que van con capirote”.
Esta tradición se hereda de generación en generación, con hijos deseosos de iniciarse
Música y capataz
Sin duda, agrega, el acompañamiento musical es un apoyo para los costaleros, “porque sin él no se marcaría el ritmo”, mediante un simple tambor o una banda de cornetas.
La mayor parte de las piezas que se interpretan son autóctonas, conocidas como ‘Pasarelas’. Muchos años atrás, rememora, eran un pequeño conjunto musical que iba precediendo al Paso, siendo unas melodías muy características de cada cofradía “porque están dedicadas a ellas”.
Fundamental en todo el proceso es la figura del capataz quien dirige a los costaleros, para lo cual emplea dos maderas con una bisagra que, al golpearla, suenan como un látigo. “No deja de ser un instrumento musical que le permite no estar cerca del Paso y observarlo mejor”.
“Debemos tener en cuenta –insiste- que hay momentos de mucha tensión; por eso el capataz debe ser una persona veterana, con amplios conocimientos cofrades y dotes de liderazgo”.
Catequesis en la calle
“Las procesiones que realizamos son generales, una catequesis en la calle”, asegura Lledó, en la que cada escena de la Pasión se representa: evolución, muerte y resurrección de Cristo.
Nos sirve nuevamente el ejemplo de Crevillent, donde el primer Paso se llama la Convocatoria. Es con una cruz y unas bocinas que ejercen de atracción para los penitentes. A continuación, la Samaritana, “un Paso muy mediterráneo”; el Lavatorio, una oración en el huerto, la Virgen de los Dolores…