Entrevista > José Ángel Carmona / Ingeniero de telecomunicaciones y músico (Petrer, 4-octubre-1969)
José Ángel Carmona llevó en Madrid -durante años- una vida que podríamos calificar como de incógnito, pues nadie en la capital conocía su gran pasión por la música y mucho menos su talento para componer. Se dedicaba exteriormente a su trabajo como ingeniero de telecomunicaciones.
De joven estudió varios instrumentos (guitarra, clarinete, piano…), siempre con gran destreza, y con apenas diecisiete años, de un modo totalmente autodidacta, compuso su primer pasodoble, dedicado a un antiguo compañero, en una historia que les conmoverá.
Le siguieron muchas otras obras, como ‘Sueños festeros’, himno de la comparsa Labradores, o ‘20 de mayo’, su homónimo en Moros Viejos. Este año, ya descubierto su ‘secreto’, ha incrementado notablemente su actividad musical “para enganchar a mi hijo, mi razón de vida”.
«Me gustaba tantísimo la música que no me importaba el instrumento que me pusieran»
¿Cuándo comenzó tu formación musical?
Bien pronto, a los cinco años, estudiando guitarra con el profesor Samuel Beneit. Pero era tal mi afición por la música que poco después ya tocaba el clarinete y a los diez años me incorporé al Conservatorio de Elda para practicar piano.
Me gustaba tanto que no me importaba el instrumento que me pusieran, lo estudiaba. Me becaron desde el ayuntamiento eldense y continué hasta el grado medio del antiguo plan, haciendo muchos más años de piano, solfeo y asignaturas complementarias.
Con dieciocho años tuviste que escoger.
Sí, entre seguir con la música o hacer una carrera universitaria, en mi caso ingeniería. También es verdad que musicalmente no había tantas salidas como ahora, que puedes ser profesor, por ejemplo. Me fui seguidamente a estudiar a Madrid primero y después a la Universidad Politécnica de València.
¿Abandonando la música?
No, en absoluto. Es lo que siempre me ha permitido estar vinculado a mis pueblos, porque en realidad también siento Elda como mía, allí estudié música y tengo infinidad de amigos. La enemistad entre ambos municipios para mí no existe, es una tontería.
«La música me mantiene vinculado a mis pueblos: Petrer y Elda»
¿En qué momento empiezas a componer?
Justo antes de irme a Madrid a estudiar, con diecisiete años, compuse mi primer pasodoble, que quise dedicar a un compañero de la banda de música, llamado Juan Bautista Navarro, ‘Tista’ para los amigos, que se despedía con 85 años. Jamás había compuesto nada, pero me hacía mucha ilusión dedicarle algo.
Le quise dar una sorpresa: me marché a Madrid, dejé la composición hecha -sin el título- para que no se enterara de que era para él. Lo ensayaron sin saber el nombre, que por supuesto fue ‘Tista’. El señor, ya tristemente fallecido, reaccionó con muchísima emoción y, a partir de ese momento, cada Año Nuevo venía a mi casa y me pedía que se lo tocara al piano.
¿Eres autodidacta?
Totalmente. Mi referente siempre ha sido la música festera de Moros y Cristianos, y aprendí en la calle, fijándome que hacía este y aquel instrumento. Nadie me enseñó a componer; fui mejorando a base de escuchar los pasodobles y marchas moras que me gustaban.
¿Por qué lo dejaste un tiempo?
Me afectó mucho la ruptura de la Sociedad Musical de Petrer, que provocó la creación de la Banda Virgen del Remedio. No quería elegir ninguna de las dos, porque tenía amigos y compañeros en ambas.
Tras un periodo tocando en las dos, tuve que decidirme, optando por la recién creada. Estos acontecimientos provocaron que dejara de escribir unos años, refugiándome más en los estudios.
«Las fiestas son el sentir de mi gente, una expresión del arte guardado durante todo el año»
¿Hasta la composición de ‘Sueños festeros’?
Así es. Mi madre, Ángela, que en paz descanse, era modista también de ropa de fiesta y se encontraba haciendo la bandera de los trajes de la comparsa Labradores. El que era presidente, Pepe Martínez, acudía cada día a casa para saber cómo iba todo y me preguntó si conocía a alguien que compusiera pasodobles.
Le recomendé al director de mi banda, Francisco Albert Ricote, quien le realizó la obra ‘Comparsa de Labradores’. Lo hice sin desvelar que había vuelto mi deseo de componer de nuevo.
¿Qué pasó entonces?
Tocaba al piano un pasodoble que había compuesto, sin más propósito que disfrutarlo. Pero mi madre le debió comentar mi talento y Pepe me ‘obligó’ que le interpretara la obra que estaba haciendo. Le gustó tanto que insistió en que la estrenara en las siguientes fiestas, bajo el nombre de ‘Sueños festeros’.
¿Asististe a las últimas fiestas?
Claro, porque dirigía el pasodoble ‘Petrer’ un muy buen amigo mío, Octavio Peidró Padilla, que fue director de la banda, y me hacía mucha ilusión acompañarle. Las fiestas representan el sentir de mi gente, es una expresión de todo el arte que el pueblo guarda durante todo el año, como sucede en otros muchos municipios alicantinos.