Se trata de sociedades muy veteranas. El Centenar de la Ploma y la Comunidad de Pescadores de El Palmar. Y el pasado mayo, la primera premiaba a la segunda. El Centenar arrancaba en el siglo XIV, quizá en el XIII; la comunidad pesquera se fundaba en 1250. ¿Y por qué este reconocimiento? Bernardo Celda Muñoz, ‘lloctinent’ (lugarteniente) general del Centenar, lo explica.
“Fue cuando cumplimos 650 años”, aclara, “que se decidió crear la medalla 650 Centenario para premiar aquellas instituciones que aportan a la cultura, la identidad y el patrimonio valencianos”. No son los caballeros originales, obviamente, pero desde la constitución oficial, en 1982, del Insigne Capítul de l’Almoina de Sant Jordi de Cavallers del Centenar de la Ploma, este ha recuperado la labor de defensa de la senyera, en lo físico y espiritual.
Los ‘redolins’
El acto se celebraba en la propia sede de la Comunitat de Peixcadors de El Palmar, donde se efectúa el sorteo de ‘redolins’. Aclaremos: un ‘redolí’ o redolino es, diccionario delante, una “bolita de cera o madera con un horadado en el cual se introduce la cédula con el nombre de la persona que ha de entrar en un sorteo”. En El Palmar sirve para sortear las parcelas de pesca.
Viene por privilegio real, de Jaume I (1208-1276), y durante lustros solo podían participar en dicho sorteo los hombres, hijos de pescadores, las hijas solteras y las viudas. Hoy está abierta a hombres y mujeres por igual. Celda Muñoz, catedrático de Química Física de la Universidad de València, cerraba un acto donde aparecía el necesario elemento reivindicativo. Pero ¿qué es el Centenar?
La bandera es algo fundamental para cualquier ejército
Defendiendo la bandera
Como recuerda el profesor, también miembro de la Real Acadèmia de Cultura Valenciana, la bandera es algo fundamental para cualquier ejército: “si se pierde o se toma, se pierde la batalla”. De esta forma, la senyera también necesitó del suyo propio. Desde los mismos tiempos de Jaume I: “hombre, hoy sabemos que Jaime I instituyó la bandera, y que ya existía el cuerpo correspondiente, pero oficialmente arranca por privilegio real de Pedro IV el 3 de junio de 1365”.
A la orden, constituida principalmente por artesanos, Pedro IV de Aragón, el Ceremonioso (1319-1387), decidió, en 1376, reforzarla, lo que se concretó en 1390, durante el mandato de su hijo, Juan I (1350-1396). Allí había diez ‘hòmens de paratge’ (hombres con vínculo de vasallaje, o sea, los nobles), treinta ciudadanos de la ‘mà major’ (alto estrato social), otros tantos de la ‘mitjana’ (mediana) y otros tantos más de la menor (el bajo).
En el Colegio de la Seda se elaboró la actual enseña
Composición militar
Los setenta primeros tocaban ‘armats’ (armados) y los últimos ‘alforrats’ (caballería armada). La compañía quedó definitivamente establecida con un centenar de ballesteros y otro de arcabuceros. En los tiempos de Pedro IV también se batallaba. En el momento de la creación oficial del Centenar, por ejemplo, se desarrollaba la Guerra de los Dos Pedros (1356-1369).
Enfrentaba a Pedro el Ceremonioso contra el burgalés Pedro I de Castilla (1334-1369). La senyera, eso sí, sigue enarbolando. La actual Real Senyera es una réplica elaborada lo más fielmente posible por el Colegio del Arte Mayor de la Seda, institución gestada por el gremio de Velluters (terciopeleros o sederos, quienes trabajaban con ‘vellut’, tejido de fibra o pelo natural), oficializado en 1479. Muchísima historia asociada.
«Hay que conocer la historia para mejorar el futuro» B. Celda
Reivindicando la historia
El propio acto en El Palmar reunía aún más historia: se trataba de la propia sede de la Cofradía, existente, pues, desde tiempos remotos (al cabo, la Albufera fue pescadora antes que arrocera), en la pedanía valenciana donde Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928) escribió la novela ‘Cañas y barro’ (1902). De hecho, utilizaron la misma mesa donde el literato, periodista y político confeccionó la obra.
“Se trataba de reivindicar a los pescadores”, explica Celda Muñoz, “pero viéndolo desde el punto de vista de la propia Albufera, que es nuestro patrimonio, una joya del ecosistema, y no solo local, sino de importancia europea. Y está en la UCI; necesita de apoyo. Así que hay que pedir, insistir, solicitar”. Esto entra dentro de la política del Centenar de la Ploma de “reivindicar las instituciones centenarias”.
Necesidad de educación
Pero ¿cala este esfuerzo? “Si tú no promocionas algo, eso no existe. Pero no solo desde los medios, que está muy bien. Es una labor que hay que hacer desde la escuela, diciendo lo que somos, sin implicar que somos mejores o peores. Pero la historia hay que conocerla para mejorar el futuro”. Ahora llega también nueva conmemoración, con su carga reivindicativa, la del poeta Anfós Ramón i García (1924-2014), quien fallecía un 17 de junio.
El problema es el de siempre: “está costando que las instituciones se impliquen” con un autor que está considerado uno de los más importantes de los escritores que hayan escrito en valenciano según las normas del Puig (diferenciadas de las de Castellón, las hoy oficiales). “Cuando uno tiene sentimiento y considera que lo nuestro es nuestro… Hay que divulgar lo nuestro. Si hasta tuvimos el primer Siglo de Oro español”.