Entrevista > Anneke De Vree / Amazona paralímpica (Wilrijk, Bélgica, 15-noviembre-1968)
Hace cinco años que Anneke De Vree cambió su país, Bélgica, por España. Lo dejó todo atrás para instalarse en Altea, pero lo que no se dejó allá fue su gran pasión por los caballos y la hípica. Sus compañeros de equipo, los equinos, viven en l’Alfàs del Pi, donde esta deportista, que espera recibir el pasaporte español para poder representar a su país de adopción en las competiciones, entrena y prepara sus grandes retos.
«En mi familia nunca habíamos tenido caballos, pero mi amor por los animales en general y los caballos en particular es enorme»
¿De dónde te viene ese amor por la hípica y los caballos? ¿Es algo que viene de familia?
No. En mi familia nunca habíamos tenido caballos, pero mi amor por los animales en general y los caballos en particular es enorme. Es una pasión completa también por el deporte. No sólo por montar a caballo, sino por todo el ‘mundillo’ que rodea a la hípica, porque implica mucha complicidad, mucho trabajo muy duro… pero es muy bonito.
Por esa relación de absoluta confianza que debe de existir entre el caballo y, en este caso, su amazona, ¿crees que la hípica se podría considerar un deporte de equipo?
Claro. La relación entre el jinete y su caballo es la de un equipo. Con cada caballo haces un equipo distinto, pero también con el resto de integrantes del equipo ecuestre paralímpico español. Ellos son mis amigos.
¿Compites bajo bandera belga o española?
Ahora mismo sigo compitiendo con bandera belga, porque estoy a la espera de poder recibir el pasaporte español. Hace ya cuatro años que estoy entrenando con el equipo español de la Real Federación Hípica de España. Ellos son mi equipo.
Empezaste a montar a caballo en 1984, pero eres paralímpica desde hace catorce años. ¿Qué pasó?
Tuve un accidente y no tengo mucha fuerza en la parte alta del cuerpo. El 50% de mi mano derecha no funciona y lo mismo ocurre con la parte izquierda de mi cuerpo.
«Entre el jinete y su caballo la relación es la de un equipo; con cada caballo haces uno distinto»
Cuando tuviste ese accidente, ¿cómo recuerdas los primeros momentos? ¿Pensaste que se acabó la hípica para ti?
Para nada. Cuando llegó el accidente lo primero que pensé es que necesitaba seguir montando a caballo.
Existen terapias, para muchos tipos de discapacidad, en las que se utilizan animales, y el caballo es uno de los ejemplos de los que más se suele hablar. ¿Ha sido importante el papel de los caballos en tu proceso de recuperación?
Así es. Ha sido un proceso en distintas etapas. Para mí, montar a caballo es mi deporte; pero esas terapias que comentas también tienen un componente mental muy importante. Ayudan mucho, porque la conexión con un caballo siempre es ‘sincera’. Las reacciones del caballo siempre dependen de esa relación con su jinete.
Tú te dedicas a la doma clásica. Es una disciplina que, desde el desconocimiento, relaciono mucho con España. ¿Existe también tradición en otros países como, en tu caso, Bélgica?
En cada país, al menos en Europa, existe la doma clásica, aunque la base puede ser diferente en España, en Portugal, en Alemania, Países Bajos, Bélgica… En cualquier caso, pese a esas pequeñas variantes, la doma clásica es el nombre común.
Ayúdame a entender en qué consiste la doma clásica. ¿Se parece a un ballet?
Sí. A un ballet o, incluso, a la gimnasia… pero en equipo. En el caso de la gimnasia, es un deporte individual. Quizás el ballet también pueda ser parecido porque se hace ‘en equipo’, pero no es lo mismo que hacerlo con un caballo.
La doma clásica es la base de todo el mundo de la equitación. Es necesaria para todo y en competición existen varios niveles tanto por edad como por nivel. Al final, se trata de bailar con el caballo con ejercicios que son obligatorios.
«Cuando llegó el accidente lo primero que pensé es que necesitaba seguir montando a caballo»
Cuando se monta un potro por primera vez, ¿el proceso se parece en algo a ese tan violento que nos han mostrado muchísimas veces en las películas de vaqueros?
(Ríe) ¡No, es muy distinto! Cada caballo es diferente y cuando su educación se hace de manera correcta, ya tienes el 70% del trabajo hecho; pero para competir también necesitas un caballo con buena cabeza.
Tú tienes dos, ¿son dos de la misma edad o, cuando se tienen dos caballos, es para tener prevista la ‘jubilación’ de uno de ellos?
Teddy tiene doce años. Está en su mejor momento para competir. Lleva conmigo nueve y somos un superequipo. En mi vida están mi marido y Teddy…
Y no siempre en ese orden…
(Ríe) Eso es, no siempre van en ese orden. Mi otro caballo, Infante, viene de Portugal y siempre ha trabajado en España en el mundo de los toros. Lleva conmigo desde diciembre. Tiene once años y un carácter fabuloso. Es un lusitano, una raza ibérica original de Portugal. Tiene una cabeza extraordinaria. Es un caballo estupendo.
Por lo que me dices, tienes un enorme vínculo sentimental con ellos. ¿Cómo trabajas emocionalmente el inevitable hecho de saber que tú vas a sobrevivir a tus caballos?
(Piensa) El caballo necesita muchas atenciones y trabajar todos los días con él. Es una relación muy particular. De hecho, tengo un tercer caballo que ya está retirado. Está en Bélgica porque no lo podía traer. Es algo muy difícil de gestionar.
«La doma clásica es la base de todo el mundo de la equitación. Es necesaria para todo»
Háblame de tu palmarés deportivo. ¿Qué es lo más destacado?
He subido al podio varias veces en el campeonato belga paraecuestre. Desde que vine a vivir aquí hace cuatro años, he sido campeona de España, campeona autonómica en varias categorías y varios puestos destacados en competiciones internacionales en Europa.
¿Cuál es el título que todavía no has conseguido y que sigue siendo tu sueño?
Los Juegos Olímpicos, pero sin el pasaporte español no va a ser posible. Sueño con poder representar a España en unos Juegos.
Para París ya no va a ser posible, pero ¿crees que podrás cumplir ese sueño en Los Ángeles?
No, a París no voy a poder llegar, pero me encantaría poder estar en Los Ángeles o en los Juegos Mundiales, los World Equestrian Games, que en 2026 se celebrarán en Aachen, Alemania.
¿También representando a España en este último caso?
Por supuesto. Vivo en España desde hace cinco años y cuando era pequeña viví un año en Barcelona con mis padres. Amo España y a todo el mundo que me he encontrado en este país. Aquí tengo una familia. Siempre ha sido un país y una sociedad muy abierta para mí.
Cuando llegamos, se desató la pandemia y apenas podía hablar español. Fue muy difícil, porque tampoco podía dar clase, pero todo el mundo me recibió con los brazos abiertos y me ayudó mucho.
«Cada caballo es diferente, y cuando su educación se hace de manera correcta ya tienes el 70% del trabajo hecho»
En una gran competición, supongo que cada participante elige su música y su rutina. Del resultado final, ¿qué parte de ‘culpa’ tiene el caballo y qué parte el jinete?
Vamos al 50%. Puedes tener tu mejor día, pero si el caballo dice que no, es muy difícil sacar un buen resultado. Lo mismo ocurre al revés. En mi caso, mis caballos tienen muy buena cabeza y los conozco bien, y cuando yo tengo un mal día, ellos son los que me dicen ‘vamos, yo me encargo’.
Desde que comienzas a preparar una nueva rutina hasta que la pones en práctica en competición, ¿cuánto tiempo tiene que pasar?
¡Uf! En mi caso mucho tiempo. Primero, tengo la música y los ejercicios en mi cabeza. Además, tienes un tiempo máximo de cinco minutos para completar el ejercicio. Yo empiezo en casa, escuchando la música, y luego empiezo a montar en la pista y a analizar si la coordinación es buena o si tengo que hacer modificaciones en la música o en el ejercicio.
Es un proceso largo, pero que me gusta mucho. Lo disfruto un montón. Es tan largo que suelo mantener los ejercicios unos cuatro años, aunque cada temporada hago algún cambio pequeño.
Tu país, Bélgica, tiene gran tradición y nivel internacional en las pruebas de saltos. En el caso de la doma clásica, ¿hay más nivel allí o en España?
Tengo mucha experiencia de competición en los dos países. Cada sitio es diferente por muchos motivos: temperatura, material de las pistas, nivel de la competición…
En España existe, desde hace años, un ambicioso programa de ayudas al deporte paralímpico; y, de hecho, nuestro país suele estar en los puestos altos de los medalleros de los Juegos. ¿Hay más ayudas aquí que en Bélgica?
En Bélgica no existen. En España sí, no sólo para el deporte paraecuestre, sino para todos los deportes. Bélgica únicamente apoya a la élite. No hay ayudas psicológicas, al entrenamiento…
«Me encantaría poder estar en Los Ángeles o en los Juegos Mundiales, que en 2026 se celebrarán en Aachen, Alemania»
Más allá de las ayudas públicas, ¿crees que es importante que los que ya sois veteranos ayudéis con vuestro ejemplo a personas que puedan verse, de repente, en la misma situación que tú viviste hace ahora catorce años?
Sí, es muy importante. En España somos cerca de una veintena de deportistas paraecuestres, que no es mucho para un país tan grande, pero el equipo es fantástico. Es necesario mostrar nuestro ejemplo y que, como equipo, ayudemos a esas personas que se ven en esa situación.
Sea en el mundo de la hípica o en cualquier otro deporte, ¿cuál sería el principal consejo que le darías a una persona que esté haciendo deporte a cualquier nivel, que haya tenido un accidente y que crea que eso se acabó?
Que siempre mire hacia adelante y que siga haciendo deporte. ¡Siempre! Como te he dicho antes, cuando tuve mi accidente, mi primer pensamiento fue que iba a seguir montando a caballo. Y lo hice. Hace dos años tuve un accidente haciendo esquí e incluso con la rodilla completamente rota, seguí montando. El médico me decía que me tenían que operar, pero yo necesitaba seguir montando.
¿Y no te operaste?
Lo hice el año pasado y seguí compitiendo.
¿Qué otros deportes practicas?
¡El esquí se ha terminado para mí! Ahora hago un poco de bicicleta y cuando estoy compitiendo siempre me la llevo. Además, me viene muy bien para trabajar la estabilidad y las piernas.