Entrevista > Carolina Frías / Directora del Museo Villa Romana de l’Albir
La Villa Romana de l’Albir es uno de los bienes culturales más importantes de l’Alfàs del Pi. No sólo por su indudable atractivo turístico, sino, sobre todo, por lo mucho que ha contado y sigue contando sobre el pasado más remoto del municipio. De hecho, este mismo año se ha comenzado a excavar un nuevo sector, el número cinco, y ya ha comenzado a arrojar nuevas e interesantísimas hipótesis.
Durante los últimos meses el yacimiento de la Villa Romana de l’Albir ha dado importantes novedades, pero me gustaría ir un poco más atrás en el tiempo. ¿Cómo empezó todo? ¿Cómo se supo que en esa zona existían esos restos arqueológicos?
Nos tenemos que ir a hace muchísimo tiempo. A finales de los años setenta, haciendo unas obras para meter una tubería en la zona de l’Albir, se descubrieron restos humanos, tumbas de enterramientos de época romana. Ahí estuvo trabajando el arqueólogo alteano Guillermo Morote, que fue después quien siguió las excavaciones.
A lo largo del desarrollo del Plan Parcial Playa Albir, a partir de los años noventa, hubo excavaciones arqueológicas que fueron descubriendo, sobre todo, parte de la necrópolis y algunas estancias de lo que hoy es la Villa Romana de l’Albir.
Cuando uno traslada el concepto de villa a su acepción actual, piensa en una propiedad muy grande, pero ahí, como acabas de decir, se ha descubierto, incluso, una necrópolis. ¿Qué era la Villa Romana de l’Albir en su época? ¿Era un pueblo?
No, una villa romana es exactamente una especie de cortijo, para que nos entendamos bien. Es un centro agropecuario, o sea, un centro que está siempre fuera de una ciudad en el que las personas que vivían ahí se dedicaban a hacer una explotación comercial de los recursos, en este caso agrícolas y seguramente también pesqueros.
Es decir, no es un pueblo, es un centro agrario que se encuentra siempre fuera de la ciudad. En este caso, recordemos que l’Alfàs del Pi y toda la comarca de la Marina Baixa pertenecían al ‘territorium’ de la ciudad romana de Alon, que es la que está debajo de Villajoyosa.
«A finales de los setenta, haciendo unas obras, se descubrieron restos humanos, tumbas de enterramientos de época romana»
¿Era ya una zona fronteriza o eso es posterior?
Eso es posterior, ya en época medieval. Ahora mismo estamos en época romana, siglos I, II, III y IV después de Cristo. Aquí no hay fronteras, están muy lejos: están en el Limes, en la zona de Germania, lo que es hoy Alemania. Esta es una zona absolutamente romanizada. Las fronteras internas son, al norte, la ciudad romana de Dianium, en Denia; y al sur, la ciudad romana de Lucentum, el Tossal de Manises.
¿Nos cuenta algo la Villa Romana de l’Alfàs del Pi de hoy en día o queda demasiado lejos?
Hablamos de los romanos, pero en realidad tiene unas fases posteriores. Para que os hagáis una idea, ocho fases constructivas que habíamos detectado hasta ahora. Eso significa que hay ocho momentos históricos en los que hay personas viviendo en ese espacio, de las cuales sólo dos corresponden con una vía romana, con un centro donde había una familia, con dinero, que se dedicaba a comerciar, a producir, en este caso, vino.
Pero posteriormente hay una necrópolis infantil del siglo VI, de época bizantina. Luego tenemos una fase muy potente, tardoantigua, de época visigoda, donde hay una reutilización de las estructuras romanas. Tenemos una fase bajomedieval, del siglo XIV, también muy interesante. Es decir, que la historia, y este yacimiento es un ejemplo de ello, no es lineal; siempre hay momentos de esplendor, momentos de declive, etcétera.
«Para entendernos bien, una villa romana es exactamente una especie de cortijo»
Y en esos momentos de declive, ¿se puede presuponer que se abandonó esta zona o siempre hubo algún tipo de presencia?
Siempre hay poblamiento. Es muy difícil que una zona, además costera, con agua y recursos pesqueros cerca, se abandone totalmente. Hay momentos en que se explota más y momentos en que se explota menos.
Por ejemplo, en los años centrales del siglo XX, l’Albir cambió; pegó un subidón brutal a partir del turismo, pero previamente era una zona muy residual. La gente de l’Alfás no vivía allí, porque tenemos que pensar que el paisaje ha cambiado muchísimo. El paisaje de lo que hoy es l’Albir no tiene nada que ver con el paisaje histórico, sobre todo porque era una zona de humedales, pantanosa, con mosquitos, con problemas para vivir, etcétera. Era una zona no muy ocupada, pero a partir de los años cincuenta ya sabemos lo que pasó.
En todo este proceso de excavaciones y descubrimientos, ¿qué es lo que más os ha llamado la atención a los arqueólogos y a los historiadores? ¿Siempre habéis encontrado lo que esperabais encontrar u os ha ido dando sorpresas?
La arqueología siempre tiene un componente de sorpresa bastante amplio. De hecho, nosotros pensábamos encontrar una zona vinculada con la producción de aceite, y resulta que no; hemos encontrado restos que nos indican que estamos ante un lagar, una chela vinaria, o sea, una zona donde se producía vino.
Los arqueólogos llegamos hasta donde llegamos; hay zonas y espacios que no sabemos para qué eran ni para qué servían. Pero bueno, siempre hay muchas sorpresas y siempre hay cambios. Nosotros somos historiadores, somos científicos, y lo que hacemos es plantear hipótesis, que hay veces que se cumplen y otras veces las descartamos y planteamos otras.
«Hay ocho fases constructivas. Eso significa que hay ocho momentos históricos en los que había personas viviendo en ese espacio»
Hablemos del sector cinco, el que se ha estado investigando más recientemente. Las excavaciones empezaron en enero y ya podéis tener unas primeras conclusiones. Lo acabas de decir: se producía vino ahí. Son los precursores de Enrique Mendoza, como aquel que dice.
Bueno, la verdad es que toda la zona sur de la Tarraconense es una zona productora, pero no se sabía exactamente o no se tenían muchos indicios de producción de vino. Tened en cuenta que en la zona de Dianium, al norte de la actual provincia de Alicante, hay muchos alfares donde se producían ánforas vinarias. Esas ánforas sirven para comercializar un vino que se producía no sólo en la zona de Dianium, sino también en la de Alon.
Esta villa ha confirmado que, efectivamente, se producía vino.
¿Por qué sabemos que se hacía vino?
En primer lugar, porque hemos encontrado unos yesos, unos dolios, que son las tinajas donde se envasaba el vino para que se produjera la fermentación. Al encontrar esos sellos con unas marcas específicas, yéndonos a las fuentes escritas de época romana, planteamos que eso servía para producir un tipo de vino, además, muy específico, que era el defrutum, que es como una especie de mosto, un vino dulce.
Por otro lado, aparte de esos sellos, hemos encontrado una habitación muy larga, lo que nosotros llamamos chela vinaria, que es el lugar donde se almacenaban, donde se envasaban esos vinos. Si fuera una zona de producción de aceite, no hubiéramos encontrado ese tipo de estancias.
«Es muy difícil que una zona, además costera, con agua y recursos pesqueros cerca, se abandone totalmente»
¿Y esto cómo se relaciona con lo que ya existía, con esas termas, con ese enterramiento infantil? Decías antes que son épocas muy distintas, pero claro, si no se fueron nunca, ¿qué se supone, que hubo una evolución en el uso de la propia villa?
Correcto, eso es. Lo que estamos viendo es que este lagar, esta zona de producción de vino, es anterior a la construcción de las termas. Las termas las estamos datando del siglo III o siglo IV, y esta estancia, esta instalación industrial, parece que es un poquito anterior, del siglo II.
No sabemos exactamente si había habitación al mismo tiempo que estaba la zona de la bodega. Eso es lo que estamos ahora mismo investigando. Pensad que la arqueología no es solo excavar.
Excavar para luego analizar e interpretar.
Así es. Si estamos excavando un mes, luego nos tiramos cinco, seis, siete meses analizando los datos que hemos obtenido en la excavación. Nosotros no somos técnicos que nos dedicamos a sacar tierra; nosotros hacemos historia. Lo que pasa es que, como estudiamos épocas muy antiguas en las que no hay mucha fuente escrita, en vez de irnos a un archivo, tenemos que irnos a la tierra.
Luego, con toda esa información de cerámica, muros, improntas de elementos, etcétera, tenemos que construir la historia. Ahora mismo estamos construyendo la historia de esta fase de la vida romana de l’Albir, con lo cual, los datos que estamos dando ahora, posiblemente no sean los mismos que dentro de cinco meses; si habláramos en ese momento, a lo mejor te diría ‘no Nico, lo que te dije que era una cosa, ahora resulta que es otra’.
«Pensábamos encontrar una zona vinculada con la producción de aceite y encontramos una donde se producía vino»
La Villa Romana de l’Albir está rodeada ya por una urbanización moderna. Es lógico pensar que se habrá perdido parte de lo que hay allá. ¿Cuán grande era en total o podéis estimar que era esa Villa Romana?
Pues tenía que ser grande, porque seguramente trascendía el concepto de villa, sobre todo en el siglo IV. Una villa, hemos hablado antes, es un centro agropecuario; pero seguramente en la época tardía, siglo IV, siglo V, lo que había en l’Albir era una especie de ‘vicus’, que en latín se puede traducir como una especie de aldea.
¿Por qué sabemos esto?
Por las necrópolis, por el cementerio que se excavó en los años ochenta y noventa. Sacaron unas cuatrocientas y pico tumbas, con lo cual eso tiene que trascender a una villa.
«Si estamos excavando un mes, luego nos tiramos cinco, seis, siete meses analizando los datos que hemos obtenido»
No eran de enterrar en casa, como aquel que dice, ¿no?
No, en época romana no se entierra en casas, eso son épocas anteriores. En épocas romanas estaba bastante bien especificado cómo eran los ritos funerarios y todas estas tumbas seguramente serían de las personas, de las campesinas, de los campesinos que vivían en el entorno de influencia de esta villa.
Es como una pequeña ciudad, porque estamos en una época, el siglo IV, siglo V, en que Alon ya no existe como centro urbano. No solo Alon, sino el resto de ciudades en el mundo antiguo, en el mundo romano, han perdido importancia y las élites lo que hacen es trasladar su centro de poder al campo. Y esto es un ejemplo de lo que podemos ver en la Villa Romana de l’Albir.
¿Queda por excavar? ¿Tenéis sitio todavía donde excavar, donde no haya edificios encima o piscinas construidas?
Bueno, la parcela arqueológica es la que es y todavía no está agotada. L’Alfàs del Pi tiene un catálogo de protecciones y toda el área de l’Albir es espacio de protección arqueológica. Tenemos instrumentos jurídicos y urbanísticos de protección del patrimonio. Es decir, cada obra, si alguien quiere hacer alguna en el entorno de l’Albir, tiene que hacer excavaciones arqueológicas.
Además, nuestra propia parcela, declarada yacimiento arqueológico por el ayuntamiento de forma pionera en el año 86, todavía no está agotada y aún podemos seguir excavando.