Hay quien la califica como la Dan Brown valenciana y verdades no le faltarían, pues las novelas de María Villamayor (València, 23-mayo-1963) siempre muestran un gran dinamismo, enorme importancia de los diálogos -siempre rápidos, voraces- y apasionantes tramas, mezclando asesinatos, sobornos, ambición y corrupción.
De reciente lanzamiento es ‘Lienzo de sangre’, tercera parte de una saga iniciada con ‘Las doce llaves’ (2011) y continuada en ‘Huellas de plomo’ (2020). Ahora las populares hermanas Alejandra y Sara Ferrer se verán envueltas en la resolución de varios enigmas sobre el mundo oculto del arte.
Capítulos cortos
Ambas anhelan vengarse de la muerte de sus padres a manos de Augusto Fonfría, el cruel antagonista de este ‘thriller’ detectivesco. “La historia se relata en capítulos cortos que finalizan con interrogantes para que el lector necesite saber cómo continúa”, expone la autora.
Villamayor sostiene que “lo correcto sería leer las tres novelas por orden, pero no es necesario, pues cada una tiene un final conclusivo”. Además, nuevamente muestra un notable conocimiento de la historia de nuestra ciudad y de los edificios más emblemáticos, “mezclando la historia real con la ficción”.
¿Cuál era tu profesión antes de la escritura?
Estaba en el sector de la óptica, como comercial, y aunque parezca extraño jamás había escrito nada, pese a ser una gran lectora. Soy nacida en València, pero mis raíces pertenecen a un pequeño pueblo de Ciudad Real llamado Alhambra.
Allí pasaba todos los veranos de mi infancia, junto a mis abuelos, y mi abuela Caridad me contaba historias -siempre las mismas- de cuando era joven, de la guerra, que me encantaba escuchar. Fue entonces cuando decidí embarcarme en esta aventura, mediante mi primera novela, ‘El embrujo de Alhambra’.
Se publicó en 2006, aunque en mi mente jamás me lo había planteado: fue mi marido, Joaquín, el que me empujó a ello. Si no la hubiera escrito, posiblemente no habría encontrado esa vocación escondida, la escritura.
«Mi primera novela, ‘El embrujo de Alhambra’, de corte biográfico, me permitió descubrir esta vocación»
¿Qué significó para ti este primer libro?
Esa novela tiene mucha parte de mí, de mis sentimientos, es como un pedacito de mi persona. Se desarrolla en dos épocas, la historia de la nieta y la de la abuela: recuerdo que, cuando la escribía, Joaquín me indicó que debía gustar porque no estaba escrita con la cabeza, sino con el corazón.
Tu estilo es dinámico, incluyendo toques históricos.
Exacto. Me gusta no solamente la acción -como sucede en todas mis novelas- sino que haya mucho diálogo, que los propios personajes muestren quiénes son y lo que van a hacer. Y pese a que en mi época de estudiante la historia no era de mis asignaturas preferidas, he descubierto que me encanta investigarla y profundizar en ella.
Me chifla, sobre todo, que el lector aprende a través de mis novelas, como me han señalado muchos que ven ahora con otros ojos edificios de nuestra ciudad, como por ejemplo el Palacio del Marqués de Dos Aguas. Disfruto adentrándome en la historia de ese lugar en concreto, para luego mostrarlo y, de alguna manera, enseñárselo al lector, que lo aprecie de otro modo.
¿‘Las doce llaves’ es tu novela más ambiciosa?
Sin duda, es como mi pequeño ‘best-seller’. Cuando la escribí en mi mente no estaba que fuera una trilogía, pero sí fue un reto, como lo es cada una de mis siguientes novelas. Sin embargo, nunca pensé que esos personajes tendrían una vida tan larga.
Sí tenía claro lo que quería hacer, es decir, que se desarrollara en València, porque las doce llaves representaban las doce puertas de la muralla cristiana de la ciudad y, a partir de ahí, va sucediendo cada enigma (cada llave).
¿Fue muy laborioso realizarla?
Pues sí, porque fueron tres años, mientras aún trabajaba en la óptica. Mis hijos todavía eran adolescentes y resultó muy complicado tener tiempo libre para escribirla: empleé muchas noches, domingos libres, festivos…
«Me gusta que haya mucho diálogo, que los personajes muestren quiénes son y lo que van a hacer»
¿Qué te aporta la ciudad de València?
En un primer momento iba a ser el escenario perfecto donde colocara a los personajes y ha acabado siendo un personaje más de mis novelas. La saga de ‘Las doce llaves’ no se podría ambientar en otra ciudad, por cómo se describen las calles, los lugares, las tradiciones o la forma de vivir. Son de fácil lectura, pero tienen un trasfondo.
Muestras asimismo un amor por el arte.
Sobre todo en esta tercera parte de la saga, porque requería involucrarlo. La finalidad de las protagonistas es dar caza a un poderoso coleccionista de arte y debía ambientar la novela en ese mundo, en esta ocasión totalmente corrupto.
¿’Lienzo de sangre’ es el final de la historia?
No lo sé, porque siempre me gusta dejar la puerta abierta. Aunque cada una de las tres partes son auto conclusivas y ‘Lienzo de sangre’ está escrita de un modo independiente: el lector no se pierde apenas nada de la trama, pese a que se hace referencia a sucesos que han ocurrido anteriormente. Todo ello hace que tenga mayor curiosidad por leer las dos historias previas.
¿Qué acogida está teniendo?
Fantástica, muy buena. Partiendo que ‘Las doce llaves’ es una novela muy conocida en la Comunitat Valenciana, yendo por la decimoctava edición. Los lectores han acudido a las diferentes ferias en las que he estado -Madrid, València…- con ganas de saber más aventuras de las hermanas Ferrer.
«València iba a ser el escenario de mis novelas y ha acabado siendo un auténtico protagonista»
¿Alejandra Ferrer, mujer valiente, es tu alter ego?
Pienso que sí. De hecho, soy géminis y no sé si tengo doble personalidad, pero cuento con pinceladas de ambas hermanas, la parte sensata de Sara -siendo sumamente prudente, disciplinada y tenaz- y la más aventurera y activa, la de Alejandra.
¿Cuál es tu metodología de trabajo?
He descubierto en esta última novela que me gusta trabajar en silencio: es algo primordial. Para realizar ‘Lienzo de sangre’ tomé el hábito de levantarme muy pronto, alrededor de las tres-cuatro de la mañana, durmiendo muy poco.
Esas horas, hasta las nueve, son perfectas, porque no hay ruidos y son las que más me cunden. Además, comparto el despacho con mi marido y, aunque le diga “no estoy” es inevitable que nos hablemos e interrumpamos.
¿Cómo te has documentado?
A la hora de escribir mis novelas procuro documentarme al máximo, llenando cientos de carpetas de datos, papeles. Sin duda, a los escenarios les doy muchísima importancia: los visito, fotografío, asisto con guías, busco en bibliotecas, por internet… Me informo de todo para después seleccionar lo que más me interesa.
¿Los datos históricos son reales?
¡Por supuesto!, mezclados posteriormente con la ficción. Me fascina partir de un hecho real y, desde ese punto, dejar volar la imaginación. Por ejemplo, la semilla de ‘Lienzo de sangre’ fue el robo de trece obras llevado a cabo en el Museo Isabella Stewart Gardner de Boston en 1990, valorado en quinientos millones de dólares.
Uno de estos cuadros sustraídos apareció posteriormente en el puerto de València, como explico en la historia, tirando del hilo. Lo curioso de este robo fue que los ladrones se llevaron los lienzos, pero dejaron los marcos, como todavía se puede apreciar, treinta y cuatro años después. Están vacíos, ‘esperando’ que vuelvan los cuadros.
«Le doy muchísima relevancia a los escenarios: los visito, fotografío, asisto con guías, busco en internet…»
Obviamente también el que aparece en tu novela.
Sí, que es un cuadro muy pequeño, de 26×34 cm. El marco lo dejaron sobre la silla del entonces director del museo; es un gesto algo socarrón. Jamás se descubrió a los autores del hurto, pese a que el centro llegó a ofrecer diez millones de dólares a quien le pudiera llevar al paradero de las obras.
Por cierto, ¿cuáles son tus cuadros o pintores favoritos?
El veneciano Caravaggio me ha sorprendido muchísimo, ahora que he ‘aprendido’ mucho más de arte. Tuvo una vida complicada, tumultuosa, por su fuerte temperamento, principalmente, y siempre estaba entre reyertas y disputas.
Además estuvo perseguido, parece ser, y destacó porque los modelos que pintaba eran gente de la calle, de baja condición social (mendigos, prostitutas o borrachos). Existió cierta polémica, debido a que la mayoría de sus cuadros son religiosos y cuando la iglesia le encargaba uno, muchas veces debía repetirlo al no encajar con los patrones eclesiásticos. Sus obras, por otro lado, me fascinaron: esa fusión entre el claro y el oscuro.
¿Y libros y autores preferidos?
Me gusta una lectura bastante variada. Por ejemplo, Rosa Montero y Dan Brown, cuya novela ‘El Código da Vinci’ me caló de un modo especial al escribir ‘Las doce llaves’, en cuanto a acertijos y enigmas. Otros autores de mi agrado son Leïla Slimani, francesa de origen marroquí, especialmente con ‘El perfume de las flores de noche’, o Jesús Carrasco del que estoy leyendo ‘Elogio de las manos’.
¿Ya estás trabajando en tu próximo libro?
Tengo hechas algunas anotaciones y sobre todo está en mi cabeza, hilvanando los personajes. Puedo avanzar que no será una cuarta parte de las aventuras de las hermanas Ferrer -se merecen un descanso- y va a ser algo distinto, manteniéndome, eso sí, fiel a mi estilo de trepidantes diálogos.